Por ALEX OLLER,
BARCELONA,
Agencia AP

La de Reina difícilmente pueda catalogarse como valoración desinteresada, pues se trata del progenitor de Pepe Reina, actual arquero del Bayern Múnich criado en la cantera azulgrana y aspirante, previo al fichaje de Bravo hace cuatro meses, a suceder a Víctor Valdés, el titular bajo palos del Camp Nou los últimos 11 años.

Se trata apenas de un prejuicio más de los tantos que debió afrontar el chileno a su llegada al Barsa, procedente de la Real Sociedad tras desembolso de unos 15 millones de dólares. La sombra de su predecesor era alargada y el peso del exigente foco, abrumador, dado que arqueros tan destacados como Vítor Baia, Julen Lopetegui o el argentino Roberto Bonano fracasaron antes de la consolidación de Valdés.

Ocupar el arco del Barsa es difícilmente equiparable a hacerlo en cualquier otro club del mundo. «Se necesita un traje especial», bromea Bonano. La vertiginosa propuesta ofensiva del ideario «culé», que enamora con su fútbol sedoso y las dianas de Lionel Messi, tiene el contrapunto del difícil balance defensivo: al equipo azulgrana los rivales le llegan poco pero, cuando llegan, suelen hacerlo en posición muy ventajosa, a campo descubierto y con los defensas a rebufo, sin posibilidad de interceder en el mano a mano con el último hombre.

Es por ello que la posición requiere tanto de reflejos y agilidad como mente fría y capacidad de interpretar la jugada antes de que esta se desarrolle. La atención debe ser máxima en los momentos de posesión favorable, pues un robo o inoportuno resbalón pueden tener consecuencias funestas.

En estas se encontró Bravo el pasado sábado en la liga ante el Eibar, cuando el visitante Saul Berjón aprovechó un error defensivo para encarar al chileno, valiente en la salida y paciente en el aguante, hasta tapar el remate con el muslo derecho.

La atajada posibilitó la séptima victoria del Barsa en el campeonato y alargó el invicto de Bravo a las ocho primeras fechas, todo un récord para un inicio de campeonato en el torneo doméstico. La mejor marca anterior para un guardameta fueron los siete partidos y 20 minutos de Pedro Artola, también ex portero barcelonista, en 1977; y ahora el internacional chileno tiene a tiro batir la cifra absoluta de 824 minutos de su ilustre detractor: Reina.

«Un portero sin suerte no juega. No me siento titular y sé que no puedo dormirme», dijo tras su última victoria Bravo, presumible protagonista el sábado en el estadio Santiago Bernabéu, cuando Barsa y Real Madrid se enfrenten en el primer clásico liguero. «El récord a mí también me motiva mucho. Me genera hambre en cuanto a expectativas de futuro, pero no me aleja del foco que tengo de mantener mi nivel», aclara previo al gran choque.

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