Alfonso Mata

Primero lo primero ¿envejecimiento?

El envejecimiento biológico, es un proceso multifactorial que tiene muchos mecanismos y consecuencias y cubre casi todas las estructuras y procesos fisiológicos del cuerpo. Se ha argumentado que el envejecimiento ocurre como resultado de la optimización evolutiva del equilibrio entre la supervivencia individual y la adaptabilidad general de las especies, bueno, pero algo podemos trastear de eso.

A pesar de la discusión global sobre el problema del envejecimiento, lo más seguro es que a nivel individual se debe a la reducción de las funciones fisiológicas y la acumulación de enfermedades. El daño a las macromoléculas celulares por productos metabólicos, da como resultado mutaciones somáticas, daño tisular y disminución de la función orgánica. La acumulación de mutaciones celulares y genéticas asociadas con el envejecimiento, junto con la exposición prolongada al ambiente mutagénico, conducen directamente al desarrollo de esos daños celulares y cáncer. Este último se acompaña de una activación constante de la inmunidad innata, que causa el síndrome asténico y una mayor susceptibilidad a las enfermedades de varios tipos. Viéndolo así, ancianidad y muerte vienen a formar parte de la vida.

La esperanza de vida está aumentando gracias a los logros de la medicina moderna, que reducen la morbilidad y la mortalidad de una serie de enfermedades que eran incurables en el pasado. A medida que las personas viven más tiempo, los problemas de cambiar el microbioma se vuelven cada vez más relevantes para los sistemas de salud.

El mundo científico actual, considera cada vez más que entre las especies, el yo estoy bien si tú también, es parte central de la vida. Para prolongar la vida, reducir la incidencia del síndrome asténico y la morbilidad, es necesario comprender los cambios que ocurren en el microbioma y su impacto en la nutrición y el estado inflamatorio.

A medida que aumenta la esperanza de vida en todo el mundo y, en consecuencia, la proporción de personas mayores en la población, la necesidad de comprender el proceso de envejecimiento es cada vez más importante. Esto también es cierto para los microbios en el intestino humano, que es el filtro a través del cual pasa la comida antes de que se presente al huésped en cada una de sus células.

El mundo microbiótico que llevamos

La piel, las mucosas de boca, tracto respiratorio y reproductor y urinario y el intestino humano está poblado por una densa comunidad de microbios (la microbiota) que supera en muchas veces nuestro recuento de células eucariotas y proporciona a cada uno de nosotros un enorme conjunto de genes microbianos complementarios (el microbioma intestinal por ejemplo). Varias enfermedades metabólicas, como la obesidad y la diabetes tipo 2, se han relacionado con alteraciones en la composición y función de la microbiota que realiza un gran número de funciones.

 

Por ejemplo, el microbioma intestinal humano modifica los componentes de los alimentos de diferentes formas. Puede aumentar la cantidad de energía en los alimentos, facilitar la absorción de minerales ajustando el pH en el intestino, regular el apetito y el metabolismo y aumentar el valor nutricional de los alimentos produciendo vitamina B y aumentando la biodisponibilidad de la vitamina K. Los cambios en la composición de una microbiota sana, pueden alterar la circulación normal de metabolitos bacterianos, vitaminas y minerales y, por tanto, pueden tener un impacto significativo en la salud.

 

Se ha demostrado que los cambios de la microbiota relacionados con el envejecimiento, son evidentes en los ancianos o en el síndrome asténico. La evidencia de encuestas y estudios en animales, confirma que los cambios en el microbioma tienen el potencial de afectar la salud, especialmente en los ancianos. Aunque los cambios se encuentran principalmente en personas que han cumplido los 70 y 80 años, es probable que los cambios en la microbiota comiencen antes y aumenten a lo largo de la vida.

Entrando ya al tema

A pesar de que con la edad sufrimos una disminución multifactorial tan compleja en el funcionamiento de los sistemas del cuerpo, no es obvio que la microbiota intestinal esté involucrada en el mantenimiento de la salud y la prevención de enfermedades, excepto, quizás, por su papel como reservorio de patógenos oportunistas. Sin embargo, varios han intentado sistematizar los resultados de estudios recientes que evalúan variaciones en la composición de la microbiota intestinal en los ancianos, así como averiguar cómo esta diversidad provoca pérdidas de salud a medida que envejecemos. Los datos presentados permiten ya formar hipótesis sobre los probables mecanismos de influencia del microbioma modificado en el organismo que envejece.

Hasta hace poco, la microbiota intestinal se consideraba no cultivable mediante técnicas bacteriológicas estándar, eso ha cambiado y gracias a información especializada, el uso generalizado de técnicas de cultivo independientes, hemos ampliado enormemente la comprensión de la ecología del intestino delgado.

Se cree que la microbiota intestinal bacteriana en adultos sanos de la región occidental tiene más de 100 especies (alrededor de 200 cepas), que se determinan en una persona. Al final, los estudios han permitido ver que la microbiota humana está implicada en la secuenciación de un gran número de genomas de referencia, en organismos de diferentes partes del cuerpo humano, lo que ha permitido acelerar la detección de sus propiedades biológicas.

Los estudios de la microbiota de los ancianos (generalmente definidos como personas mayores de 65 años) implica el estudio del cultivo bacteriológico en todas las etapas del análisis molecular complejo. El objetivo de esos estudios ha sido determinar si la microbiota intestinal de los ancianos se ve afectada por numerosos cambios fisiológicos asociados con el envejecimiento, como cambios en la dentición, producción de saliva, pérdida del gusto y cambios (incluida la ralentización) del tránsito del intestino delgado. Se ha tenido en cuenta que los ancianos experimentan una activación sostenida del sistema inmunológico innato: el llamado fenómeno inflamatorio, que probablemente esté relacionado con la microbiota.

Según los primeros estudios dependientes de cultivos ad hoc, la composición de la microbiota en los ancianos difiere de la de adultos más jóvenes. Estudios de la segunda mitad del siglo XX mostraron un aumento en el contenido de los llamados coliformes, enterococos y algunas especies de clostridios. Estudios posteriores han determinado que la microbiota intestinal de los ancianos se caracteriza por una disminución del número de bifidobacterias y en general una disminución de la diversidad de especies con predominio de los taxones Bacteroides, Prevotella y Lactobacillus spp.

Las técnicas moleculares también han mostrado cambios en la microbiota en personas mayores de 60 años en comparación con los adultos jóvenes, y en esos estudios con diferenciaron de representantes de diferentes países, se ha podido ver diferencias que indican la influencia de factores ambientales en la composición de la microbiota. Pero también hay cosas en común: Independientemente del país de residencia, el número de enterobacterias en los ancianos era casi el doble que en los adultos. Otras especificidades en cuanto a flora entre ancianos y entre estos y adultos jóvenes también se ha documentado.

Aunque las razones de estas diferencias aún no están claras, los estudios han encontrado que la microbiota cambia con la edad y probablemente sea específica de cada país.

La comparación de composición de la microbiota en ancianos sanos que viven en sociedad con la de ancianos que viven en residencias de ancianos, en que se usa y abusa de antibióticos propicia cambios. En comparación con la microbiota de las personas de la sociedad, el microbioma de las personas de los hogares de ancianos suele mostrar una disminución significativa en el número de algunos tipos de bacterias. También se ha venido confirmando desde hace algunos años que el tratamiento con antibióticos ha provocado una disminución de la diversidad de la microbiota, la extinción incondicional de algunos taxones y un aumento del número de enterobacterias.

 

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