Por LUIS RUIZ
PYEONGCHANG, Corea del Sur
Agencia (AP)

Un día, la casualidad hizo que Germán Madrazo conociera la historia de un peruano que compitió en los Juegos Olímpicos de Invierno. Al mexicano, un triatleta que había participado varias veces en la prueba del ironman, le interesó la historia, de aquel deportista, y se propuso imitarlo algún día.

Y había muy poco tiempo para preparar ese día. Madrazo tenía 42 años, un negocio que atender y era padre de trillizos. Por cierto, tampoco tenía mucho dinero para costearse sus quimeras.

Lo que ocurrió entre aquella decisión y la prueba de 15 kilómetros de esquí de fondo que Madrazo disputó hoy tiene tintes de “road movie”, historia de superación y proyecto aventurero de tres deportistas, unidos en una fraternidad, incluido el chileno Yonathan Fernández, quien compitió en la misma jornada, y el tongano Pita Taufatofua, el mismo que desfiló sin camisa en la ceremonia inaugural de Pyeongchang.

Madrazo, de 43 años, ocupó el último puesto entre los 116 participantes que llegaron a la meta. Otros tres no pudieron con el atroz recorrido en el Parque Olímpico de Alpensia y no terminaron.

Pero el lugar no importa, sino la historia que Madrazo les quiere contar a los mexicanos y al mundo.

“Lo que yo quiero que mis compatriotas sepan es que no importa si tienes 43 años, si naciste en México o si no tienes dinero para practicar un deporte”, afirmó. “Si quieres hacerlo, puedes hacerlo”.

Hay que creerle. Madrazo se entusiasmó tras conocer a fondo la historia de Roberto Carcelén, primer peruano en los Juegos Olímpicos de Invierno, quien compitió en Vancouver 2010 y llegó a la meta del esquí de fondo en Sochi, pese a tener dos costillas fracturadas.

Mediante las redes sociales, el mexicano le preguntó a Carcelén si lo podía ayudar. En respuesta, le recomendó a su entrenador, residente en Estados Unidos.

 

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