MADRID
Agencia DPA/ (Europa Press) –
Con la ayuda de algoritmos, los investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia, han identificado marcadores que pueden diferenciar entre el eccema irritante y la alergia por contacto, dos reacciones cutáneas que parecen similares pero requieren un tratamiento diferente. Sus hallazgos, que se publican en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), respaldan el desarrollo de una alternativa a las pruebas de parche de diagnóstico actuales.
Alrededor del 20 por ciento de la población de los países de altos ingresos padece eccema de contacto, una enfermedad que a menudo se asocia con la exposición a sustancias químicas en el entorno laboral. Hay dos tipos de eccema de contacto, cada uno con su propia causa: eccema de contacto alérgico, que es causado por una reacción alérgica, y eccema irritante no alérgico, que es causado por agentes químicos o factores físicos.
Dado que los dos tipos requieren tratamientos diferentes, es importante que se realice el diagnóstico correcto. Esto puede resultar difícil para los dermatólogos, ya que las enfermedades presentan síntomas clínicos similares. Los diagnósticos se basan normalmente en los resultados de una prueba de parche, que a menudo son difíciles de interpretar y a veces pueden dar resultados falsos positivos o falsos negativos.
En este estudio, los investigadores del Instituto Karolinska y sus colegas de universidades de Finlandia y Austria compararon las pruebas de parche de 85 pacientes con eccema de contacto y muestras de piel sana para examinar la expresión genética en la piel resultante de la exposición a diferentes alérgenos e irritantes.
Utilizando una técnica de aprendizaje automático vinculada a un algoritmo genético adaptado, los investigadores identificaron conjuntos de dos o tres genes que juntos podrían distinguir las reacciones irritantes de las alérgicas en la piel. Los resultados fueron replicables en un grupo independiente de pacientes y en conjuntos de datos externos. Los conjuntos de datos externos incluyeron pacientes que estuvieron expuestos a sustancias diferentes a las del primer grupo, lo que sentó las bases para los nuevos biomarcadores.
«Nuestros resultados muestran que existe un potencial considerable para el desarrollo de un nuevo método de diagnóstico basado en estos biomarcadores», dice la autora correspondiente Nanna Fyhrquist, investigadora y líder de grupo en el Instituto de Medicina Ambiental, Karolinska Institutet. «El siguiente paso en el proyecto implica una validación clínica más extensa de los marcadores y la optimización técnica del método con el fin de lograr una rentabilidad y velocidad suficientes para los propósitos clínicos».