RÍO DE JANEIRO
AP

El campo de golf para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro -retrasado por demandas ambientales, disputas sobre la propiedad del terreno e incluso dudas sobre si era necesario construirlo- fue entregado ayer a los organizadores de la máxima justa deportiva del año entrante.

El alcalde de Río, Eduardo Paes, pasó 15 minutos defendiendo el campo, construido en el vecindario adinerado de Barra da Tijuca, donde se han ubicado la mayoría de las instalaciones olímpicas.

«Si uno está en la política, siempre tiene que dedicar algo de tiempo a defender sus puntos de vista», comentó el alcalde.

Paes habló ante cientos de invitados y agradeció en repetidas ocasiones al multimillonario constructor Pasquale Mauro, quien estuvo junto a él en la presentación. Mauro gastó alrededor de 60 millones de reales (16,2 millones de dólares) en la construcción del campo y también está edificando unos lujosos apartamentos de mármol y cristal, alrededor de la instalación deportiva, realizada en una reserva natural.

El nuevo campo seguirá siendo público durante 20 años. En Río existían ya dos clubes privados de golf. Albergará el primer torneo de golf de los Juegos Olímpicos en 112 años, marcando el regreso del deporte a la máxima justa, aunque en un país donde se sigue muy poco a esta disciplina.

La construcción tardó tres años, y las constantes interrupciones restaron algo de glamour al retorno de este deporte al programa olímpico.

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