Como todos los seres vivos, los virus están dotados de material genético (ADN o ARN). Foto la hora: AP

Alfonso Mata

Las autoridades mundiales desde hace algunas semana advirtieron que el nuevo coronavirus que apareció en el mundo, desde sus inicios ha estado «mutando» y ante ello, debemos reconocer en primer lugar que este es un modo normal de funcionamiento de esta familia de virus, pero que hay que vigilar de cerca porque podría aumentar su potencial de contagio, mortalidad y complicaciones a otras edades.

– ¿Qué significa la mutación de un virus?
Como todos los seres vivos, los virus están dotados de material genético (ADN o ARN), que puede estar sujeto a dos formas de modificaciones: cuando se replican o dividen para no morir (mutaciones) o por intercambios de material genético entre virus (recombinaciones).

Dado que los virus se multiplican rápidamente y en grandes cantidades, y en cuanto mayor número de gente se infecta esto sucede más rápido. Los virus tienen un mayor potencial que los organismos celulares, para generar mutaciones en un corto período de tiempo. Además, los virus de ARN, como los coronavirus, tienen más probabilidades de mutar que los virus de ADN.

En el caso del SARCoV-2 el virus que produce el COVID-19, las mutaciones son parte del modo de funcionamiento normal de este tipo de virus y su supervivencia depende de estas mutaciones, lo que les permite adaptarse a su entorno, a los diferentes huéspedes que infectan sean niños jóvenes o adultos, hombres o mujeres.

– ¿Cuáles son las consecuencias de estos cambios en nosotros?
La mayoría de las veces sin consecuencias. Las mutaciones le pueden dar al virus una ventaja o una desventaja para su supervivencia. Al producirse esos cambios, eso puede producir en nosotros varias cosas: pueden permitirle al virus replicarse más rápidamente, atacar el cuerpo de manera más severa (por ejemplo, infectando los pulmones y no solo las vías respiratorias superiores) o infectar nuevos órganos y eso llevarnos a más consecuencias graves y a mayor mortalidad. Por ejemplo En el virus de la influenza, la mutación de un gen que controla la producción de una proteína presente en su superficie, puede permitir que se adhiera más fácilmente a las células e infectar y entonces se producen las epidemias de gripe o influencia. Eso sucede más o menos cada año

Pero también ciertas mutaciones pueden reducir la eficacia de una vacuna, si la cepa para la que se preparó ha evolucionado mientras tanto volviéndose más infectiva es decir ha descubierto nuevos mecanismos para entrar a la célula de nuestro organismo y poderse reproducirse o a encontrado un camino más rápido de reproducirse adentro y de salir a infectar o ambos mecanismos o puede invadir más órganos de nuestro cuerpo alterando sus funciones o desorganizando la formación natural de los tejidos. En fin son diablillos del mismo infierno con distintas formas de torturar nuestros cuerpos.

– ¿Por qué tenemos que vigilarlos?
En el caso del coronavirus, es muy probable que hasta antes del 2019 contagiaba a algún animal, cosa que esta por identificar, de repente muto su estructura y se volvió capaz de pasar a humanos y dentro de estos por modificaciones genéticas iniciales sufridas permitió que fuera reconocido por receptores presentes en la superficie de las células humanas que le dieron vía libre para penetrar en la células humanas y ya dentro de ellas a la fábrica donde se podían reproducir. Y en esos primeros humanos contaminados, nuevas mutaciones podrían permitirle adaptarse aún mejor a su nuevo huésped, con el riesgo de que se vuelva más virulento y se transmita más fácilmente de un ser humano a otro. Eso es lo que en este momento está ocurriendo con esas nuevas cepas o especie de virus en Inglaterra, Sudáfrica y Brasil.

El potencial de propagación de una epidemia depende en gran medida del modo de contaminación del agente infeccioso (solo por contacto directo o también por aire a través de gotas de saliva) y su grado de contagio. Sin embargo, los primeros análisis genéticos realizados sobre este nuevo virus no revelaron ningún elemento particularmente preocupante. Esto significa que todavía no han sufrido muchas mutaciones y «sugiere que la transición a los humanos debe haber ocurrido bastante recientemente», pero ahora que hay millones de seres humanos deambulando si cuidarse por toda la tierra, se le vuelve más fácil mutar.

Y la relación de las mutaciones con las vacunas
Para empezar hay un hecho que debemos ver La cepa (como analogía imagine que en el ser humano ha chinos, latinos, indígenas o de ojos negros, amarillos, azules) entonces la cepa G del virus Covid-19 es la más común del mundo. Pero las vacunas en desarrollo se han basado en la cepa D, la primera descrita, lo que genera temores de falta de eficacia. Afortunadamente, este no debería ser el caso; según un nuevo estudio, las vacunas contra Covid-19 en desarrollo no deberían perder su efectividad contra la «cepa G» del virus. Esta información es tanto más importante cuanto que la mutación en cuestión es la más extendida en la actualidad: constituye aproximadamente el 75% de los genomas virales publicados en el mundo.

Para distinguir las dos cepas, llamamos a la antigua «cepa D» y la nueva «cepa G», porque la diferencia entre las dos se debe a un solo aminoácido (los componentes básicos de las proteínas). Más precisamente, es una D que se transformó en G. Esta mutación podría no haber tenido consecuencias, pero su ubicación es inquietante. La proteína Spike es de hecho la clave que abre nuestras células, al unirse a nuestros receptores celulares ACE2.

Estos factores han llevado a la especulación de que la efectividad de las vacunas y contra las medidas que se dirigen a la proteína Spike podrían verse afectadas negativamente, lo que requeriría un emparejamiento frecuente de vacunas. El emparejamiento de vacunas significa que la vacuna deberá basarse en varias cepas diferentes para proporcionar la protección más amplia posible. Este es el caso de la vacuna contra la influenza, por ejemplo, que requiere cada año evaluar las cepas que tienen más probabilidades de circularán en la próxima temporada favorable, con el fin de adaptar la vacuna. Este temor no carecía de fundamento en relación con el Covid-19, en la medida en que las vacunas en desarrollo se dirigen precisamente a la proteína Spike: siendo necesaria para la infección, es más probable que pase generaciones de virus sin cambios importantes.

Afortunadamente, la cepa G no miente en el pronóstico. Al probar los anticuerpos obtenidos de hurones vacunados, los investigadores confirmaron que las dos cepas se neutralizaron de manera comparable. Además, los modelos de las dos cepas confirmaron que no había ninguna razón para que la cepa G fuera resistente a la vacuna. Esta buena noticia no impide que los investigadores recuerden que las mutaciones son » inevitables » en virus de ARN como el de Covid-19.

Es importante que recordemos que: cuantos más virus circulan, más pueden cambiar. La OMS a nivel mundial ha recomendado “que todos los países fortalezcan sus actividades de secuenciación del virus SARS-CoV-2 tanto como sea posible y compartan los datos de secuencia a nivel internacional para ayudarse mutuamente a monitorear la evolución de la pandemia del virus y responder a ella”.

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