un virus que antes no conocíamos, pero tenemos siglos de ser afectados por las pandemias. Foto la hora: Ap

HS: ¡Es algo novedoso lo del Coronavirus?

AM: Lo nuevo es que hablamos de Por las crisis climáticas también. Está claro que ya el informe publicado en 1990 sobre el calentamiento global y su impacto en la salud, agricultura y selvicultura y asentamientos humanos, nos advertía al respecto de lo que sucede hoy y nos planteaba estrategias y respuestas. De igual forma, las advertencias de la OMS y otros organismos internacionales, desde el SARS, advertían al mundo sobre las necesidades de preparación contra una potencial pandemia de las dimensiones de la que estamos viviendo. A ninguna de las dos advertencias se le prestó atención, más bien, siempre ha privado un clima de escepticismo al respecto, a pesar de los esfuerzos científicos.

HS: ¿A qué se debe esa indiferencia de la población?

AM: No solo de la población, de los gobiernos también. Creo que han de existir varias razones, pero una de ellas es que en ambos tipos de crisis, la principal dificultad de comprensión se debe al lapso de tiempo entre efectos y gestación de las primeras manifestaciones, de sus efectos y manifestaciones notables y luego entre estas y la toma de decisiones. Todavía no echamos a trabajar nuestros cerebros, en ninguno de los dos casos, pensando en un mañana y una prevención y entonces gobernantes y gentes tomamos conciencia ya cuando tenemos la tormenta en cima. Es por eso que una forma de amortiguar esos dos problemas, solo puede darse si se toman y actúa desde años, quizá décadas antes; por supuesto que una pandemia que afecta la salud, obliga a actuar antes e inmediatamente.

HS: ¿Cómo podemos asegurarnos de que no solo los líderes sino también la sociedad, escuchen lo que la ciencia tiene que decir, y en toda su complejidad?

AM: Esa pregunta plantea antes otra más objetiva ¿Estamos condenados a esperar hasta que sea demasiado tarde para actuar? Yo creo que no, pero se hace necesario en el ámbito del clima y la salud, fomentar, apoyar, respetar y escuchar la investigación. En efecto, reprocho un poco a los ciudadanos y tomadores de decisiones, por escuchar desde lejos el mensaje de la ciencia diciendo: » ustedes todo lo exageran y eso nos molesta, ya veremos qué hacer cuando ocurra el desastre«.  En religión y en ciencia, la gente reacciona poniendo por delante esa frase. Cuando la tormenta esta encima, como el caso de la pandemia, la situación es más fácil de manejar, ya que el problema y sus repercusiones afectan directamente la vida de inmediato.

Otro problema no resuelto es que la investigación necesita un apoyo significativo que se le ha venido negando. Es necesario mantener durante décadas, investigaciones que pueden parecer innecesarias al público y en estos campos, eso se ha descuidado notablemente. Tengo la impresión de que, mientras no hay crisis, instituciones de investigación, sistemas de salud, universidades, se olvidan de aspectos de la epidemiología y fue y es evidente que ante la pandemia actual, los sistemas de salud no contaban con mecanismos de alerta tan desarrollados como los existentes para el clima, por ejemplo. En pocos meses hemos aprendido que la comunidad científica debe ser capaz de alertar tanto a sí misma como al resto de la sociedad, cosa que no tiene claro ni formalmente establecido la mayoría de sistemas nacionales de salud. Finalmente creo que muchas cosas se encuentran ya plasmadas científicamente y no han sido divulgadas. Podríamos decir que hay una enorme brecha entre conocimientos científicos acumulados en libros y revistas científicas y su integración con la toma de decisiones y acciones y formación de conciencia. Brecha que choca y se manifiesta en la realidad.

Lo que estoy pidiendo es que tiene que establecerse con claridad el fomentar, apoyar y divulgar investigaciones correlacionadas entre clima ambiente y salud y lo que de ello se derive, respetado escuchado y llevado a la acción.

HS: ¿Hay algo que resulte evidente en estas pandemias?

AM: La pandemia ha puesto de relieve la complejidad de los indicadores a tener en cuenta para tomar una decisión, que no puede compararse con lo acaecido en otras décadas. No es cosa de encerrar a la gente y ya. Si a mí, el encierro me cuesta una pérdida de siete sobre diez, no lo acepto ni lo atiendo; muy diferente es si me cuesta dos o tres. Sí no hay preparación para un paquete de estímulo, entonces la población sufre pues no nos han enseñado como pasar de perder siete a perder dos ni está preparado el sistema nacional para ello. Lo mismo pero más dramático sucede con el clima “eso lo tendrán que resolver nuestros hijos” es nuestra respuesta usual.

HS: Y entonces ¿de qué agarrarnos?

AM: Las reuniones internacionales de científicos, políticos e industriales han dejado claro que: un plan para estas dos crisis, necesita de previsión y prevención que permita sacar del atolladero actual la ambición de diferentes sectores de la población, poniéndolos de acuerdo. Pero eso no resulta posible, sin cambiar la forma de operar y mirar hacia el futuro y favorecer en ello el interés mayoritario. El dinero en esto es fundamental, especialmente colocarlo en el tiempo y uso más eficiente. Por supuesto que ya resulta evidente y los economistas lo saben mejor que nadie, que no actuar cuesta más que políticas de prevención y previsión como anticipación y eso no se hace porque preferimos sacrificar el largo plazo en beneficio del corto. No tenemos ni visión política, ni ambiental ni siquiera de salud de mediano y largo plazo. Tales proyecciones son difíciles dentro del espíritu político y social que vivimos, si no que lo diga la evolución e impacto que ha tenido la actual pandemia. Casi que me atrevo a decir que los sistemas autoritarios que dejan poco espacio para las elecciones individuales, son los únicos capaces de anticipar el futuro y programar dentro de ellos.  A raíz de ello, en nuestro medio nadie piensa que el deterioro ambiental, el calentamiento global, exacerban problemas como la actual pandemia, pues la realidad de un estilo de vida va por otro lado y este absorbe todas las prioridades.

HS: ¿Cuál cree usted que es una gran limitante?

AM: El dogmatismo científico. Un hecho que es verdadero dentro de la credibilidad de la ciencia es el pensamiento de fe que tenemos de ella y que consiste en creer y pensar que ella “puede siempre encontrar la solución, siempre que haya un problema” y nuestra conciencia social sobre la ciencia, la hacemos descansar en la tecnología más que en medidas de comportamiento; estas pasan a ocupar un segundo lugar o a carecer de importancia: así creemos superficialmente que la pandemia de coronavirus se resuelve con vacuna y hasta ahí. Cada vez más olvidamos que toda solución requiere de poner en sintonía ambos aspectos: tecnología con comportamiento.

HS ¿Y en cuanto a comportamiento?

Una cosa resulta básica: Si usted es un ser enfocado a sobrevivir ¿le interesa o toma interés por el otro? Obviamente que no ¿Sí su fin es la riqueza? Tampoco. Si usted vive dentro de una crisis: primero y segundo es usted; la vida ante estas demandas lo orientan imperativamente a pensar en usted. Solo en sociedades con más educación, salud, con innovaciones laborales e industriales y con más vínculos sociales y culturales, pueden desarrollarse mejores parámetros de vida dentro de los cuales el manejo de las crisis es fundamental. La pandemia ha venido a señalar con mucha claridad que la inequidad y desigualdad afecta incluso a las naciones más poderosas.

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