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LONDRES
DPA
El Barcelona sacó hoy un rentable 1-1 en su visita al Chelsea en un partido, correspondiente a la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, que mostró una cara gris del equipo azulgrana hasta que finalmente Lionel Messi acudió al rescate tras un regalo del rival.
Fue un choque emocionante, aunque de muy poca calidad. El Barcelona estuvo muy espeso y apenas creó ocasiones. Vivió en el filo de la navaja tras el gol de Willian para el Chelsea y Messi propició un gran resultado para el conjunto español en un clamoroso error de Andreas Christensen.
El Chelsea avisó de sus intenciones ya en su alineación. Antonio Conte renunció a jugar con un delantero y llenó el equipo de centrocampistas. Eligió defender muy agrupado y salir desde atrás con velocidad.
El Barcelona tuvo la posesión en la primera parte con un 78 por ciento, pero no le sirvió de nada porque jugó apático y sin profundidad. Se fue al descanso sin un solo disparo entre palos, mientras el Chelsea acumuló tres ocasiones de verdad.
Por ejemplo, un disparo de Eden Hazard, un jugador de calidad extrema. Aunque nada fue tan claro como los dos lanzamientos de Willian que tuvieron un mismo destino: la madera. Un disparo se estrelló en el palo izquierdo de Ter Stegen y el otro se fue al derecho. Conte no se lo podía creer.
El Barcelona se retiró al descanso agradeciendo su suerte y preocupado por su atonía general. En cambio, el Chelsea lamentó las ocasiones perdidas a pesar de renunciar a tener el balón. En realidad se había jugado a lo que había querido el conjunto inglés.
La segunda parte fue muy similar. El Barcelona pareció insinuar algo más de intensidad tras el intermedio, pero pronto volvió a un extraño estado de hipotensión impropio de una eliminatoria de Liga de Campeones.
El Chelsea parecía convencido de que le llegaría su oportunidad y así ocurrió. A los 62 minutos, hubo un saque de esquina y el Barcelona dejó solo precisamente al jugador que no debía. Willian recibió en la frontal del área y marcó con un precioso disparo ajustado. Una concesión azulgrana perfectamente aprovechada por el brasileño.
El Barcelona acusó el tanto y tampoco se lanzó a un ataque desaforado. El empate sólo podía llegar a través de dos vías: un error del Chelsea y/o la aparición de una individualidad. Ocurrieron las dos cosas en una misma jugada.
A los 75 minutos, Christensen dio un pase prohibido desde un lateral hacia la frontal de su área y Andrés Iniesta asistió para que Messi marcara llegando lanzado desde atrás. Fue el primer gol del argentino al Chelsea en toda su carrera y lo celebró con furia.
Como tantas otras veces, el Barcelona había vivido en el alambre y al rescate apareció su gran estrella para salvar un resultado magnífico en un mal partido. Messi y un enorme regalo del Chelsea acercaron al Barcelona a los cuartos de final de la Liga de Campeones.