Por: Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Guatemala hace unas décadas tenía sus laboratorios nacionales de producción de medicamentos e incluso de vacunas e investigación, que dejaron de existir en la década de los ochenta de un plumazo; incluso los hospitales grandes tenían su costurería.

Hoy el sistema de salud público y privado, se agita en medio de carestías y corrupción en cuanto a compras y proveeduría e incluso el sistema nacional industrial productivo de material para la salud como algo central para la política de desarrollo no existe. Muchas razones pueden haber en esto pero la razón principal de esto es muy simple: No se invierte en la salud del guatemalteco y existe todo un proceso corrupto de producción y distribución de equipos, productos farmacéuticos y otros servicios de salud. Para darle una idea, la producción nacional de medicamentos depende del son que toquen las grandes farmacéuticas.

Todo el aprovisionamiento de vacunas depende del costo que marquen estas, igual sucede con micronutrientes, antibióticos, etc. La crisis actual solo confirma esta visión de una manera aterradora: una debilidad tecnológica intensa de materiales y equipos, un sistema de salud que al menor brinco de necesidades tambalea y no podemos tener un sistema de salud para 17 millones de personas eficiente y adecuado, sin una base productiva y tecnológica que involucre a la industria farmacéutica, los equipos y la atención médica. Una inversión nacional por debajo de las demandas.

Esta pandemia deja una gran lección: la necesidad de una política de Estado más eficiente a fin de mejorar nuestra infraestructura de salud. No puede el Estado y la población seguir viendo la salud como un gasto y una carga pública. No debe ni el estado ni la ciudadanía, ver una crisis como la actual, ni siquiera como una caridad pública y privada, ya que en el fondo lo que mueve a ayudar no es ni una responsabilidad (pues de lo contrario no se tendría crisis) ni una obligación y bondad (todo estaría equipado) sino la publicidad y propaganda, afán de poder y logro de prerrogativas. No podemos tener un sistema de salud dependiente de intereses ajenos a su mandato y su derecho y de los mercados externos, un grado de dependencia casi del 100%.

La gran justificación ha sido “es más barato comprar en el extranjero” ello a mi entender, genera no solo dependencia económica sino retraso tecnológico y un mercado muy imperfecto que afecta a todos y cuando la demanda como en el presente caso explota, los resultados lo vemos a un en la España e Italia y el mismo Estados Unidos. Necesitamos un sistema de salud basado en la ciencia y tecnología, es lo que mueve el progreso y no de dependencia de la política y el mercado, es lo que lo retrasa.

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