Alfonso Mata
Como hemos dicho en artículos anteriores, ha habido una sucesión de planes para restaurar la atención primaria y las cuentas nacionales de salud, que han resultado insuficientes y lo poco que se quiso transformar mal montado. La resultante en este ejercicio está a la vista: una epidemiología nacional que en muchos sentidos perdura con epidemias permanentes y en parte porque las reformas se han centrado en buscar aumentar coberturas sin cuestionar los principios organizativos esenciales y la distribución de poder: los problemas estructurales de las desigualdades de recursos, procesos enfoques, la regulación de la demografía profesional y la epidemiología nacional también se han descuidado.
HS: Usted está diciendo que la revisión de la nomenclatura general de los actos profesionales y recursos están mal alineados
AM: ¡Correcto! los procesos y redes asistenciales, nunca han estado libres de boicots de poder y lucro y han quedado en gran medida huérfanos de decisiones de solución a sus problemas, por falta de actores administrativos lo suficientemente poderosos para llevarlos a cabo y voluntad política para resolverlos. Más aún, las intervenciones recurrentes de los ministros y sus gabinetes, que buscan derogar las regulaciones u obtener extensiones presupuestarias se han hecho con otros fines, han agravado las desigualdades en la dotación de recursos, a pesar de los discursos oficiales sobre honestidad y trasparencia.
HS: Hay entonces actor oculto
AM: si, a parte de los funcionarios públicos, los sindicatos. No quiero decir que sea malo tenerlos, ¡no! es que también su dirección y orientación es inadecuada y de malévola visión. La reestructuración se ha enfrentado (y continúa haciéndolo) a políticas nacionales, locales y consideraciones de empleo y salario con privilegio de parte de los sindicatos.
Pero es malévolo también echarle toda la culpa a los sindicatos de la debacle del sistema. Claro que no se puede negar que las instituciones sectoriales en parte limitan las acciones, cálculos y expectativas de los actores políticos, que adaptan sus proyectos de acuerdo a lo que perciben de las estrategias de los actores relevantes y el equilibrio de poder dentro de las instituciones. Entonces en parte, los sindicatos determinan la capacidad de intervención del estado y la naturaleza de los problemas que enfrenta.
Pero quiero dejar claro como lo hice en artículos anteriores que a toda la estructura del sistema de salud en conjunto, la falta de implementación de reformas claras y contundentes solo ha permitido que la cobertura universal de salud funcione únicamente por instantes: para remediar los efectos sociales perversos de su mal funcionamiento cuando este llega a ser descarado. Resultado de ello: se mantiene intacta la arquitectura problemática de la epidemiología nacional, al igual que la fragmentación del sistema nacional de salud.
HS: Qué otros factores influyen en la falta de un sistema de atención primaria adecuado
AM: De manera más general dos. Primeramente el enfoque político mundial. A los gobiernos, los organismo mundiales, por un lado, los animan encarecidamente a optar por políticas impopulares (recortes presupuestarios, reducción de derechos sociales) que afectan la implementación de los programas existentes y a eso se suma la situación económica y social y las rigideces institucionales y resistencias de los múltiples grupos de interés y de los beneficiarios de los programas sociales. Pero el otro factor que pesa es la investigación. Aun no hacemos conciencia que para trasformar la salud necesitamos del conocimiento en todos sus campos. Avances como la telemedicina ya no son una cuestión de comodidad para el paciente, sino de supervivencia y de mejor atención a los problemas de salud.
HS: Las poblaciones de mayor riesgo tienen limitado considerablemente su margen político de maniobra.
AM: Ese es otro factor que se suma no solo a la participación sino a la comprensión de las políticas sociales. Los conflictos políticos, los privilegios a ciertos grupos, nuevas directrices mundiales, oponen ahora a los gobiernos y los grupos de interés que apoyan, contra la opinión pública y los grupos más necesitados. En un medio así, todos tratan de ocultar sus responsabilidades trasladándolas a otros, y todo termina concediendo beneficios a grupos particulares. Las reformas no son posibles cuando los opositores están divididos a menos que la dramatización de la crisis permite aceptar a todos algo, que casi siempre son medidas paliativas y temporales. Como resultado: las instituciones y las políticas subóptimas e ineficientes, pueden mantenerse a largo plazo. Además, la inercia institucional es particularmente fuerte, nadie quiere apostar al cambio.
HS: Pudo ser factible antes el cambio
AM: ¡Sí! Si se toma una perspectiva histórica, se evidencia la baja inversión de los funcionarios electos y las empresas partidistas, pues no podemos hablar de partidos políticos, en temas de salud. Y eso sucedió en medio de un cambio ideológico de concepción de la salud pues desde principios de los setenta hasta mediados de los ochenta. De hecho, los temas de salud dieron lugar a posiciones políticas bastante definidas, en un contexto de polarización izquierda / derecha y de conversión de la salud dentro de lo «social». Recordemos que fue el tiempo de la propuesta de Alma Ata, la creación de unidades de salud (hospitales, centros y puestos de salud) a la par de la perdida de los laboratorios nacionales y de unidades de investigación y el incremento de las grandes farmacéuticas y la experiencia de las duras realidades del poder llevaron a la mayoría en ese momento a abandonar sus posiciones más liberales en materia de salud.
HS: Está hablando de una dependencia o de una tradición en un manejo ineficiente de la salud
Creo que ambas se unen en nuestro caso. Los especialistas y profesionales de la salud nacionales e internacionales coinciden y convergen hacia la atención primaria como elemento estratégico fundamental y central para mejorar y mantener la salud de las poblaciones y existen acciones e intervenciones definidas para su logro y se han formulado soluciones eficientes para ello pero lo inverosímil en nuestro caso es que esta solución más eficiente no se ha adoptado, pese a sus beneficios en la salud y la economía nacional.
HS: Y de espaldas al futuro
AM: Creo que se algo positivo deja el COVID-19 es una nueva visión sobre la salud pública. Todos los sectores de la sociedad en este aspecto están pisando el acelerador. Por primera vez en la historia, la inversión de dinero público en investigación se ha disparado por encima de cualquier otro sector. En algunos países desarrollados ya se aplicaba la epidemiología digital antes de la expansión del coronavirus y en estos momentos tiene un boom. Y en la gestión de la salud se necesita ir más allá Es inconcebible que el personal de salud deba perder, aún hoy, horas y horas en tareas administrativas. La administración de los sistemas de salud, tiene que darse cuenta de una vez por todas de que, todas estas soluciones –y en especial la telemedicina y la gerencia– la volverían más competitiva, ahorrarían costes y mejorarían el bienestar en el paciente si se digitaliza. La digitalización supone detectar mucho antes una enfermedad, clasificar y definir enfermedades y evitar muchos tratamientos que se hacen al ojo. Ya existen experiencias al respecto. Es indudable que gracias a la pandemia en todos estos aspectos hemos avanzado en meses lo que pudo tomarnos años no solo en concepción sino en implementación.