Las mujeres tiene un rol importante en la sociedad. Foto La Hora/AP

Alfonso Mata

La pandemia no solo mata directamente a la gente, lo hace indirectamente, especialmente a aquellos más vulnerables como los niños, las mujeres y los de la tercera edad y eso debido a que la atención de los servicios de salud está dirigida a la pandemia descuidando otros problemas de salud.

EL BIENESTAR DE MUJERES Y NIÑOS
Antes de la pandemia, las mujeres y los niños experimentaban altas tasas de morbilidad y mortalidad, que se intensifican desde siempre por las desigualdades raciales e igualmente en este momento por la falta de servicios. Muchas mujeres mueren durante el embarazo y las indígenas tienen más del doble de probabilidades de morir. Guatemala también tiene altas tasas de prematuridad, que es una de las principales causas de mortalidad infantil y morbilidad de por vida. En comparación con niños de otros países el infante y preescolar nacional, casi uno de cada dos de ellos, experimentan tasas más altas de salud deficientes acompañadas de problemas de desarrollo, afecciones de salud mental e infecciones, junto con factores estresantes sociales y ambientales como la pobreza y el hambre y violencia doméstica. En particular, la prevalencia de resultados adversos en la niñez, es mayor para los niños indígenas y de bajos ingresos.

En todo momento de nuestra historia, los seres humanos, somos producto de un ciclo de vida. Un programa de “Optimización de la salud y el bienestar de mujeres y niños”, debe adoptar una perspectiva de ciclo de vida para evaluar las causas y las soluciones a los problemas de salud materno infantil, pues en cada momento de nuestra vida, somos resultado de los impactos de los resultados de salud acumulativos tanto positivos como negativos que se nos dan desde la preconcepción hasta la edad adulta y existe una interrelación de cada fase de desarrollo con la salud posterior. Los impactos acumulativos de los malos resultados de salud en la primera infancia, repercuten a lo largo de la vida.

La prevención es clave para mejorar y eso va desde la atención de la vida sexual de varones y hembras, hasta la maternidad y los resultados de salud de las mujeres en edad fértil y posmenopáusicas. Un enfoque en mejora de la calidad en estos campos es ineludible. Abordar las brechas de cobertura en la atención de la salud también. En estos momentos, miles de mujeres no tienen ninguna cobertura a lo que se suma deficiencias en la misma y más de un millón vive en situación de pobreza. El sistema de salud debe establecer el estándar nacional para promover la salud y el bienestar de mujeres y niños: acciones, datos, seguridad e investigación, son piezas fundamentales en ello. Las recomendaciones transformadoras que se hagan, requieren respaldo, apoyo y recursos de múltiples sectores, y abordar los factores sociales y ambientales.

LA SALUD MENTAL Y ADICCIONES
Nuestra sociedad se ha tornado en un modo de vida cotidiana violento. La salud del comportamiento, la salud mental y la adicción, afectan significativamente a la sociedad. El problema parte desde una legislación poco clara y concluyente que se enfoque en los factores causales. Muchos de los trastornos que comienzan en edades tan tempranas como la edad escolar provienen del uso de sustancias y por otro lado de la violencia familiar, escolar y social. Ambos factores, cada día adquieren mayores dimensiones y aunque se ha logrado algunos avances en la mejora del acceso al manejo de este tema, es sumamente insuficiente e ineficiente todavía y persisten importantes brechas en la atención. Las barreras para la atención son particularmente altas para las personas indígenas y las personas con desventajas socioeconómicas, lo que enfatiza la necesidad de una consideración especial de las poblaciones vulnerables en las políticas relevantes para la salud mental.

