Londres
DPA

Con una mochila llena de confianza y la inercia más positiva que se le recuerda en varios años, el español Rafael Nadal afrontará a partir del lunes el sprint final en Wimbledon, donde busca un nuevo pedazo de historia.

El campeón de 15 Grand Slam llegó a la segunda semana del torneo exhibiendo un tenis que, según coinciden los entrenadores que le acompañan en Londres, está a un nivel suficiente como para poder pensar en una tercera copa en la catedral del deporte de la raqueta.

«Podemos estar esperanzados en conseguir algo grande», asegura Toni Nadal, tío y técnico de toda la vida del ex número uno. Francis Roig, el otro hombre que se sienta en el banquillo de Nadal en Wimbledon, añade: «Está jugando con ritmo, fallando poco, sacando bien, con una intensidad alta durante todo un partido. No es casualidad que no haya perdido ningún set. La adaptación está, ahora hay que ir metiendo pequeños detalles, pero la base está».

Las estadísticas de Wimbledon hablan de un Nadal muy bien adaptado a la hierba, la superficie más imprevisible del circuito y en la que no jugaba desde hacía dos años. El zurdo no ha cedido un set en las tres primeras rondas, lleva 17 breaks a favor y sólo cuatro en contra y sumando más del doble de winner (112) que de errores no forzados (53).

Pero las estadísticas no lo dicen todo. El tenis son números pero también sensaciones. Tampoco anda mal Nadal en ese aspecto. «Hacía tiempo que no jugaba a este nivel. Era imposible mantener ese nivel porque casi casi era irreal», dijo el jugador de 31 años el viernes tras superar por 6-1, 6-4 y 7-6 (7-3) con instantes de suma brillantez.

Aunque es comúnmente mencionado como el «rey de la arcilla», Nadal recordó esta semana en varias ocasiones que él jugó cinco finales seguidas en la hierba del All England. Llegó al partido decisivo en 2006, 2007, 2008, 2010 y 2011, mientras que en 2009 no compitió por una lesión.

Sin embargo, en sus últimas cuatro participaciones no pasó de octavos y cayó siempre ante rivales de fuera del «top 100». Pero salvo 2013 -el año en el que ganó diez títulos para volver al número uno-, Nadal no había aterrizado en Londres con semejante bagaje en la primera mitad de la temporada.

El español jugó las finales de Australia, Acapulco y Miami y después arrolló en la temporada de arcilla con los títulos de Montecarlo, Barcelona y Madrid antes de su décimo Roland Garros.

«Si soy capaz de pasar los dos primeros partidos en Wimbledon, entonces cambia la historia, es una superficie que me divierte», dijo Nadal hace un mes. «Si pasa la primera semana, es mi favorito», indicó el croata Goran Ivanisevic, campeón del certamen en 2001.

Nadal se enfrentará el lunes en octavos al luxemburgués Gilles Müller, número 26 del ranking y un potente sacador que lleva en las últimas semanas diez victorias y sólo una derrota en hierba. Y después le esperarían, de acuerdo al orden de preclasificados, Marin Cilic en cuartos y Andy Murray en semis. En la final chocaría, dice la lógica, con Roger Federer o Novak Djokovic.

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