Nueva York
DPA

Gritos desesperados, cabezas agitadas, júbilo y aplausos son desde hace unas semanas algo cada vez más cotidiano en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

Pero el motivo no es político, sino que diplomáticos y trabajadores de los 193 estados miembros de la ONU en el centro de Manhattan están atrapados por la fiebre del fútbol.

Cuanto más avanza el Mundial más se mezclan las camisetas de colores con los trajes gris, azules y negros en los pasillos y cafés. El embajador en la ONU de Rusia, Vassili Nebensya, dio el puntapié para la fiesta futbolística cuando el anfitrión del torneo asumió la presidencia del consejo de seguridad de la ONU en junio.

La presidencia, que rota cada mes, tiene en julio a Suecia. La representación alemana en el organismo escribió antes del partido de grupos el 23 de junio ante los escandinavos: «Nos encantan las köttbullar, Pipi Langstrumpf, Elche, Ikea, Abba y el midsommer. Pero por los próximos 90 minutos vamos a ignorar todo eso».

Los 15 embajadores del consejo de seguridad llevaron durante la ceremonia de inauguración las camisetas de sus países, también países que ni siquiera se habían clasificado participaron. Antonio Guterres, secretario general de la ONU y ex primer ministro portugués, destacó su neutralidad diplomática con un uniforme de árbitro.

Desde entonces se ven trabajadores y diplomáticos de la ONU frente a los televisores en los cafés o salas de delegados, donde arrastran las sillas para proveerse de una mejor visión. «Pensamos en poner una tele en el consejo de seguridad, pero finalmente decidimos que no», confesó Nebensya.

Durante las discusiones en el organismo sobre Yemen, Siria y los grandes conflictos del mundo, Nebensya, que presidió el encuentro de junio, tenía una pequeña pelota de fútbol sobre la mesa.

Los 15 miembros del consejo de seguridad tienen actualmente grandes problemas para ponerse de acuerdo sobre los temas importantes. Como uno de los cinco miembros permanentes, Estados Unidos sacudió el gremio con su salida del pacto nuclear con Irán o su disputa comercial con China y Europa.

Al comienzo del Mundial, Miroslav Lajcak, presidente de la asamblea general de la ONU, se refirió a la fuerte relación entre deporte y paz. «Incluso en tiempos de guerra, el fútbol puede unir a la gente. Quizá tendremos necesidades o posiciones distintas, pero cuando estamos sobre el campo, todos somos iguales», dijo.

¿Podría la fiesta del fútbol llevar una distensión al turbulento consejo de seguridad? «El Mundial es en estos días una clara forma de romper el hielo en las conversaciones y conduce a un ambiente de multilateralidad más fuerte», aseguró el embajador suplente sueco Carl Skau. «El ambiente siempre es importante para la diplomacia. ¡Y es divertido!»

Si la fiebre futbolística se trasladará al trasiego diplomático está aún por ver. Lo más probable es que los gritos y suspiros en la sede de la ONU lleguen de aquellos sentados frente al televisor y no del consejo de seguridad.

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