Madrid/Barcelona
Agencia dpa

Patadas, provocaciones, acusaciones, insultos: el último derbi catalán entre Barcelona y Espanyol traspasó la línea roja y en vísperas de un nuevo enfrentamiento muchas voces claman por una necesaria pacificación.

Los dos últimos partidos entre ambos –el sábado y ayer– dejaron resacas muy alejadas de lo estrictamente deportivo. Como en cualquier guerra, cada bando insiste en echarle la culpa al contrario, sin que de momento haya aparecido una voz capaz de poner de acuerdo a ambas partes. Y el miércoles se juga el partido de vuelta de su eliminatoria de Copa del Rey.

El sábado se produjo la chispa que desencadenó el incendio. El Espanyol empató 0-0 ante el Barcelona en la Liga española y tanto el equipo azulgrana como parte de la prensa catalana insistieron en achacar el resultado a las patadas y la permisividad arbitral.

Lo siguiente, la explosión, fue cuando apareció el presidente del Espanyol, Joan Collet, para decir: «Es una vergüenza el tratamiento recibido por el Espanyol en el derbi. Es lo de siempre en esta tierra porque comienza a ponerse en marcha la maquinaria nacional barcelonista. Es una vergüenza y a esta gente les diría que es mentira en la cara».

Collet denunció una supuesta campaña para desacreditar al Espanyol y se quejó del mal trato y parcialidad de la prensa catalana con su club.

Y luego llegó el encuentro de ayer, que acabó con triunfo 4-1 dentro de un partido en el que sólo se recuerdan ya los incidentes.

El Barcelona confirmó que había cuentas pendientes con una sobreexcitación extraña de jugadores como Luis Suárez, Neymar, Jordi Alba y otros. Incluso Lionel Messi. Por primera vez desde que juegan juntos en la llamada «MSN», Messi, Suárez y Neymar recibieron tarjetas amarillas.

El Espanyol también pegó patadas y terminó con nueve jugadores por las expulsiones de Hernán Pérez y Pepa Diop.

Y luego llegó el enredo. Se produjeron gritos y golpes en los vestuarios y los medios aseguraron que varios jugadores del Barcelona se quedaron esperando a los del Espanyol para recordarles la derrota.

El acta arbitral confirmó que algo hubo al reflejar que Suárez dijo a jugadores del Espanyol: «Venid acá, os espero, sos un desecho».

Después vino el carrusel declaraciones. Gerard Piqué, un habitual de las polémicas, tiró con bala: «La vuelta será intensa y emocionante. Será un ambiente divertido para jugar al futbol. Se denominan una maravillosa minoría y son tan minoría que ni siquiera llenan el campo. A ver si en la vuelta lo llenan porque el otro día (el sábado) no estaba lleno».

Por su parte, Pape Diop argumentó: «No podéis decir que somos violentos. No se ha visto sangre. Si hubiéramos querido, los del Barça salen en camilla».

El entrenador del Barcelona, Luis Enrique, intentó poner algo de calma: «Que esto sea futbol y no futbol americano».

Pero la deriva fue por otro lugar y hoy muchos se preguntan si hay tiempo para reconducir la situación, y más cuando la próxima semana hay otro clásico catalán.

«Los dos clubs deben controlar a sus ‘pirómanos’, tratar de apagar los múltiples fuegos que siguen quemando con virulencia. Las declaraciones post partido dejaron claro que el tercer ‘round’ de los derbis va a ser terrible si alguien no lo evita», opinó hoy «Mundo Deportivo».

Sin embargo, la alerta permanece. «El partido del miércoles será otra guerra», anunció Gerard Moreno, del Espanyol.

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