Sainte-Marie-de-Ré
DPA

Le bastaron 90 minutos a Andrés Iniesta para confirmar que él es el timón de la selección española de futbol, defensor del estilo y mariscal en campo.

Su actuación de ayer ante República Checa en el debut de España en la Eurocopa de Francia fue deslumbrante y causó admiración unánime.

Rodeado de adversarios, nunca renunció a buscar el balón y llevarlo hacia sus compañeros, siempre en la mejor condición posible. Así lo hizo a tres minutos del final, cuando sirvió un magnífico balón a Gerard Piqué para que éste marcara el único gol del partido en Toulouse.

A sus 32 años, el jugador del Barcelona mantiene el brillo de la última década. Parece incombustible. La diferencia es que ahora sí tiene todos los focos sobre él. Ya no están al lado figuras del tamaño de Xavi Hernández o Xabi Alonso, y él asumió con naturalidad que el peso creativo de su selección recae sobre sus pies.

«Siempre he intentado tener una responsabilidad alta cuando he jugado, independientemente del momento. Es así como siempre he vivido el fútbol y ahora no es una excepción. Al final es un juego colectivo donde hay que dar lo mejor de uno mismo. La responsabilidad no es algo que intente esquivar», explicó tras ser nombrado como mejor jugador del partido.

De nuevo, Iniesta vuelve a causar la admiración general. También de los contrarios. «Es uno de los mejores de la historia del fútbol», reconoció el arquero checo Petr Cech al final del duelo. «Es genial, un jugador excepcional», agregó Pavel Vrba, su seleccionador.

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