Por ALEX OLLER,
BARCELONA,
Agencia AP

«Quiero agradecer la confianza del club, el entrenador y la gente en mí. Jugar en el Barsa es un sueño desde chico», aseguró el futbolista, aparentemente arrepentido de su acción sobre el defensor Giorgio Chielini en el pasado Mundial de Brasil, el 24 de junio, cuando mordió al italiano y recibió un duro castigo por parte de la FIFA: cuatro meses de inhabilitación.

«Quiero olvidar ese partido: a los aficionados les diría que no se preocupen, que no lo haré nunca más», aseguró Suárez, pese a mostrarse esquivo en el análisis de lo ocurrido. «La sanción es la que es y hay que aceptarla. Sobre si he tomado medidas para evitarlo en el futuro, es un tema privado, pero sí aclaro que he tratado con los profesionales adecuados. Si me pongo a pensar en todo ello no puedo dormir, y ahora duermo muy tranquilo», reveló.

Ante la insistencia de los informadores, intentó justificar su demora en las disculpas a Chielini. «Esos días estaba muy deprimido y no tenía ganas de hacer nada. Pedí perdón y ahora quiero pensar en el presente. Me preocupé por si afectaría el fichaje, claro. Pero sobre todo, por lo que había hecho. Trato de borrarlo: lo pasado, pisado», cerró.

El Tribunal de Arbitraje Deportivo suavizó el 14 de julio el castigo original, permitiéndole entrenar con sus nuevos compañeros y disputar partidos no oficiales. Pero el uruguayo no podrá volver a saltar a la cancha hasta el 24 de octubre, justo previo al primer clásico de la temporada en la liga española, contra el Real Madrid.

«Intentaré entrenar para llegar de la mejor manera», dijo. «Estando en el Barcelona, te van a mirar con lupa. Acepto cualquier tipo de reto. Estoy acostumbrado y no voy a tener ningún problema».

Suárez volvió a jugar el lunes por primera vez, disputando 15 minutos en un partido amistoso en que el Barsa goleó 6-0 al Club León mexicano.

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