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En un artículo publicado el 27 de julio de 2017 en el Washington Post, Sarah Fortune de la Escuela Harvard Chan y Yonatan Grad, comentando el artículo del BMJ, dijeron que aunque los cursos más cortos de antibióticos pueden estar bien en algunos casos, no son seguros en general. Los expertos de Harvard dicen, que es demasiado pronto para darle viaje al consejo.

La cosa no resulta tan fácil de resolver. Por un lado, los estudios han demostrado que pocos días de tratamiento es a menudo bastante para pacientes con algunas infecciones, pero no bastantes para otras como la tuberculosis, y si siguen esa norma, se arriesgan en seguir enfermos si hacen acortamiento de sus tratamientos –considera la inmunóloga Fortune–. Por consiguiente, el tratamiento demasiado corto en algunas infecciones, puede propiciar una ruta más fácil a los organismos resistentes al antibiótico, para tomar posesión de la situación, haciendo la infección más difícil o incluso imposible de tratar.

Los autores del trabajo publicado en el BMJ, argumentan sobre la posibilidad de decirle a la gente que deje de tomar antibióticos cuando se «sienta mejor». El problema está en que eso de sentirse mejor no es objetivo. De hacerse cuando ¿Los síntomas se han ido? ¿Totalmente desaparecido? ¿Algunos síntomas, pero no otros? El término ido eso resulta demasiado vago a la gente –argumentan los que no ven eso factible y correcto–. De por sí ya es mucha la gente apenas se siente mejor abandona el tratamiento y luego recae y se desconoce cuántos de esos casos generan cepas de bacterias resistentes.

Lo que por generaciones ha incrustado en la cabeza del público y los médicos, es que se debe tomar el curso completo de un tratamiento o bien algo malo puede suceder. El debate se centra en, cómo médicos y pacientes usan los antibióticos, ya que esto es un problema crítico que enfrenta la medicina moderna y eso es debido a algo muy simple. Siempre que las bacterias están expuestas a los antibióticos, tienen el potencial de dividirse y desarrollar una generación de bacterias, que pueden soportar o evadir el efecto de los antibióticos. La lógica ha sido: si usted no toma un curso completo de antibióticos, va a dejar bacterias que pueden desarrollar cierta resistencia y estas se multiplican y conquistan espacios.

El mensaje de que un tratamiento debe completarse no es nuevo. El doctor Tim Peto del Centro de Investigación Biomédica de Oxford y sus colegas, han explicado que la idea del «curso completo» se originó con un discurso pronunciado en 1945 por el ganador del Premio Nobel Alexander Fleming. Fleming relató una emotiva historia de un paciente con una infección estreptocócica de la garganta, que no tomaba suficiente penicilina y transmitió la infección a su esposa, lo que la llevó a la muerte dado que lo que le había trasmitido era una nueva cepa resistente a los antibióticos. «Los comentarios fueron emocionales, pero no basados en pruebas», dijo Peto. Varios expertos en enfermedades infecciosas coinciden en que nuevas formas de manejo de los tratamientos con antibióticos, vale la pena estudiarlos más a fondo, pero que es prematuro abandonar el consejo de décadas.

Pero algunos expertos en enfermedades infecciosas, han argumentado que el consejo de finalizar todos los tratamientos de antibióticos, contradice el hecho inequívoco de que no es una infrautilización, sino el uso excesivo el que está creando el problema de la resistencia.

Por su lado, los funcionarios de salud advierten que el surgimiento de «superbacterias» resistentes, podría conducir a una pandemia global sí no ponemos atención a la manera de usar los antibióticos. El problema ha merecido tanta atención, que la Organización Mundial de la Salud tomó la medida sin precedentes de crear una lista controversial de antibióticos, que deberían ser restringidos y utilizados sólo en las circunstancias muy graves.

Afortunadamente para los médicos, existen ya varios estudios sobre la duración ideal de la terapia para enfermedades específicas. Por ejemplo, para infecciones del oído, un estudio demostró que los pacientes que tomaban un antibiótico durante cinco días, tenían más probabilidades de fracasar con el tratamiento que los que lo tomaban durante los 10 días completos. Por su lado, también hay evidencias de que si no se completa un curso de antibióticos, eso hace que sea posible que las bacterias en el cuerpo, puedan desarrollar resistencia a los antibióticos y causar una infección más grave en el camino.

Lo que sabemos en este momento es que el uso de los antibióticos es una espada de doble filo. La mayoría de médicos, considera que sí se trata por un tiempo demasiado corto, uno puede terminar enriqueciendo el ambiente de organismos resistentes a los antibióticos, y la proporción relativa de bacterias resistentes a los medicamentos se hace más alta, más alta de lo que el huésped puede manejar y luego de esto, la infección puede resurgir como resistente a los medicamentos.

