Por Noelia Román
Barcelona
Agencia/dpa

Eran solo los octavos, pero pareció que lo que se festejaba anoche en el Camp Nou era una final, un título de los grandes, una «Champions». O una venganza largamente esperada.

Rugía la hinchada azulgrana enloquecida y aún incrédula, y celebraban los jugadores del Barcelona unos encima de los otros, unidos en una piña delirante después de protagonizar uno de sus mayores gestas deportivas, si no la mayor.

Las Copas de Europa y las Ligas conquistadas en su glorioso pasado parecían quedarse pequeñas al lado del 6-1 que Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez y compañía acababan de firmar frente al Paris Saint-Germain en los instantes finales de un duelo increíble, de infarto.

En el minuto 88 del choque de vuelta de los octavos frente a los franceses, el Barcelona, que perdió 4-0 en París, ganaba solo 3-1 y se despedía de Europa.

Ocho minutos después, Neymar había rubricado un doblete y Sergi Roberto -que, según bromearía su técnico después, «perdió el gol en juveniles»-, culminado una remontada histórica que clasificaba a los azulgrana para los cuartos de manera épica y saciaba su sed de venganza.

La habían cultivado de manera casi silenciosa en las semanas que siguieron al 4-0, cuando medio mundo los dio por muertos con hirientes críticas a su penosa imagen y a su pobre fútbol en París.

No lo estaban, pero pocos abrieron la boca para decirse vivos. Apenas el locuaz Gerard Piqué y Luis Suárez se atrevieron a pedir públicamente a su hinchada que soñara, que siguiera creyendo.

También Luis Enrique, el entrenador, había reivindicado todo lo logrado por su equipo, después de anunciar que no seguirá al frente del banco azulgrana la próxima temporada.

Ayer, cuando Sergi Roberto culminó la vengativa remontada, se lanzó a la cancha, enloquecido, emulando a su antecesor, el expresivo Josep Guardiola.

«Es que esto ha llegado después de pasar el luto», dijo Luis Enrique, una hora después de haber corrido a abrazar a sus jugadores como si fuera un sprinter.

«Después del 4-0, nos dieron por todos los lados, especialmente a uno, porque, aunque no leo, me entero de todo», añadió el entrenador del Barcelona, con ánimo vindicativo.

En el vestuario, festejaban aún algunos de sus jugadores, exultantes. Minutos antes, sobre el césped del Camp Nou, la fiesta había sido aún más grande.

Allí, en el mismo lugar donde habían conquistado y celebrado títulos, hinchada y jugadores se frotaban los ojos para asegurarse de que no estaban soñando, de que habían sido los primeros en los más de 60 años de historia de la Copa de Europa en voltear un 4-0 en contra.

La afición aplaudía, gritaba y hasta lloraba, emocionada por la gesta que su equipo había protagonizado y le había hecho vivir.

Los jugadores saltaban, se abrazaban, se tiraban por el césped, más que felices tras añadir a su ya fabuloso currículo otro hito inédito en la historia del fútbol europeo.

«Lo de hoy es difícilmente explicable con palabras, es como un guión de película de terror», dijo Luis Enrique una hora después de haber salido corriendo del banco para unirse a la fiesta de sus pupilos, enloquecido.

«Éste es un deporte de chiflados, único, y ningún niño ni adulto olvidará esta noche en su vida», añadió el entrenador del Barcelona, ya mucho más calmado, en la sala de prensa del Camp Nou.

«Siento un chorro y un torrente de sentimientos, aunque no soy de emocionarme; pero lo he disfrutado como los demás», añadió el habitualmente parco Luis Enrique.

Sobre el césped del Camp Nou se le había visto eufórico como pocas veces. Casi tanto como algunos de sus jugadores, que tardaron más de diez minutos en abandonar la cancha donde agradecían el incondicional aliento de su afición.

«Hay euforia y desahogo en el vestuario», confesó Javier Mascherano, habitualmente el portavoz más sereno de los azulgrana.

Euforia porque el Barcelona redondeará una década disputando los cuartos de final de la Champions, algo que ningún otro equipo había logrado antes. Desahogo porque continúan vivos en las tres competiciones más importantes y, a partir de ahora, están convencidos de que todo se puede lograr.

Este es un deporte de chiflados, único, y ningún niño ni adulto olvidará esta noche en su vida.
Luis Enrique Martínez, entrenador del Barcelona.

Piqué: «Hoy la gente va a hacer mucho el amor»

El futbolista del Barcelona Gerard Piqué se mostró hoy cauto tras la histórica remontada de su equipo en la Liga de Campeones pero aseguró que los hinchas azulgranas lo celebrarán a lo grande.

«Que los hospitales de Barcelona contraten a muchas enfermeras dentro de nueve meses porque hoy la gente va a hacer mucho el amor», indicó Piqué tras el 6-1 con el que el Barcelona arrasó al Paris Saint-Germain para remontar el 4-0 de la ida de los octavos.

El defensa azulgrana se acordó de algunos entrenadores, como Raymond Domenech o Arrigo Sacchi, que criticaron en las últimas semanas al Barcelona.

«La trayectoria que lleva este equipo en los últimos años no tiene palabras. Entiendo que haya gente como el señor Sacchi o el señor Domenech, hay una lista con entrenadores que han hablado de nosotros. Habrá un día que caeremos, pero seguimos vivos», señaló el central en el Camp Nou.

«Tenemos que celebrarlo con moderación porque al final no hemos hecho nada, sólo nos hemos mantenido vivos, queda un trayecto aún muy complicado. Pero moralmente esto nos da mucho», agregó.

Piqué también lanzó un mensaje a los hinchas que colmaron hoy el estadio azulgrana: «La afición culé normalmente es pesimista, pero la generación nueva cree más en el equipo y hoy en el Camp Nou han ido todos a una».

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