Rory McIlroy tenía la cara rojiza y los ojos llorosos. Era difícil no verlo venir.
Su semana más difícil en la Copa Ryder –una de sus semanas más complicadas en el golf– llegó a un final misericordioso ayer. Finalmente ganó un duelo. Considerarlo un final agridulce sería quizá demasiado bondadoso.
«Ha sido extremadamente decepcionante que no haya podido contribuir más a este equipo», dijo McIlroy.
Su victoria de 3-2 sobre Xander Schauffele representó sus primeros puntos de una semana que estaba prácticamente perdida antes que iniciaran los 12 duelos individuales. Europa cayó 19-9, la derrota más desequilibrada con el nuevo formato que inició en 1979.
En el análisis de la derrota que seguramente vendrá en el equipo europeo que había ganado nueve de sus últimos 12 enfrentamientos, ciertamente la desaparición de McIlroy, el golfista clave de los recientes éxitos del equipo, será uno de los principales temas a discutir.
Pero los problemas de Europa son más profundos y el duelo ante los estadounidenses no se vislumbra bien a futuro.
Europa llegó con cuatro jugadores de más de 40 años –Lee Westwood, Ian Poulter, Paul Casey y Sergio Garcia– a un duelo ante el equipo de Estados Unidos con un solo elemento de esa edad.
Otros números discordantes: Ocho de los 12 jugadores de Estados Unidos están en sus veintes; 11 de ellos se ubican entre los mejores 20 del mundo.
«Hay un talento fenomenal en ese equipo», reconoció McIlroy.
La canción «We Are the Champions» se escuchaba en el sistema de sonido y McIlroy y compañía sólo pudieron observar.
«Ha sido una semana difícil», reconoció. «Pero entre más disputo este torneo, más me doy cuenta que es el mejor evento del golf. Me encanta ser parte de esto y no puedo esperar a ser parte de muchos más».