Hamburgo
DPA

«Volveremos», rezaba desafiante la gran pantalla de video mientras decenas de miles de hinchas del Hamburgo aplaudían al equipo que luchó y ganó en casa por 2-1 al Borussia Mönchengladbach, pero no logró evitar el primer descenso de su historia.

Un pequeño grupo de ultras lanzó bengalas y bombas de humo a la cancha al final del último partido en la división mayor para los hamburgueses, que se preciaban de ser el único club que nunca había perdido la categoría desde la fundación de la Bundesliga en 1963.

La institución que tuvo entre sus filas al icónico capitán Seeler y a glorias como Kevin Keegan, Felix Magath y Horst Hrubesch levantó tres trofeos de liga en 1979, 1982 y 1983, tres Copas Alemanas, la Recopa europea en 1983 y la Copa de Europa en 1983.

Pero el último éxito fue hace 31 años, cuando ganó la Copa Alemana en 1987. En 2009 y 2010 consiguió llegar a las semifinales de la Copa de la Uefa, hoy Liga Europa. Desde entonces, gastos descontrolados y errores de gestión se fueron sumando y la lucha contra el descenso se volvió la prioridad número uno del tradicional club del norte germano.

El Hamburgo se puso a salvo en el puesto 15 en 2012 y 2017 y tuvo que ganarse la permanencia en los partidos de promoción de 2014 y 2015 hasta agotar su suerte en esta temporada pese a los millones inyectados durante años por el empresario Klaus-Michael Kühne.

Tras los dos primeros partidos de la campaña tuvo que dejar el banco de entrenador Markus Gisdol y su sucesor Bernd Hollerbach sólo se mantuvo durante siete fechas en las que no consiguió cantar victoria. El hasta entonces técnico de la categoría sub21 del club, Christian Titz, asumió ocho fechas antes del final.

La llegada de Titz insufló nueva confianza al plantel, que enhebró victorias contra el Schalke, el Stuttgart y el Wolfsburgo con un fútbol ofensivo y vistoso. La esperanza en la ciudad portuaria, temerosa de quedarse sin el mejor fútbol, reverdeció.

Pero la victoria de hoy sobre el Gladbach llegó demasiado tarde, cuando el equipo ya dependía de otros. El Wolfsburgo, antepenúltimo y dos puntos por delante, se llevó la palma contra el Colonia por 4-1 y sentenció a los hamburgueses al descenso tras 54 años y 261 días en primera.

La afición cerró filas detrás del conjunto en las últimas semanas sabiendo que era una lucha a todo o nada. Miles de hinchas esperaron la llegada del autobús al estadio y no dejaron de cantar durante todo el encuentro ante un estadio colmado con 57.000 personas. Incluso el césped del estadio fue decorado con el rombo que simboliza al club.

El partido se vio empañado por el lanzamiento de pirotecnia que obligó al árbitro Felix Brych a interrumpirlo durante un cuarto de hora en el que la policías a pie y a caballo se apostaron en el césped para evitar que fuese invadido por violentos.

Seeler se sumó al coro de los expertos que opinaron que el equipo se podría haber salvado si Titz hubiese tomado las riendas en una fase más temprana de la campaña. «Sí, probablemente», dijo después del cotejo.

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