Por Ignacio Encabo
Múnich
Agencia dpa)
Algo tiene este Real Madrid que sale siempre vivo y exitoso cuando todo se le pone cuesta arriba en Europa. Es capaz de ir perdiendo una final en el minuto 92 y ganarla por 4-1. De jugar sin red ante el Paris Saint-Germain de Neymar y compañía y acabar venciendo los dos partidos. O de viajar a Múnich y vencer al Bayern sin hacer un buen partido.
La victoria de ayer por 2-1 en el Allianz Arena en la ida de las semifinales es una muestra más de ese instinto de supervivencia al que se ha aferrado el Real Madrid en el último lustro. Ante el Bayern quedó grogui con el 1-0 de Joshua Kimmich y estuvo a punto de recibir el 2-0. Sólo un mal control de Franck Ribery lo impidió.
Así estaba el Real Madrid, suspirando por el descanso, cuando Marcelo enganchó un latigazo desde el balcón del área para poner el empate. Y en la segunda parte resistió las acometidas del campeón alemán y aprovechó una contra para poner un pie en la final de Kiev.
Hacer un partido pobre ante el Bayern suele ser sinónimo de derrota. Pero esta generación de futbolistas blancos son capaces incluso de no jugar bien y aun así ganar en Múnich, un campo en el que históricamente sufrió como en ningún otro.
Si el Real Madrid ha vivido en las últimas Champions de los goles de Cristiano Ronaldo, el portugués no generó peligro ayer. Pero ni eso frenó al Real Madrid. Tampoco la lesión muscular de Dani Carvajal: Lucas Vázquez, extremo, retrasó su posición y contuvo a un Franck Ribery eléctrico. Que el partido acabara con el Bayern perdiendo 2-1 sólo se puede explicar por el rival que tenía enfrente.
«Nosotros creemos», indicó el técnico del Real Madrid, Zinedine Zidane, intentando sintetizar la mística que une a su equipo con la Champions. Está a 90 minutos de su tercera final consecutiva.
No es ni mucho menos la primera vez que el Real Madrid sale vivo de una situación peliaguda. En 2014, cuando inició su actual ciclo glorioso, estaba perdiendo 1-0 ante el Atlético en la final de la Champions a falta de pocos segundos. Era el minuto 93 cuando Sergio Ramos anotó un testarazo y llevó el partido a la prórroga, donde los suyos se impusieron 4-1.
Dos años después volvieron a medirse con el Atlético con el título de por medio y ganaron en la lotería de la tanda de penales. En la última temporada se escribió mil veces que nadie había conquistado nunca dos Champions consecutivas. Hasta que llegó el Real Madrid de Zidane.
Los sorteos de este año le colocaron durísimas piedras por el camino. PSG, Juventus y Bayern en las eliminatorias y el Real Madrid ganó a todos fuera de casa.
Justo cuando más languidecía en España, con la Liga y la Copa perdidas, llegó el PSG de Neymar, Edinson Cavani y Kylian Mbappé al Santiago Bernabéu. Los franceses eran favoritos en las apuestas, pero perdieron 3-1 y en la vuelta volvieron a caer 2-1.
Y como cualquier campeón necesita sus dosis de fortuna, el Real Madrid también las ha tenido. En la vuelta de cuartos ante la Juventus perdía 3-0 en el minuto 93 y el partido se iba a la prórroga, pero el árbitro señaló un polémico penal que envió al equipo a las semis sin necesidad de sufrir más.
«El Real Madrid gana porque sí», tituló hoy su crónica el diario «El País», que en otra nota escribió. «Puede que no ganasen los mejores pero ganaron los de siempre».
Algo tiene este Real Madrid que tiene mucho de funámbulo pero que no se cae de la cuerda por muchas turbulencias que haya.