San Petersburgo
DPA

Samuel Umtiti mide 1.83 metros y Marouane Fellaini 1.94. El que ganó ayer en las alturas de San Petersburgo, sin embargo, fue el defensa francés del Barcelona, un futbolista cuya carrera continúa elevándose a paso acelerado.

¿Cómo hizo para superar a un rival 11 centímetros mayor? El entrenador francés, Didier Deschamps, sonrió al escuchar la pregunta y le dio una cariñosa palmada en la cabeza a su jugador.

Pero Umtiti, sentado a su lado en la rueda de prensa, se mantuvo tan sereno como siempre. «Hay que tener la voluntad de hacer el gol», señaló el central del Barcelona después de haber anotado el tanto que dio a Francia la victoria ante Bélgica por 1-0 y la clasificación a la final del Mundial de Rusia.

«Ha sido un gran centro de (Antoine) Griezmann, eso me ha hecho las cosas más fáciles. Y después he podido poner la cabeza por delante», explicó su gol en el minuto 51 tras un córner botado por el delantero del Atlético de Madrid.

Umtiti parece todo un veterano jugando, pero el de ayer fue su primer gol en un Mundial y apenas su quinto partido en el máximo torneo del fútbol. El debut de «Big Sam» como internacional se produjo en plena Eurocopa de 2016, en la que Francia cayó en casa en la final ante Portugal.

«Espero que sea diferente esta vez, espero que podamos traer la Copa Mundial a Francia», dijo un Umtiti que aún recuerda con dolor la final perdida hace dos años.

A sus 24 años, el hombre nacido en Yaundé, la capital de Camerún, es una pieza fundamental tanto en la selección francesa como en el Barcelona. Pese a no ser particularmente alto para el puesto, Umtiti es un central de garantía y jerarquía internacional. «Una piedra infranqueable», lo definió alguna vez el diario británico «The Guardian».

Junto a Raphael Varane, del Real Madrid, conforma posiblemente una de las mejores duplas centrales del Mundial. Ambos supieron contener a la Argentina de Lionel Messi y al Uruguay de Luis Suárez y ayer redujeron a la nada a Romelu Lukaku. Y a eso se suma la cuota goleadora: Varane abrió el marcador ante Uruguay y Umtiti hizo lo propio frente a Bélgica.

La actuación del central del Barcelona, donde llegó en 2016 procedente del Olympique de Lyon, recordó a lo hecho por Lilian Thuram, otro defensor francés, en el Mundial de 1998. Entonces, Francia se impuso en la semifinal ante Croacia con dos tantos de un protagonista inesperado.

«¡Espero que sea una señal!», afirmó con una sonrisa Umtiti, consciente de que aquella actuación de Thuram allanó el camino al primer título mundial «bleu». «Pero bueno, es distinto. Cada cosa a su tiempo, vamos a descansar y estaremos listos el domingo».

Umtiti es un defensa tan noble como duro. Pero pocos jugadores hay más queridos que él en el plantel francés. Olivier Giroud le besó la frente tras su gol ante Bélgica y Deschamps le tuvo que ayudar, casi como un padre, a colocarse correctamente el auricular de traducción en la oreja en la rueda de prensa de ayer.

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