Zagreb
DPA

El argentino Juan Martín del Potro cerró ayer su inolvidable 2016 de una manera que jamás habría soñado meses atrás, con la brillante Ensaladera de la Copa Davis de tenis entre sus brazos.

Eran poco más de las diez de la noche en la capital de Croacia cuando sonó el himno argentino en el Arena Zagreb y Del Potro sostenía, cual bebé, una pequeña réplica del gigante trofeo que brillaba en la oscuridad de un estadio con las luces apagadas.

Ese «hijo» que tenía Del Potro en brazos a sus 28 años no era sólo el trofeo más importante de su carrera junto con el US Open de 2009, era la confirmación de que cuando en febrero regresó al circuito en Delray Beach lo hizo para quedarse. Atrás quedó ya el calvario de dos años con tres operaciones en la muñeca izquierda.

Su triunfo en el cuarto punto de la final ante Croacia fue casi una síntesis de su lucha fuera de las canchas. Estaba casi desahuciado tras perder los dos primeros sets ante Marin Cilic, el número seis del mundo, pero se recuperó para ganar por 6-7 (4-7), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3 tras casi cinco horas. Una remontada que nunca antes había logrado en su carrera y como la que hizo en el ranking: escaló prácticamente 1.000 puestos -ahora está el 38- desde su regreso.

A ese triunfo que fue volver a competir siguió un año mágico por lo inesperado de su nivel y sus victorias. Ganó a las mejores raquetas del mundo -Andy Murray, Novak Djokovic, Rafael Nadal y Stanislas Wawrinka incluidos-, se colgó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, conquistó en Estocolmo su primer título en casi tres años y ayer cerró el curso con la ansiada Davis.

Ansiada porque hasta esta temporada jugó dos finales, perdió ambas y ni siquiera había podido ganar un solo duelo en las definiciones. Y hoy estuvo a un suspiro, siete puntos para ser exactos, de volver a tropezar en una final.

«Su corazón es enorme, enorme, sobre todo cuando representa a su país. Hoy dio la vuelta a un partido que parecía imposible», indicó en rueda de prensa su capitán, Daniel Orsanic.

Igual de imposible parecía que Del Potro recuperara su mejor nivel en cuestión de meses, pero lo hizo. «Muy pocas personas saben del esfuerzo que hice para no bajar los brazos», indicó en el Arena Zagreb.

Del Potro ganó el US Open en 2009 y meses más tarde alcanzó el número cuatro del mundo, pero 2016, aunque el ranking no diga lo mismo, significa mucho más para él. Ganó la batalla más difícil y se ganó el reconocimiento unánime del mundo del tenis.

En el US Open llegó a llorar incluso en pleno partido cuando las gradas se pusieron en pie para aplaudirle. «El hombre más querido del tenis», ilustró «The Wall Street Journal» durante el torneo neoyorquino.

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