El mexicano Carlos Ortiz lanza en el 17mo hoyo de la segunda ronda del torneo olímpico masculino de los Juegos de Tokio, en Kawagoe, Japón. Foto la hora: Matt York/Ap

Xander Schauffele ha tenido la mira puesta en los Juegos Olímpicos desde que comenzó a ascender en la élite del golf estadounidense hace tres años.

Ahora que está allí, en el país donde se crió su madre, trata de abordar la semana como si fuese otra cualquiera. Pero su juego hoy indicó lo contrario.

Con dos eagles ya en su tarjeta, Schauffele tomó el liderazgo tras 36 hoyos en el Club de Campo de Kasumigaseki. Terminó su recorrido con tres birdies consecutivos para igualar el récord olímpico de 63 golpes, ocho bajo el par.

Tiene un golpe de ventaja sobre el mexicano Carlos Ortiz, quien comparte habitación con un boxeador en la Villa Olímpica, y lanzó algunos buenos golpes para firmar una tarjeta de 67.

Pero no fue posible, ni para él ni para nadie más. Por segundo día consecutivo, las tormentas retrasaron la jornada más de dos horas, y otra tanda de relámpagos y fuertes aguaceros interrumpió la competición con 16 jugadores todavía en el campo.

Uno de ellos era Hideki Matsuyama, último campeón del Masters de Augusta y estrella local, que se recuperó de un discreto inicio para colarse rápidamente en la lucha por los primeros puestos. Matsuyama acabó el recorrido con 6 bajo el par –a tres golpes de la cabeza– y con una posibilidad de un birdie de cinco pies en el 17mo cuando se paró la competencia.

Los golfistas regresarán al campo a las 7.45 de la mañana para finalizar el recorrido.

También se acercaron a la cabeza los irlandeses Rory McIlroy (66) y Shane Lowry (65), que quedaron a cuatro golpes de Schauffele. Sepp Straka firmó una tarjeta de 71 y estaba ocho bajo el par de 134, y el chileno Mito Pereira y el noruego Alex Noren terminaron con 65 y 67 golpes, respectivamente.

Pero por mucho que se divierta en el campo, para Ortiz, lo bueno está en la Villa Olímpica. Es uno de los golfistas a los que no le importa el viaje diario de 90 minutos hasta su sede a cambio de pasar tiempo con los demás deportistas. Lo que le está quitando el sueño no es el desplazamiento.

Comparte habitación con Rogelio Romero, boxeador semipesado.

Artículo anteriorEE. UU.-R.Checa, un duelo con muchas consecuencias para cuartos
Artículo siguienteLuis Alfonso Bosch asume como nuevo presidente del CIG por dos años