Por LUIS RUIZ
PYEONGCHANG, Corea del Sur
Agencia (AP)

Cuando Verónica Ravenna tenía 6 años, sus padres se mudaron de Argentina a Canadá. El destino la llevó así a crecer muy cerca de la zona en que se realizaron las competiciones de luge en los Juegos Olímpicos del 2010.

Abrazó ese deporte, pero siempre siguió sintiéndose argentina. Ahora ha alcanzado dos sueños: una participación olímpica invernal y representar en estas instancias al país donde nació y al que sigue llevando en el corazón y en un habla fluida y correcta del español.

“Yo sé que algunos se marcharon de pequeños a otro país y olvidan la lengua, pero yo puedo hablar, leer y hasta escribir en español”, dijo orgullosa. “Escribir me llevó un poco de tiempo, porque quiero aplicar algunas reglas del inglés al español, y no anda. Pero en mi casa no nos dejaban hablar inglés ni a mi hermano ni a mí”.

Ravenna lleva también a la nación sudamericana en el nombre de su perro.

“Se llama Malbec, como los mejores vinos argentinos”, dijo entre risas la “lugista” de 20 años.

La mudanza en aquel 2004 llegó por decisión del padre, motivado un poco por el trabajo y otro tanto por las aspiraciones deportivas.

“Mi papá tiene una compañía de pisos, que lo dejó mudarse a cualquier parte del mundo”, explicó Ravenna. “Es fanático del esquí y eligió Whistler”.

Esa localidad se ubica a un par de horas de Vancouver, y fue una de las subsedes olímpicas. A escasos metros de la casa familiar, se ubica el tobogán usado en las justas de hace ocho años.

Así, Ravenna se enamoró más del trineo que de los esquíes.

Ayer tras sus dos primeras ejecuciones la deportista había reconocido que estaba nerviosa por enfrentar a consagradas como la alemana Natalie Geisenberger. Confió en mejorar sus largadas y su desempeño el martes, durante el tercer recorrido, que clasificaba a la final.

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