Londres
DPA

Toda la presión y la carga de nacionalismo que se respiraba en la pista central del torneo de tenis de Wimbledon se cristalizaron en las lágrimas del británico Andy Murray al consagrarse ayer campeón por segunda vez en su carrera en el All England al vencer al canadiense Milos Raonic en la final por 6-4, 7-6 (7-3) y 7-6 (7-2).

El ídolo local exteriorizó sus emociones luego de tres años de espera desde su último título de Grand Slam y tras dos semanas de creciente expectativa sobre sus hombros, sobre todo con la prematura eliminación del máximo favorito, el serbio Novak Djokovic.

«Voy a tratar de disfrutar mucho este título porque el anterior había sido muy estresante por la presión», dijo Murray en la premiación, abrazado al trofeo que también había ganado en 2013, que significó el primero de un tenista británico desde que Fred Perry ganara en 1936.

«La última vez fue una cosa tan grande que un británico lo ganara, que me habían preguntado tantas veces por eso y era cada vez mayor la presión», explicó luego el número dos del mundo en la conferencia de prensa como campeón de la 130 edición de Wimbledon.

Al vencer contundentemente a Raonic en la «Catedral», Murray se redimió ante su público, pero también ante sí mismo. El británico, de 29 años, disputó once finales de Grand Slam y solo ganó tres (Wimbledon 2013 y 2016 y US Open 2012).

Hoy fue la primera vez que consiguió alzar un trofeo grande sin enfrentar en la final a Djokovic o al suizo Roger Federer, sus dos grandes verdugos desde 2008.

Ante su público, en una tarde soleada en la «Catedral», un sólido Murray repitió la hazaña de 2013, cuando venció al número uno, y se convirtió en el primer británico en alzar más de una vez el trofeo en el All England después de Fred Perry (1934, 1935 y 1936).

Cómodo, acostumbrado a soportar la presión y al ambiente especial del domingo en la pista central del All England, Murray anuló el servicio potente de Raonic, que ganó 46 de 74 puntos en la red y apenas conectó ocho aces, cuando acumulaba un promedio de 23 por partido en los seis previos juegos hasta la final.

Sólido en la devolución, consistente a lo largo del partido y consciente de la ocasión única al enfrentar un novato en finales grandes, el británico se consagró con todos los méritos.

Además, Murray concluyó una excelente temporada sobre hierba, con un récord de 12-0 tras llegar a Wimbledon luego de ganar la final del torneo de Queen’s, ante el mismo Raonic, en tres sets.

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