Cinco años después de colgarse la plata en el cuadrilátero de Río de Janeiro, Yuberjen Martínez puede presumir que es un pugilista más maduro y con experiencia.
Y difícilmente, a diferencia de su debut en sus primeros Juegos Olímpicos en 2016, el colombiano vaya a amedrentarse tan fácilmente en Tokio.
El «Tremendo Martínez», quien nació y se crió en una región fronteriza cargada históricamente de problemas sociales y de violencia en Colombia, arrancó el lunes con autoridad su segunda participación en el boxeo olímpico, al ganar con solvencia su pelea por el peso mosca (52 kilogramos) ante Rajab Mahommed, de Botsuana, 5-0.
Una victoria por decisión unánime que lo colocó en la ronda de los octavos de final, instancia en la se enfrentará el próximo viernes al indio Panghal Amit, actual número uno en el ranking mundial de la categoría.
Martínez remeció el deporte en su país en 2016, con una inesperada medalla de plata en Río en los pesos minimosca. Ahora subió a los mosca y el cambio de categoría nada que ha cambiado su estilo agresivo y frontal en el ring, como lo desmostró en su primer combate.
El colombiano, de 29 años, se quedó con las ganas del oro en Río y ahora trata de manejar la carga por las enormes expectativas con las que llegó a Tokio. Va por su segundo podio.
Martínez nació en Turbo, una localidad del departamento de Antioquia, una región fronteriza con Panamá afectada por bolsas de miseria, el narcotráfico y la violencia de grupos armados irregulares.
El colombiano buscó la vía del boxeo para no caer en esas actividades del crimen y ayudar a su familia, aunque muchos en su casa no estaban muy convencidos o no querían que él practicase ese deporte, que a la postre les cambió la vida a todos.
Martínez también ha buscado refugio y apoyo en lo espiritual. Acude a la iglesia y lee la biblia más frecuentemente.
En la jornada, Colombia también cantó victoria en el boxeo femenino con Yeni Arias, quien avanzó a cuartos tras derrotar 3-2 a la búlgara Stanimira Petrova en el peso pluma.