París
DPA

El futbol europeo asistió a un cambio de orden en Francia 2016: el músculo y la precaución defensiva acabaron con los años de dominio del «tiqui-taca», un estilo destinado a reinventarse si no quiere ser un simple recuerdo.

La receta que combina mucho orden en la zaga, cero riesgos, balones largos, un despliegue físico descomunal y unas gotas de suerte en los instantes decisivos dominó una Eurocopa que consagró ayer a Portugal como nuevo campeón.

«Siendo estrictos, no creo que haya habido un solo equipo de los 24 que haya convencido en este campeonato. No ha sido un torneo para los amantes del futbol gourmet», analizó el ex futbolista alemán Lothar Mattäus en una columna para dpa después de la final en la que Portugal tumbó a Francia 1-0 en la prórroga.

Hubo un instante que reflejó como pocos el cambio de jerarquía. Xavi Hernández, el principal actor de la España que ganó dos Eurocopas y un Mundial entre 2008 y 2012, posó la copa Henri Delaunay sobre una repisa en el césped del Stade de France minutos antes de la final. Era la España del «tiqui-taca» pasando el testigo. Un jugador de 1,70 metros y menos de 70 kilos dejando un trofeo por el que pelearían fornidos atletas.

La final la disputaron futbolistas como Moussa Sissoko, Paul Pogba, Cristiano Ronaldo, Renato Sanches, Blaise Matuidi, William Carvahlo o Éder. Entre todos no suman seguro ni un gramo de grasa. Son futbolistas de una corpulencia y de un vigor acorde al deporte contemporáneo, auténticos «superhombres» capaces de aguantar al máximo nivel físico durante los 128 minutos y dos segundos que duró la final. Los futbolistas galos acumularon 138 kilómetros en sus piernas y los lusos otros 143,7.

«Ya no somos tan efectivos con nuestro estilo de juego», fue una de las conclusiones a las que llegó el español Gerard Piqué después de que su selección cayera ante una Italia de poco brillo y mucho oficio en los octavos de final.

Italia usó el mismo esquema que Holanda y Chile, las selecciones que expulsaron a la selección de Del Bosque del último mundial: defensa de cinco, una presión asfixiante y galopadas a la contra.

Agotado el ciclo de la España que había enamorado a todos con su futbol, las esperanzas de los más románticos se pusieron en la Alemania de Joachim Löw, una selección que reinterpretó su futbol para proclamarse campeona del mundo en Brasil 2014.

Su viaje en la Eurocopa acabó sin embargo en semifinales ante Francia. Ese partido de Alemania fue quizás lo más destacado del torneo desde el punto de vista estético. Lo hizo todo bien la «Mannschaft» salvo lo más importante en el futbol: meter goles. Perdió 2-0 con un 65 por ciento de posesión.

En la Eurocopa 2016 reinó la igualdad. La ampliación del número de participantes de 16 a 24 no bajó la competitividad. Al revés: todas las selecciones menores salieron reforzadas. Gales alcanzó las semifinales, Islandia viajó hasta cuartos de final y Hungría, Irlanda, Albania o Polonia dieron buenos sustos a algunas de las favoritas.

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