Belén
Agencia dpa

Cuando el Dakar llegó a Sudamérica en 2009 trasladó consigo varias costumbres de sus orígenes en África, pero poco a poco las fue perdiendo hasta la versión actual rodeada de comodidades, marketing y «mucho más comercial», dicen los protagonistas.

«Antes era una aventura por varias cosas. Era todo muy diferente a ahora, que es mucho más comercial», le cuenta a la agencia dpa el motociclista italiano Franco Picco, que con 24 participaciones en la competencia más exigente del mundo es un conocedor los hábitos del Dakar que se fueron adaptando al nuevo escenario sudamericano.

Las tiendas beduinas en donde se instalaba el restaurante fueron reemplazadas por gigantes carpas con piso de madera, largas mesas y bancos para sentarse, dejando de lado las alfombras persas que invitaban a comer sentado en el piso. A su vez, también aparecieron los baños químicos y las duchas, comodidades que rara vez se veían en el continente africano.

«Está el aporte de los países y también el de muchas empresas. Los campamentos siempre estaban instalados cerca de los aeropuertos para facilitar la logística de la competencia», añade el piloto italiano.

Un resabio de ese espíritu aventurero tan característico de la prueba llegó a vivirse en Chile y Perú –afuera de la competencia actualmente– con sus vivacs instalados en zonas agrestes y alejados de ciudades, como el de Copiapó, en territorio chileno, que era uno de los más bellos por estar rodeado de enormes dunas que le transmitían a la caravana la sensación de estar en África.

Este año, por ejemplo, los campamentos se instalaron en las cercanías de ciudades y en lugares con grandes comodidades.

El primero fue el de Villa Carlos Paz, una localidad cordobesa que está en plena temporada de turismo. Toda la caravana se instaló a metros del bellísimo lago San Roque y a solo cinco minutos del centro de la ciudad, algo que provocó que el Dakar se convirtiese en un espectáculo más de la cartelera turística.

Le siguió una visita al autódromo Internacional de Termas de Río Hondo, que desde hace unos años está en el calendario del MotoGP y el WTCC. Y en los próximos días también se instalará en dos circuitos como los de La Rioja, en desuso desde hace mucho tiempo; y el de San Juan, uno de los más bonitos de la Argentina al estar emplazado en medio de montañas.

Pero sin dudas el vivac que estuvo más alejado de ese espíritu dakariano original fue el de Salta, que se realizó en un imponente y moderno centro de convenciones a solo diez minutos del centro de la ciudad.

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