San Petersburgo
DPA

Es el partido que nadie quiere jugar en un Mundial de fútbol. Inglaterra y Bélgica se despiden mañana de Rusia 2018 en el detestado duelo por el tercer puesto, en San Petersburgo, ambas todavía con la frustración a cuestas de haberse quedado a las puertas de la gran final.

La «pequeña final», como se le suele conocer, reúne pese a todo a dos de los equipos que más frescura le dieron al Mundial ruso. A ello se suma el aliciente del duelo entre Harry Kane y Romelu Lukaku, con clara ventaja para el inglés, por la Bota de Oro.

Ambos equipos se despiden de forma agridulce debido a la montaña rusa de emociones que suele deparar el deporte. La «generación dorada» belga mostró por momentos el mejor fútbol del torneo y parecía lista para alcanzar la gloria, mientras que los jóvenes «pross» le devolvieron a Inglaterra la ilusión por el deporte del que se consideran padres, después de años de sonados fracasos mundialistas.

Tras estrellarse en semifinales ante Francia y Croacia, respectivamente, ambos equipos no pudieron ocultar su decepción. «No es un partido que alguien quiera jugar», admitió el seleccionador inglés, Gareth Southgate, de cara al adiós en el San Petersburgo Arena. «Pero jugaremos con orgullo», prometió.

«No es, desde luego, el partido que queríamos jugar», comentó por su parte la estrella belga Kevin De Bruyne. «Me hubiese gustado jugar la final», reconoció.

«Pero se trata del último partido de la temporada y uno quiere irse de vacaciones con un buena sensación. Por eso espero que ganemos», agregó el pelirrojo jugador del Manchester City.

«El tercer puesto todavía da motivación», aseguró incluso el central Vincent Kompany, recordando que se trataría de un «pequeño hito» para la historia de los «diablos rojos» después del cuarto puesto de México ’86: «al fin y al cabo, Bélgica no lo ha conseguido nunca», dijo Kompany sobre el «premio consuelo».

Para la «generación dorada», la oportunidad perdida de Rusia 2018 podría haber sido la última en los Mundiales. Los talentosos De Bruyne y Eden Hazard, ambos barajados como candidatos a mejor jugador del Mundial antes del cruce con los «bleus», llegarían con 31 años a Qatar 2022. Kompany tendrá 36. La Eurocopa de 2020 representa probablemente la mejor ocasión para la revancha.

Para Inglaterra, en cambio, el regreso a una semifinal tras 28 años sí implica la esperanza de un futuro mejor de la mano de una nueva generación de los «Three Lions», pese a la decepción por caer ante Croacia. Y como pequeño consuelo individual está también la posible Bota de Oro para Kane.

El delantero de 24 años del Tottenham es el actual goleador del Mundial con seis tantos. Su máximo rival por el galardón, Lukaku, tiene cuatro goles.

Salvo una exhibición del belga, desaparecido en las semis ante Francia, o una noche mágica de los galos Antoine Griezmann o Kylian Mbappé (ambos con tres dianas) el domingo en la final de Moscú, el goleador del Mundial debería volver a ser un inglés por primera vez desde 1986, cuando se coronó el legendario Gary Lineker.

El partido con el que el San Petersburgo Arena baja definitivamente el telón a la gran fiesta del fútbol en la antigua ciudad de los zares rusos es también un «déjà vu»: Inglaterra y Bélgica reeditarán en la segunda sede mundialista su duelo de la primera fase, cuando ambas selecciones formaron con varios suplentes tras llegar a la tercera fecha del Grupo G ya clasificadas para octavos.

Adnan Januzaj marcó entonces el 1-0 para los «diablos rojos» en Kaliningrado. El reencuentro en San Petersburgo será diferente, aunque no sea el sorprendente duelo en la final que parecía muy posible hace unos días.

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