El técnico argentino César Luis Menotti en su presentación como entrenador del club mexicano Tecos, el 29 de agosto de 2007. Menotti, quien llevó a Argentina a conquistar su primera Copa Mundial en 1978, ha fallecido. Tenía 85 años. (AP Foto/Guillermo Arias)
El técnico argentino César Luis Menotti en su presentación como entrenador del club mexicano Tecos, el 29 de agosto de 2007. Menotti, quien llevó a Argentina a conquistar su primera Copa Mundial en 1978, ha fallecido. Tenía 85 años. (AP Foto/Guillermo Arias)

En un deporte dominado por los pies, César Luis Menotti se impuso con la palabra.

“Fue el más grande seductor del fútbol argentino”, lo definió Pep Guardiola, una de las celebridades mundiales que se expresaron tras la muerte del “Flaco” este domingo a los 85 años de edad a causa de diversas complicaciones de salud derivadas de su adicción al cigarrillo.

“Siento una gran tristeza porque se ha ido alguien con el que he compartido no menos de 30 horas de conversación maravillosas en las cuatro veces que visité Argentina”, expresó el entrenador del Manchester City en declaraciones al diario deportivo Olé de Buenos Aires.

Guardiola siempre reconoció la fuerte influencia de Menotti en sus inicios como entrenador. No fue el único. Exfutbolistas como Ángel Cappa, Jorge Valdano, Daniel Passarella, Guillermo Barros Schelotto, el alemán Jürgen Klinsmann y el colombiano Francisco Maturana, entre otros, también buscaron la bendición del padre del “menottismo” cuando se lanzaron a dirigir.

“La claridad de su discurso y la convicción con que defendía sus ideas provocaba un milagro de comunicación: escucharlo producía ganas de jugar al fútbol”, opinó Valdano en su columna en el diario El País de España.

 

Exponente del fútbol lírico, el primer entrenador campeón del mundo con Argentina anteponía las formas por sobre el resultado.

“Un entrenador genera una idea, luego tiene que convencer de que esa idea es la que lo va a acompañar a buscar la eficacia, después tiene que encontrar en el jugador el compromiso de que cuando venga la adversidad no traicionemos la idea”, reflexionaba Menotti. “Son las tres premisas que tiene un entrenador. Napoleón no era un táctico, sino un estratega. Si tenía que cambiar, cambiaba. Eso vale para el fútbol también”.

Su primera criatura fue Huracán, campeón de 1973, probablemente la máxima expresión del fútbol entendido por Menotti. Un equipo aplaudido hasta por sus rivales.

“Estoy convencido de que salvó al fútbol argentino”, sostuvo el estratega.

Fue el trampolín para llegar a la selección Argentina, que hasta ese momento no era considerada prioridad para los jugadores y clubes locales.

Menotti impuso organización y un estilo al combinado nacional, que luego conquistaría el título mundial en 1978.

“La selección es un lugar muy serio. Cada pelota que patea un futbolista de la selección despierta una manifestación cultural. Nosotros vamos a tratar de acompañar ese desarrollo cultural porque es una tarea que no pueden hacer los clubes, solo la selección argentina”, afirmó.

Todo héroe tiene su némesis. Tras el fracaso en el Mundial 1982, Menotti fue reemplazado en Argentina por Carlos Bilardo, un obsesivo de la táctica y de ganar como sea.

El título mundial de 1986 con Diego Maradona como estandarte convirtió al “bilardismo” en el pensamiento dominante.

Menotti y Argentina estuvieron distanciados casi 40 años.

La selección no había quedado exenta de la anarquía en la que se había convertido la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) tras la muerte de su mandamás Julio Grondona. Y Menotti volvió para poner orden.

En 2019 fue designado director de selecciones Nacionales y su palabra fue determinante para confirmación del entonces interino Lionel Scaloni al frente de la Albiceleste.

Su delicada salud no le permitió ser parte de la delegación que levantó el trofeo en Qatar, con el astro Lionel Messi como estandarte, desatando una fiesta popular en Argentina jamás vista.

“Se nos fue un maestro del fútbol, gracias por esas charlas entrañables en las que nos dejaste huella, hasta siempre flaco querido”, lo despidió Scaloni.

 

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