SAN PETERSBURGO, Rusia
AP
Harry Kane se puede ir olvidando de Just Fontaine. A sesenta años de distancia, el récord de 13 goles en una sola Copa del Mundo del francés aún luce imbatible.
Pero al menos el artillero inglés tiene una oportunidad de oro de seguir escalando en la lista de anotadores de todos los tiempos si incrementa su cosecha de seis goles en los posibles tres partidos que le restan a su país en Rusia.
Un gol ante Suecia en los cuartos de final el sábado empataría a Kane con el polaco Grzegorz Lato, quien convirtió siete en Alemania 1974.
Desde entonces, ningún jugador concretó más de seis hasta que el brasileño Ronaldo metió ocho tantos para guiar a su país al título en Corea y Japón 2002.
Nadie ha vuelto a anotar seis o más desde entonces.
Aunque Kane tiene aún al alcance la posibilidad de igualar a Gerd Mueller, quien anotó 10 para Alemania en 1970, la marca mítica de Fontaine parece intocable al menos otros cuatro años.
La marca parecía en riesgo cuando Cristiano Ronaldo anotó cuatro goles en sus primeros dos partidos en Rusia. Cuando Ronaldo logró su cuarto tanto apenas a los cuatro minutos de su segundo partido del grupo ante Marruecos, un logro personal inmenso parecía posible porque su siguiente rival era Irán.
Pero el portugués, cinco veces ganador del Balón de Oro y máximo anotador europeo de todos los tiempos con 85 tantos, no pudo volver a marcar para el monarca de Europa y quedó fuera en los octavos de final.
Ronaldo se une a una ilustre lista de grandes artilleros, entre ellos el argentino Mario Kempes; el italiano Paolo Rossi y el inglés Gary Lineker, quienes se quedaron cortos de la marca.
Fontaine consiguió sus 13 en apenas seis partidos para la semifinalista Francia en el Mundial de Suecia 1958. En los videos de esa época se aprecia su vértigo, algo que comparte más con Ronaldo, que con Kane.
Aunque el garbo de un Pelé de 17 años de edad se robó los titulares para el campeón de ese 1958, Fontaine emergió como el implacable rematador. En total ese año, Fontaine anotó un total de 18 goles en 12 encuentros para Francia.
Su record es aún más sorprendente considerado que fue sometido a una operación de rodilla a finales de 1957 — en una era donde la medicina deportiva era menos avanzada que ahora — y regresó a las canchas a cuatro meses del inicio del Mundial.
«Para cuando junio llegó, ya caminaba sobre agua”, dijo Fontaine alguna vez en una entrevista para la FIFA. «Como Jesús».
Nunca fue reconocido por su modestia. Pero tanta presunción enmascaraba mucha y dolorosa frustración.
La carrera de Fontaine fue brutalmente interrumpida en su mejor momento por una doble fractura en la pierna izquierda a principios de 1960. El sonido de sus huesos quebrándose fue tan brutalmente fuerte que el arquero de Francia, Dominique Colonna, aseguró haberlo oído desde el otro lado de la cancha.
Fontaine regresó y siguió anotando, aunque no tanto. Dos años más tarde, cuando estaba a un mes de cumplir sus 29 años, se retiró. Su sueño de irse a España — posiblemente para jugar al lado del astro húngaro, Ferenc Puskas en el Real Madrid — acabó cruelmente.
El total de Fontaine de 30 goles en Europa ha sido opacado por los 85 de Ronaldo y los 65 de Messi, con Argentina, pero el hecho de que Fontaine logró su total en apenas 21 partidos es una señal inequívoca de lo prolífico que fue.
Además de Mueller, sólo otro jugador en la historia ha sido capaz de acercarse a los 13 en una Copa del Mundo: Sandor Kocsis en 1954.
Kocsis anotó 11 en cinco encuentros, una cifra aún más sorprendente considerando que el ilustre Puskas era la estrella del ataque de Hungría. Puskas poseía un control exquisito, el cual perfeccionaba haciendo malabares con una barra de jabón en la ducha del vestuario con su pie izquierdo.
Aunque la marca de Fontaine probablemente nunca será superado, Kocsis fue más prolífico en una Copa del Mundo.
El promedio de goles por partido de Fontaine en el ’58 fue de 2.17, comparado con los 2.2 de Kocsis en ’54.
Ninguno pudo acercarse a las ganancias que perciben las estrellas de ahora. Pero el premio como mejor anotador de Fontaine en Suecia ’58 quizá fue más apropiado: un rifle de caza.