Zagreb, Croacia
DPA

Con una mezcla de alivio y éxtasis, con caras de emoción y con más de una lágrima en las mejillas, el equipo argentino de la Copa Davis de tenis festejó ayer haber conseguido por fin la esquiva ensaladera de plata.

El triunfo de Federico Delbonis sobre Ivo Karlovic por 6-3, 6-4 y 6-2 rubricó la victoria de los sudamericanos en el Arena de Zagreb, horas después de que Juan Martín del Potro ganara, según sus propias palabras, el partido más importante de su carrera a Marin Cilic por 6-7 (4-7), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3.

«Finalmente salimos campeones. Me cuesta todavía entender, me cuesta entender mi partido, lo de Fede fue increíble, es increíble tener esta Copa», expresó Del Potro al término de una jornada con el termómetro de la emoción por las nubes.

Los fríos pasillos del Arena Zagreb escucharon canciones sin cesar de la delegación albiceleste, tan ruidosa como numerosa. Gritos, bromas y caras de desahogo: los Juan Martín del Potro, Federico Delbonis, Leonardo Mayer y Guido Pella, nuevos héroes del tenis argentinos, no podían contener la alegría.

No era para menos. Argentina acababa de ganar su primera Copa Davis después de cuatro finales perdidas y con todo en contra, pues jugaba de visitante, ante la Croacia de Marin Cilic e Ivo Karlovic y encima arrancó la jornada decisiva 2-1 abajo.

Y todo se puso negro cuando Del Potro perdió los dos primeros sets ante Cilic en el cuarto punto. Ahí, a apenas siete puntos de decir otra vez adiós a la copa, revivió Argentina.

«Era ahora o nunca, porque no tenía más chances», contó después Del Potro, dedo roto y nariz roja de la emoción. El número uno argentino no quiso separarse ni un sólo instante de la réplica del trofeo que le dieron en el podio.

Al fin era suya la Davis y ya podía relajarse. Porque en el entrenamiento de la mañana se le vio tremendamente tenso, con cara de pocos amigos, casi sin pestañear. Así estuvo casi toda la semana el equipo argentino, rígido y tirante, pese a que jugaban prácticamente en casa.

Lo primero que hizo el ex número cuatro del mundo cuando se acercó a la Ensaladera fue besarla. Igual que Delbonis, que después levantó la copa y casi se le cae la base. Pero dabe igual, todo daba igual. Así estaba Mayer, sin camiseta y con los ojos fuera de sus órbitas, botando sobre la cancha y celebrando a la distancia con Maradona, totalmente enloquecido en su palco.

«Por fin, por fin», decía Del Potro mientras caminaba por las catacumbas del estadio. «Yo aposté a que me rapaba», bromeaba el segundo capitán, Mariano Hood, que tiene la cabeza pelada. «Ya la tenemos», festejaba Delbonis.

Y Mayer no lo podía creer tampoco, pero también tenía su mente en enero, cuando está previsto que nazca su primer hijo, Valentino. «Esta copa es importante, pero no tiene comparación».

Cuatro veces, en 1981, 2006, 2008 y 2011, tropezó Argentina en la final del trofeo por naciones más importante del tenis. Nunca en la historia un equipo había caído tantas veces en la definición sin alzarse con el título.

«Puede ser el mejor partido de mi vida si esto termina bien», dijo Del Potro después de cuatro horas y 53 minutos de batalla. «Pero creo me lo voy a recordar siempre más allá de lo que pase y va a ser un momento inolvidable», agregó después de remontar dos sets por primera vez en su carrera.

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