Alfonso Mata
Es bien sabido que la actividad física regular tiene beneficios para la salud, incluido el control del peso, el fortalecimiento del corazón, los huesos y los músculos y la reducción del riesgo de ciertas enfermedades.
Los expertos han encontrado que una sesión diaria de ejercicio moderado puede actuar como antiinflamatorio. Los hallazgos tienen implicaciones alentadoras para enfermedades crónicas como la artritis, la fibromialgia y para afecciones más generalizadas, como la diabetes y la obesidad.
Inflamación y ejercicio
La inflamación es una parte vital de la respuesta inmune del cuerpo. Es el intento del cuerpo de curarse después de una lesión; defenderse contra invasores extranjeros, como virus y bacterias; y reparar el tejido dañado. Sin embargo, la inflamación crónica puede conducir a problemas de salud graves asociados con la diabetes, la enfermedad intestinal, la obesidad y otras afecciones.
Muchos estudios han encontrado una asociación entre inactividad física e inflamación sistémica de bajo grado en sujetos sanos, en personas ancianas, así como en adultos sedentarios. Los estudios en las mismas personas a lo largo del tiempo han demostrado que el entrenamiento regular induce una reducción en el nivel de una proteína asociada con la inflamación y entonces sugieren que la actividad física como tal, puede suprimir la inflamación sistémica de bajo grado.
Ejercicio e infección
Hace algún tiempo, unos investigadores inyectaron una dosis baja de endotoxina proveniente de la bacteria Escherichia coli que causa infección, a voluntarios sanos, que habían sido aleatorizados para descansar o hacer ejercicio antes de la administración de la endotoxina. Lo que encontraron fue que en sujetos en reposo, la endotoxina indujo un aumento de dos a tres veces en los niveles circulantes de TNF. Por el contrario, cuando los sujetos realizaron 3 horas de ciclismo en el ergómetro y recibieron la dosis de endotoxina a las 2.5 h, el TNF ni se movió. Ese hallazgo de que el ejercicio suprime el TNF inducido por endotoxina fue apoyada por un estudio reciente que demuestra que el ejercicio normaliza la sobreexpresión de TNF en ratones. En conclusión, todo apunta a que el ejercicio regular, protege contra las enfermedades con inflamación sistémica crónica de bajo grado. El efecto a largo plazo del ejercicio, se puede atribuir a la respuesta antiinflamatoria provocada por el ejercicio, que está parcialmente mediada por la IL-6 derivada del músculo. La mejora de las concentraciones fisiológicas de IL-6 producto del ejercicio, estimula la aparición en la circulación de las citoquinas antiinflamatorias IL-1ra e IL-10 e inhiben la producción de la citoquina proinflamatoria TNF.
Ejercicio y dieta
Ya sabemos que con el ejercicio, una sustancia llamada IL-6 aumenta. Pero también se sabe que la IL-6 estimula la lipólisis y la oxidación de grasas. Eso significa la movilización uso y disminución de la grasa del cuerpo. Los efectos antiinflamatorios del ejercicio entonces, pueden ofrecer protección contra la resistencia a la insulina inducida por TNF y eso mejora el manejo de la glucosa y puede ayudar a disminuir el aparecimiento de diabetes y al control de esta en pacientes ya diabéticos.
Veamos un poco más que pasa cuando no hacemos ejercicio: El tejido adiposo contribuye a la producción de TNF-alfa, que se refleja en niveles elevados de receptores solubles de TNF-alfa. El TNF-alfa se ha sugerido que es el impulsor de la resistencia a la insulina y la dislipidemia, relacionadas con la diabetes. Durante el ejercicio, la IL-6 que se considera propulsor de efectos antiinflamatorios producido por fibras musculares a través de una ruta independiente, estimula la aparición en la circulación de otras citocinas antiinflamatorias e inhibe la producción de la citocina proinflamatoria TNF-alfa. Además, la IL-6 mejora la renovación de los lípidos, estimulando la lipólisis y la oxidación de las grasas.
Bien, le sugerimos que mientras sabemos un poco más de y sobre la inflamación, usted en lugar de dejarse llevar por los medicamentos únicamente, establezca con su médico un buen programa de ejercicios. Sesiones de ejercicio moderado, pueden hacer mucho bien para lograr mejores efectos antiinflamatorios. Los pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas, siempre deben consultar con su médico sobre su plan de tratamiento adecuado, pero deben saber que el ejercicio puede actuar como un antiinflamatorio.
No hay que confundirse con la cantidad de ejercicio
El trabajo realizado en sujetos sanos y deportistas ha permitido realizar muchos experimentos y poder formular argumentos a favor de la influencia del ejercicio en el sistema inmune, prestando especial atención al grado en que el ejercicio fue beneficioso o perjudicial para el individuo. Algunas células inmunes se alteran con el ejercicio. La «leucocitosis del ejercicio» se caracteriza por un marcado aumento en los neutrófilos que continúa al final del ejercicio mientras que la linfocitosis es más modesta y colapsa al final del ejercicio. Los cambios en los linfocitos se caracterizan por un aumento durante y justo al final del ejercicio y una disminución de 1 a 3 horas después del final del ejercicio. El número y el grado de activación de los linfocitos pueden volverse más bajos de lo normal una vez finalizado el ejercicio. Pero esto es lo más importante, la duración de esta «inmunosupresión» depende de la intensidad y la duración del ejercicio.
Entonces y esto es lo que debemos tomar en cuenta y tener muy claro, la hipótesis es que el ejercicio moderado, estimulaba el sistema inmune y nos ayuda a proteger al cuerpo contra la inflamación, mientras que el ejercicio intenso induce la inmunosupresión. En conclusión, el sistema inmunitario está alterado y «estresado» en las horas posteriores al ejercicio intenso en el atleta. La relevancia clínica de estos cambios inmunes e inflamatorios observados en atletas saludables ha sido objeto de estudios contradictorios. Para algunos autores, el ejercicio de alto nivel se asocia con un aumento en la frecuencia de infecciones del tracto respiratorio superior que refleja la fragilidad de la infección de atleta de alto nivel, mientras que el ejercicio moderado se asocia con un aumento de las defensas inmunológicas y antiinfeccioso. Todavía faltan estudios al respecto.
Ejercicio y salud mental
Los trastornos comunes de salud mental (depresión, ansiedad y adaptación social) generalmente conducen a un círculo vicioso de aislamiento social y apatía y eso provoca una desacomodación física que propicia disminución de energía y aumento de sensación de dolor y malestar. Estos estados por lo general, generan desequilibrios hormonales que incluyen déficits de neurotransmisores que promueven bienestar (serotonina, norepinefrina y dopamina) y una liberación de cortisol (relacionado con el estrés).
Los estudios epidemiológicos a la fecha realizados, han demostrado que para salir de ese círculo vicioso, el ejercicio es útil, ayuda a controlar mejor la ansiedad, las emociones y la depresión. Tómelo solo como un ejemplo: un estudio realizado en personas con depresión, mostró que el ejercicio fue tan efectivo como el medicamento (60%) pero aquellos que se ejercitaron, estadísticamente los que se ejercitaron, tenían menos probabilidades de recaer que aquellos que tomaron únicamente el medicamento. Una mujer escribió a su médico esta sencilla nota que no se debería olvidar “El ejercicio es una luna brillante que hace huir mis tinieblas”.