El Abierto de Estados Unidos siempre fue el Grand Slam más especial para Diego Schwartzman.
Disputó 11 ediciones y el argentino aterrizó en los cuartos de final en 2017 y 2019. Siempre gozó de una conexión distintiva con el público de Nueva York, ganándose incluso la admiración del actor Ben Stiller.
El lunes, el que llegó a ser el número ocho del mundo, completó su último partido en el US Open, sucumbiendo 6-7 (2), 6-2, 6-2, 6-1 ante el francés Gael Monfils en Grandstand, la tercera pista en magnitud del torneo.
Su último acto en Nueva York no pudo ser más admirable.
Con 32 años y actualmente situado en el 244to peldaño del ranking mundial, Schwartzman debió ganar tres partidos de la fase previa para entrar en el cuadro principal del último Slam de la temporada.
No pudo contener las lágrimas durante su discurso de despedida.
“Soy bastante sensible”, reconoció. “Es difícil hablar en este momento. Soy alguien que llora mucho”.
“Siempre me sentí genial aquí. Tuve muchos partidos buenos y perdí algunos, pero siempre me sentí genial con la gente de aquí. No sólo con los estadounidenses, sino también con los latinoamericanos de aquí», indicó.
En una emotiva ceremonia, los directivos de la Asociación Estadounidense de Tenis le regalaron un cuadro con fotos de sus mejores momentos en el US Open.
“Nunca soñé vivir este tipo de momento. Terminar mi carrera así, es muy especial y muy emotivo”, señaló Schwartzman. «Tal vez corrí mucho y me lo merezco».
Durante su carrera, Schwartzman tuvo que correr mucho para compensar jugar con sus 1,70 metros (5,7 pies) de estatura, siempre señalado como uno de los más bajitos del circuito.
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Su tamaño le valió el apodo del “Peque” y plantó cara contra lo más granado de la ATP al tener la devolución como uno de sus mejores recursos.
El 2020 — el año de la pandemia — marcó su momento cumbre, perdiendo ante Rafael Nadal en las semifinales de un Abierto de Francia que se jugó en octubre. Acabó jugando la Copa Masters de la ATP.
Con cuatro títulos y 250 victorias de por vida, Schwartzman entró desde hace más de un año en una mala racha de resultados que le llevó a tomar la decisión de colgar la raqueta — su plan es que el Abierto de Buenos Aires en febrero próximo sea su último torneo.
También contempla casarse pronto con su novia Eugenia De Martino. No parece verse como entrenador, pero le gusta la parte comercial del tenis.
“Fue el final que siempre soñé, en una gran pista y contra un gran rival como Gael”, resumió Schwartzman.