Mejorar la salud mental para todos los guatemaltecos, requiere combatir el estigma y promover una atención integral basada en la evidencia, que exige una re conceptualización del sistema de atención de la salud mental, para priorizar las necesidades sociales de los pacientes y fomentar un mayor apoyo de otros sectores de la sociedad que intervienen como problema. Las intervenciones actuales de salud conductual, a menudo se centran en casos graves y la reducción de síntomas como punto de referencia para el éxito. Sin embargo, dados los avances científicos y las mejoras en la atención centrada en el paciente, las personas con enfermedades mentales se están detectando tempranamente y recuperando cada vez más y pueden vivir una vida plena a pesar de sus síntomas. Por lo tanto, es posible ir más allá de la reducción de síntomas y enfatizar el funcionamiento diario y la participación social en la atención de la salud conductual. Un cambio hacia la priorización del contexto social y el tratamiento de las necesidades sociales de los pacientes con afecciones de salud conductual, es una parte vital de la atención de la salud conductual que se necesita. Además, mejorar los resultados funcionales requiere transformar el sistema de salud conductual para encontrar a los pacientes «donde están» en términos de ubicación física y la acción sobre el y sus causantes. La promoción del alcance de organizaciones basadas en la comunidad, los servicios de telesalud y programas de visitas domiciliarias para aumentar la atención de la salud del comportamiento, presenta una oportunidad para ampliar la inscripción de pacientes en la atención y diagnosticar enfermedades antes.

Otra necesidad urgente en el avance de la atención de la salud mental y las adicciones es el enfoque legislativo del problema. Este cambio se necesita con urgencia tanto para mejorar los resultados de salud como porque las personas indígenas y pobres, se ven desproporcionadamente afectadas negativamente por el sistema de justicia penal.

SALUD Y ATENCIÓN MÉDICA PARA LOS ADULTOS MAYORES
Aun son menos del 10% de la población, se prevé que a finales de la década se puede duplicar y los recursos deberán asignarse de manera adecuada para garantizar que reciban atención de alta calidad. La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las consecuencias de la atención fragmentada y desigual para los adultos mayores, así como los impactos duraderos del racismo estructural en ello. Para abordar las inequidades sistémicas y abordar muchos de los desafíos que enfrentan los adultos mayores, es imperativo adoptar un enfoque de salud de la población. Al actualizar esta visión de la salud de la población para los adultos mayores, la nación puede abordar muchos de los desafíos y problemas pendientes que enfrentan los guatemaltecos mayores.

Los desafíos centrales que enfrentan la salud y la atención médica para adultos mayores, van desde el reclutamiento en la fuerza laboral de geriatría y las barreras de salud, hasta la importancia de sistemas de salud pública y abordar el aislamiento social. A medida que la población de adultos mayores continúe aumentando durante la próxima década, será importante que la fuerza laboral de geriatría, desde especialistas hasta cuidadores, se expanda para satisfacer el aumento de la demanda de atención. La población de adultos mayores ya anda por el millón de personas; sin embargo, hay menos de cien geriatras en ejercicio a tiempo completo. En este campo, importante es aumentar el acceso a la atención.

Un gran problema adicional para la prestación de atención a los adultos mayores, es que la financiación de la salud pública a menudo se centra en una enfermedad o afección específica en lugar de centrarse en la población; el desarrollo de sistemas de salud adaptados a las personas mayores es fundamental para promover un envejecimiento saludable. El rediseño de los servicios y apoyos a largo plazo, es un desafío crítico que se debe abordar, especialmente dado que uno de cada tres mayores de 50 años viven con enfermedades crónicas.

Los tres temas señalados demandan para abordar sus desafíos, mejorar la atención y la calidad de vida y eso requiere al menos lo siguiente: 1º crear una fuerza laboral adecuadamente preparada para la atención médica; 2º fortalecer el papel de la salud pública; 3º promover la equidad y abordar los determinantes sociales de la salud; 4º desarrollar, evaluar e implementar nuevos enfoques para la prestación de atención médica que incorporen tecnología y comunicaciones basada en evidencia; 5º asignar recursos para apoyar la atención y la prevención de manera más equilibrada y 6º rediseñar la estructura y el financiamiento de los servicios.

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