Es pues evidente, que se hace necesario desarrollar mejoras en la forma en que los médicos recetan antibióticos, y para muchos tipos de infecciones, puede ser posible reducir la duración del tratamiento, sin comprometer su eficacia.

Parece que a los médicos les gusta un estándar de tratamiento de 10 días. Lo otro de moda más reciente es que, cuando se dan antibióticos orales que también matan a las bacterias en el tracto digestivo, se está recomendando al finalizarlos, tomar probióticos durante semanas o meses, para reconstruir el microbioma y proteger el tracto digestivo contra la colonización por bacterias oportunistas y malas. No tomar probióticos después de los antibióticos –argumentan algunos– causa adquirir otra infección con necesidad de una segunda ronda de antibióticos. Ahora, mucha gente toma prebióticos, cada vez que toma antibióticos.

Para los salubristas, la discusión no se debe centrar sólo la seguridad del paciente o la comodidad, sino también en la utilidad continua del tratamiento para la población en su conjunto. El volver un tratamiento cuestión de vulnerabilidad y riesgo, debe evitarse, por lo que ellos se hacen dos preguntas ¿De dónde surgen las mayorías de cepas resistentes? ¿Las vemos primero en hospitales, donde las personas tienen más probabilidades de completar un curso o en poblaciones con una menor tendencia a seguir un régimen adecuado? Hemos leído –dicen ellos– que los hospitales reproducen superbacterias, pero también que las formas resistentes provienen de las poblaciones que viven en las calles y que no completan o toman mal los tratamientos.

De tal forma que por el momento, para los sistemas de salud de todo el mundo, hay un hecho que parece incontrovertible al respecto ¿Cuánto tiempo deben tomarse los antibióticos? La respuesta no es única depende de muchas variables. Los siguientes son sólo algunas de ellas.

1. El número y la concentración de bacterias por gramo de tejido infectado.
2. El suministro de sangre a los tejidos y a los que están siendo atacados por las bacterias.
3. El tiempo de duplicación de los cambios genéticos de las bacterias que colonizan.
4. La absorción del fármaco y su vía de administración.
5. Posibles efectos secundarios de la droga.
6. Otras drogas que se están tomando.
7. La susceptibilidad de las bacterias al fármaco previo a tomarlo. Resistencia a las drogas.
8. Factores propios de la salud del individuo y de funcionamiento de su sistema inmune.
9. Muchos otros factores.

El argumento médico, también resulta interesante de conocer. Sí no erradicamos completamente la bacteria que causa el mal, las que sobreviven con una mayor resistencia, producirán un mayor porcentaje de bacterias con mayor resistencia que se difundirán por todos lados. Las superbacterias son creadas, por no acabar con las que le lograron sobrevivir a tiempo, por no prescribir la dosis adecuadas y el adecuado antibiótico y forma de administrarlo. El curso completo de una terapia con antibióticos, no es una mana que cayó de los cielos. Es fruto de numerosos estudios y experiencias.

Independiente de lo que se opina, lo ideal que se pretende con cualquier tratamiento moderno de antibióticos y con los nuevos antibióticos, es acabar la mayoría de los errores de una población de bacterias que son los causantes de la enfermedad, mientras que se limita la exposición del antibiótico a otras bacterias, es decir, ser selectivo en la selección de antibióticos y en su ataque a las bacterias para evitar la resistencia.

Otra cosa que se ha observado es que, no todos las bacterias malas que están ocasionando un problema, se matan con la primera dosis; por lo que un tratamiento, puede incluir más de una dosis y esto se acompaña de otro problema constante “la gente se ha vuelto muy impaciente, le lleva días y semanas adquirir una infección, pero se quieren curar en horas o un día “. Como en la guerra, usted necesita dosis suficientes, para matar suficientes bacterias y para que el cuerpo pueda hacerse cargo del resto por sí mismo –le comentaba un médico a su paciente. Sin embargo, determinar lo óptimo de dosis y tiempos de tratamiento en cada pacientes es difícil; los médicos se basan en estudios anteriores para ver cuánto tiempo y en que dosis debe tomarse un antibiótico.

Pero la realidad terapéutica debería ser otra: el seguimiento adecuado del paciente. Lamentablemente en nuestro medio, la decisión del curso de tiempo y dosis del tratamiento no está basada en el monitoreo constante al paciente, pues el médico muchas veces no lo vuelve a ver “se esfuman cuando se sienten bien” y eso imposibilita un buen seguimiento de casos, detección de resistencias y efectividad y eficiencia en lo que se hace. Todo paciente con tratamiento, debería de ser sujeto de seguimiento.

Aunque a los pacientes se les ha dicho durante décadas, que es necesario que tomen el tratamiento completo de antibióticos, un análisis de BMJ sugirió que la práctica puede ser peligrosa para los pacientes y para la sociedad en su conjunto, porque el uso excesivo de antibióticos ha contribuido al crecimiento de infecciones resistentes.

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