Madrid/Londres
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«Arsene, ¿qué?», se preguntó la prensa inglesa en grandes titulares cuando Arsene Wenger fue presentado el 28 de septiembre de 1996 como nuevo entrenador del Arsenal.

Nadie se imaginaba que ese técnico francés, que venía del Nagoya, cambiaría la historia del club «gunner» ni que estaría 22 años en el banquillo. Wenger aterrizó en un Arsenal perdido y lo convirtió en uno de los mejores equipos del mundo, aunque con una cuenta pendiente: triunfar en Europa.

«Creo que es el momento adecuado para renunciar», anunció Wenger, de 68 años, en un comunicado del club inglés. Apodado «Le Professeur» por las gafas que llevaba en sus primeros años en Londres, deja al equipo tras varios años lejos de los grandes títulos. Pero su huella en el Arsenal será imborrable.

Wenger se convirtió en el primer entrenador extranjero que se proclamó campeón en la cuna del fútbol. El técnico ganó tres veces la Premier League y siete Copas. Y en la temporada 2003/2004 logró algo sensacional: el Arsenal se convirtió en el primer club desde 1888-89 que ganaba una Liga invicto. A ese equipo se le conoció como «Los Invencibles».

«Entonces tuve la sensación de que estaba haciendo un buen trabajo. Cuando se supera toda una temporada sin una sola derrota, no queda mucho lugar para mejorar», dijo el entrenador, diplomado en Economía. Su mayor sueño siempre fue que su equipo «roce la perfección, aunque sea sólo por cinco minutos».

En Londres persiguió ese sueño desde el principio e inyectó al «boring, boring Arsenal» (aburrido, aburrido Arsenal) un fútbol atractivo. Con rápidos pases cortos y una novedosa defensa por zonas transformó el club del norte de Londres en uno de los equipos de mejor estilo de Europa.

Inglaterra dejó de ver juego en largo y directo y descubrió un fútbol de toque novedoso. Para ello fichó a jugadores de todo el mundo, siendo el primero en la historia en alinear un once titular sin ingleses. En su filosofía triunfaron futbolistas de la talla de Thierry Henry, Cesc Fábregas, Robin van Persie, Dennis Bergkamp, Patrick Vieira, Robert Pires o Freddie Ljungberg.

«Cuando yo jugaba en el Arsenal, la gente hablaba de cómo jugábamos. No quedará tanto lo que ganamos, pero sí cómo lo hacíamos. Arsene cambió al Arsenal y lo convirtió en un club reconocido a nivel internacional», señaló Henry, máximo goleador de la historia «gunner». «Su legado será intocable».

La habilidad de Wenger consistió en transformar jóvenes talentos en jugadores de clase internacional y en convertir en futbolistas clave a hombres que fracasaron en otros equipos. El francés Henry no era protagonista en la Juventus de Turín cuando Wenger se lo llevó a Londres en 1999, donde se convirtió en una estrella mundial.

Casi todos los clubes punteros de Europa se interesaron alguna vez por el alsaciano, que habla con fluidez seis idiomas. Incluso la Federación Alemana de Fútbol le ofreció en tres ocasiones el puesto de selecionador nacional. En 1994 estuvo a punto de aterrizar en el Bayern Múnich. «Pero el Mónaco no quiso darme la libertad», reveló Wenger.

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