San Petersburgo
DPA

En este Mundial, Suecia no solo ha vuelto a los primeros planos de la elite del fútbol, sino que también firmó una poderosa liberación: instalada en cuartos de final, demostró que su fiesta ya no depende de Zlatan Ibrahimovic.

Por primera vez en 24 años, el conjunto escandinavo se metió en los cuartos de final de un Mundial, después de vencer 1-0 a Suiza en un ejercicio de solidez y contundencia.

En un partido cerrado, los dirigidos por Janne Andersson aprovecharon una de las pocas posibilidades que hubo en el duelo y supieron defender bien después el resultado.

La conclusión es obvia: el equipo sueco se las arregla bien sin el mejor jugador de su historia, quizá hasta mejor que sin él. Ya no todos trabajan para la gran estrella, ahora el juego no está orientado a responder o a acompañar al gigante sueco.

«No tenemos calidades individuales como por ejemplo Alemania. Pero somos un buen equipo», explicó Emil Forsberg, autor del remate que provocó el gol ante los suizos, que no quiere que sus palabras se interpreten en relación a Ibrahimovic. «No quiero hablar de eso», añadió.

Tampoco quiere hablar del tema Andersson, el artífice de que Suecia sea hoy un equipo más allá de su gran figura, hoy en la Liga estadounidense. «Estamos hablando de él ahora y este equipo tiene un gran espíritu», dijo. «No tenemos los mejores jugadores del mundo. Pero somos un equipo», explicó de su lado Marcus Berg.

De cualquier modo, la euforia es grande en el país, que está a un paso de meterse en las semifinales por primera vez desde 1994. Muchos suecos sueñan incluso con llegar a la final en Rusia, después de aquella que jugaron como locales hace 60 años.

«Durante las transmisiones uno tiene la impresión de que todo el país se paraliza», dijo Mats Gren, jefe deportivo del IFK Gotemburgo.

«Y probablemente seguirá así. La gente corre por todos lados con la camiseta amarilla. Aman tanto este equipo como el de hockey sobre hielo», compara el funcionario con el conjunto campeón del mundo en mayo.

«Quizá podamos lograr lo mismo», señaló con una sonrisa el volante Viktor Claessen.

Desde luego, la alegría está también en los medios. «Fue el partido más grande del equipo masculino desde hace doce años», escribió el periódico «Dagens Nyheter». «Y el sábado será aún más grande», deseó el diario.

Ocurra lo que ocurra, Suecia, que dejó fuera del Mundial a un gigante como Italia, ya consumó su independencia de Zlatan Ibrahimovic. Y por eso celebra.

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