FRANCFORT, Alemania
AP

Desde su época como pilar de la defensa hasta su paso por el banquillo técnico, Franz Beckenbauer ha sido sinónimo de lo mejor del futbol alemán.

«Der Kaiser» ganó la Copa del Mundo como jugador y técnico, y después fue fundamental para que el torneo se realizara en Alemania como líder del comité de campaña de 2006.

Y es por ese último papel, en el que Beckenbauer trabajó de cerca con la FIFA y con varios dirigentes corruptos, que podría quedar manchada la reputación de la leyenda de Bayern Múnich.

Una pesquisa reciente sobre acusaciones de soborno relacionadas con la candidatura de Alemania arrojó más dudas sobre el papel que jugó el exfutbolista de 70 años en los enmarañados acuerdos financieros antes del torneo.

La revista Der Spiegel publicó denuncias en octubre de que los organizadores del torneo utilizaron una cuenta secreta para comprar cuatro votos asiáticos para conseguir la sede del Mundial. Una investigación de un bufete de abogados, encomendada por la federación alemana, no halló evidencia de que se compraron votos, aunque tampoco descartó del todo la posibilidad.

Al mismo tiempo, el informe del bufete Freshfields destacó que Beckenbauer estuvo más involucrado de lo que se pensaba en sospechosas transferencias de dinero realizadas antes del torneo, e incluye sospechas de que esos fondos podrían haber ayudado a financiar la campaña de reelección de Joseph Blatter como presidente de la FIFA en 2002.

Ahora, el público exige explicaciones de la figura más famosa del futbol alemán, aunque Beckenbauer no tiene ningún cargo oficial.

Beckenbauer, quien encabezó la campaña y después fue presidente del comité organizador del Mundial, ha negado cualquier irregularidad o compra de votos.

«No compramos votos. Se trataba de ofrecer seguridad (financiera)», dijo Beckenbauer. «Para conseguir una aportación económica de la FIFA. De lo contrario, no hubiésemos tenido una Copa del Mundo en Alemania».

Beckenbauer dijo que no tenía idea sobre una cuenta de banco conjunta con su entonces manager Robert Schwan, de la que se realizó una transferencia de varios millones de dólares a Mohamed Bin Hammam, un ex dirigente de la FIFA de Catar que ahora cayó en desgracia. Schwan murió en 2002.

«Robert se encargaba de todo, desde cambiar las bombillas hasta los contratos importantes. Apenas me enteré el miércoles que el dinero fue a parar en Catar», dijo Beckenbauer al diario Bild. «En retrospección, quizás cometí algunos errores. Uno siempre es más listo con el beneficio de la perspectiva. Pero no compramos el Mundial».

La federación alemana hasta ahora no ha querido presionar más al hombre que es un símbolo del fútbol alemán. Durante décadas, a Beckenbauer se le perdonó todo, desde infidelidades e hijos ilegítimos hasta comentarios fuera de lugar.

La investigación gira en torno a una serie de pagos que totalizaron 10 millones de francos suizos, o unos 6,7 millones de euros, en una cuenta de Bin Hammam.

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