Alfonso mata
La acción comunitaria tiene un papel importante cuando se trata de identificar y comprender las nuevas necesidades, vulnerabilidades, barreras, percepciones de riesgo y comportamientos; también lo tiene con relación a los conocimientos, las acciones y las estrategias de resistencia empleadas en busca de salud y bienestar. Ahora estamos ante el reto de profundizar de forma rápida y cualitativa en la salud de la población, de organizar el sistema de salud en cada territorio, de atender las necesidades que serán diferentes y nuevas, surgidas durante la epidemia o relacionadas con lo que ya se sabía.
HS: Cómo trabajar el futuro de equidad en la salud
AM: El desarrollo del modelo de activos para la salud en ciertas colectividades es un mecanismo de protección de la comunidad ante la inexistencia y mal funcionar de los servicios públicos. En nuestra sociedad, uno de los mayores activos es el estado democrático, y con él la protección colectiva de la población con criterios de equidad. No podemos seguir en el error de pretender que sea la ciudadanía la que genere ella sola mecanismos de protección de la comunidad y, de paso, reducir los servicios públicos. Tampoco es lógico que las instituciones generen respuestas, dejando fuera la participación de las redes vecinales que conocen su territorio y son reconocidas por quienes viven en él. Apostar por la salud comunitaria implica una ciudadanía activa y unos profesionales y unas instituciones públicas fuertes en recursos y en políticas que garanticen el bienestar y la protección colectiva de la población con criterios de equidad.
HS: Cuál es el principal aliciente para ello
AM: El periodo de desescalada y de posibles nuevas ondas epidémicas que vamos a vivir, nos tiene que servir para reforzar el papel del Estado y de los servicios públicos como activos fundamentales en nuestra democracia, articulando con la ciudadanía un Estado fuerte para la respuesta desde las instituciones públicas. Al actuar se hace necesario promover, desde el principio, un diálogo local entre las comunidades, las instituciones y los servicios públicos (atención primaria de salud, salud pública, servicios sociales, educación, asociaciones y otros) para trabajar con la información precisa y adaptada a cada circunstancia y contexto; un diálogo a través de canales normalizados, a todos los niveles y a lo largo de toda la respuesta, para facilitar la participación activa en el proceso, movilizando acciones, recursos y activos para la salud, sin dejar a nadie atrás.
La acción comunitaria también debe ser repensada en un escenario con nuevas medidas de prevención y seguridad: garantizar la distancia física, disminuir la densidad de personas en reuniones y en actos, y evitar acciones bienintencionadas pero que sin protección pueden generar una situación de incremento del riesgo epidémico. Esta nueva forma de generar cohesión social manteniendo la distancia física también nos servirá para tener nuevos modelos y nuevas prácticas de relación inimaginables hace un año y semanas.
HS: La situación social explotará
AM: En situación de confinamiento, hay personas que son capaces de afrontar los problemas con recursos y formas de hacer creativas y solidarias. A pesar del confinamiento y del distanciamiento social o físico, a pesar de la desaparición del espacio público y de los lugares de encuentro, las personas han encontrado formas de organizarse y cooperar con otras. Ante nuevas grietas, es probable que estemos aprendiendo a hacer nuevas costuras sociales e institucionales, identificando y usando los activos que pueden ayudar a afrontar mejor la crisis.
Se debe buscar la forma de visibilizar, poner en común y ofrecer las pequeñas riquezas a quienes más las necesitan, creando redes locales de apoyo para compartir ayuda durante el confinamiento. Es necesario desarrollar investigación y estudios rápidos, con orientación de investigación-acción participativa, que permitan consolidar esta impresión sobre el capital social para seguir avanzando en el conocimiento sobre el modelo de activos para la salud y sus repercusiones para la salud pública.
La idea de coproducción en el contexto de la salud comunitaria reconoce que las personas que usan los servicios de atención social o sanitaria y sus familias, tienen conocimientos y experiencia que pueden usarse para ayudar a mejorar los servicios, no solo para ellos mismos, sino también para otras personas que necesitan atención social. Quienes siempre han vivido al día tienen mucho que decir sobre cómo manejarse en situaciones de aislamiento y estrés psicosocial. Por ello es clave plantearnos cómo reforzar los vínculos y la cohesión social.
HS: Quiénes son responsables de esta estrategia
AM: Todos. Debemos retomar ejemplos, de enfoques de servicios sociales, revisar cómo nos cuidamos desde la comunidad, con reciprocidad, solidaridad, intercambio y estado social de derecho. Aquí es relevante poner énfasis en las situaciones de exclusión y dar soporte equitativo, pensando en quienes están en mayores dificultades. Coproducir salud en nuestras comunidades es tarea de todos, pero es muy importante identificar de manera rigurosa las riquezas en servicios, recursos naturales y ambientales, infraestructuras, asociaciones, instituciones, culturas, diversidades, personas y economías del lugar.
Habrá que estar atentos a la evolución de la crisis y establecer mecanismos para detectar cómo los activos se van transformando para adaptarse a las nuevas circunstancias y ver en cada momento cuáles son los más adecuados para generar salud y bienestar. Para esta tarea es indispensable la participación ciudadana, pero también es necesaria una clarificación de términos para no confundir una participación cosmética o manipulada, con la participación como forma de democracia popular y como responsabilidad de la comunidad, una participación en la que las personas tengan poder en el momento de tomar decisiones, que sea amplia, inclusiva y tenga en cuenta la diversidad.
Muchos estudios han demostrado que vivir en una situación de injusticia social ocasiona estrés, que puede ser el origen de procesos inflamatorios que derivan en enfermedades. La sociología de la salud y la medicina social, identifican la brecha que en el seno de una sociedad genera la injusticia social, y ahora la COVID-19 nos la coloca en primer plano.
HS: Qué urge ahora
AM: Tenemos el deber de reducir el déficit de salud, y más aún cuando la incertidumbre de una política económica y sanitaria mal enfocada y dirigida acecha bajo un escenario de la confrontación política, corrupción e injusticias, que pone de manifiesto nuestras debilidades como seres humanos. Existen situaciones en la vida de los pueblos y las comunidades que a las personas las ponen en mayor riesgo de enfermar. Ahora un virus, que se lleva a nuestros mayores y a las personas más vulnerables vuelve a recordárnoslo y se pone a la par del hambre y de otras enfermedades. Y también nos recuerda que al pensar en el futuro, no debemos olvidar que la relación entre salud, injusticia y estrés es muy fuerte y dañina para la salud.
Saber vivir con la COVID-19 es un aprendizaje más que conforma la importancia de la interacción de lo social con nuestra biología-genética, con la microbiología y el entorno.
LA SALUD BASADA EN ACTIVOS DE LA SALUD
El modelo de activos aporta una perspectiva de salud que fomenta que las comunidades reorienten su mirada al contexto y se centren en aquello que mejora la salud y el bienestar, potencien la equidad en salud y fortalezcan sus decisiones sobre la raíz de las causas de las causas.