Gustavo Morales

Un cerebro en el abdomen

Según la medicina china, vientre hinchado indica ansiedad, acumulación que no puede ser descargada en cualquier otra forma y, por lo tanto, se internaliza y se almacena internamente. El respiro afanoso, en aquellos niños que viven en forma particularmente agitada, contribuye a ingerir una gran cantidad de aire, que no puede ser expulsado de la nariz y la boca y que se ve atrapado en el intestino produciendo molestias.

_VYE10_1CEs bueno saberlo. Cuando las emociones, las sensaciones y los sentimientos se interiorizan, usted puede sentirlo en el vientre o la panza. Muchos no saben que hay un segundo cerebro en el vientre, casi una copia de lo que tenemos en la cabeza y que no sirve sólo para la digestión. También el sistema nervioso del abdomen produce sustancias psicoactivas que afectan a los estados de ánimo, como la serotonina, la dopamina, opiáceos analgésicos e incluso las benzodiacepinas. Las discusiones en la familia, la ira y la ansiedad en el trabajo se acumulan en su abdomen, donde, cuando se está preocupado, se puede sentir inmediatamente el estómago que se contrae, duele o que el vientre que se infla como un globo. En el niño también se puede producir un efecto de ese tipo.

La mayoría de pediatras, reconocen, que el dolor abdominal recurrente o crónico, es una fuerte señal de que ese preescolar o niño mayorcito sufre o padece un problema somático o emocional. Las estadísticas a esas tempranas edades, muestran que casi el 90% de consultas por dolor abdominal es de tipo emocional y el 10% restante, de tipo orgánico. Similares estadísticas de tipos “emocionales “, se observan en diferentes cuadros médicos como: dolor de piernas, cefaleas recurrentes, trastornos del sueño, falta de apetito. Con esta problemática ligada a la emocionalidad, el profesional tratante, a veces no sabe por dónde empezar, ya que los protocolos comunes a estas edades, no ayudan lo suficiente, para diagnosticar en el corto plazo y tratar con certeza de éxito el dolor y su causa, como la familia lo desea y espera. De esa cuenta, el médico tratante debe utilizar una estrategia basada en ser “el mejor amigo del niño” (como debiera ser) para poder investigar todo el entorno psicoambiental que rodea al pacientito, así como su manejo familiar y estilo de vida, sin molestar la susceptibilidad de todos los que lo rodean.

Enfrentarse al dolor

Hay que tener presente y no olvidar ciertos principios o afirmaciones, cuando se recibe en el consultorio, un caso con dolor abdominal recurrente. Uno es como ya se dijo, que la mayoría de estos síntomas no son de origen orgánico aunque pueden terminar en algo orgánico. La otra es que, el mejor instrumento para hacer el diagnóstico correcto, es el minucioso y bien orientado interrogatorio. El último es que, si se hace el interrogatorio de manera equivocada y desorientada, el tratamiento del problema también va al fracaso.

Por lo regular, el pequeño enfermo o el joven, se presenta ya sea con una sintomatología de dolor único, orientado a un problema de tipo orgánico o en una segunda alternativa, se presenta acompañada de una especie de “multiquejas”, en donde además del dolor abdominal, se pueden asociar un sin número de signos y síntomas diversos (mareos, vómitos, inapetencia, cefalea, insomnio, debilidad). En otros casos, el dolor es inconstante: un día es una cosa, al otro día otra, sin mantener una secuencia fisiológica lógica, que encaje y se encadene a un tipo de dolor abdominal específico. Lo anterior presupone que se está ante un problema más subjetivo que orgánico, de tipo psicológico emocional. Esto pone en jaque a la familia y al pequeño por ser algo intangible a diferencia de lo orgánico. El médico pediatra debe preguntarse y averiguar el por qué ocurre el caso y cómo debe manejarlo.

Explorando el dolor

El énfasis que se hace sobre un buen interrogatorio, se debe a que hay otro componente “común” que puede engañar al médico y hacerle fracasar en resolver el caso. El médico debe interrogar por el eventual fingimiento del cuadro del dolor abdominal; por ejemplo, entender del niño sobre la existencia del dolor, con la idea de obtener algo de sus padres que lo beneficie o con la intención de no hacer determinada acción o actividad (no ir al colegio, quedarse jugando en casa). Por consiguiente siempre, se debe dilucidar sobre la fina frontera que hay entre el verdadero dolor abdominal orgánico o el emocional (que también hace sufrir y sentir realmente el dolor y el resto de síntomas que lo aquejan); contra el referido fingimiento, el galeno debe poner de manifiesto mucho tacto, para diferenciar dichas presentaciones.

Dentro de todo, los síntomas recurrentes fingidos, son de manera relativa, fáciles de detectar para pensar en ellos. Son muy espontáneos, como pensados y siempre están relacionados con algo que se desea o no se quiere hacer y lo principal es que al satisfacer su deseo el niño o el joven, el dolor desaparece como por arte de magia.

Casi en todos los casos de consulta del dolor abdominal emocional, las madres siempre piensan en un origen orgánico del problema. De ahí la importancia que el médico use su tacto, para averiguar dentro del interrogatorio, un posible y complejo origen emocional del caso, sin que la madre se dé cuenta, ya que la experiencia nos dice que las madres son reacias, se asustan, les molesta y les da miedo, cuando eventualmente se les recomienda, hacer consulta con psicólogo o psiquiatra, como apoyo y ayuda en el tratamiento médico del hijo. En otros casos, las madres automáticamente dejan de colaborar, al no contestar de modo honesto, sobre la vida familiar y el entorno psicosocial del menor, lo cual hace más cuesta arriba el interrogatorio y el manejo del caso. Por supuesto que la reticencia, también está apoyada en qué saben de niños que han muerto de apendicitis o tumores y que han presentado el mismo cuadro de dolor abdominal de su hijo. Tarea del médico es hacer ver a los padres, que tanto lo orgánico como lo emocional, lo está evaluando con el mismo interés e importancia, para mantener su apoyo en el proceso de estudio e investigación.

Por lo regular, lo orgánico resulta simple de descartar con el interrogatorio, examen físico y exámenes de laboratorio adecuados. El resto consiste en averiguar la causa del dolor, en función de un problema emocional, ya que el orgánico y el fingido son más fáciles de tratar.

El diagnóstico

En el estudio del diagnóstico, ayuda mucho saber qué tanto es el problema y como incide en el niño y sus padres; es decir, conocer la magnitud del síntoma, también el tiempo de padecerlo, consultas a otros profesionales, exámenes de laboratorio previos, tratamientos recibidos, actividad diaria, bienestar general, rendimientos del niño etc.

Las posibilidades diagnósticas ya mencionadas, se evalúan también en función de su tiempo de evolución. Un dolor de inicio reciente, súbito, de baja o mediana intensidad, orienta a una causa orgánica y debe apuntar a resolverlo de forma inmediata, a confirmar causas y a tratarlas. Por el contrario, dolores de larga duración, con recurrencia, sin incidencia limitante en el quehacer diario, apunta a descartar un problema emocional. Además queda claro que no es una emergencia orgánica y la madre y el niño quedan más tranquilos.
Aunque se haya clasificado el problema como de tipo emocional, se recomienda que en cada episodio que se presente el dolor abdominal en cuestión deba evaluarse medicamente y con mayor razón si este cuadro se sale de las rutinas de los dolores anteriores y aparecen síntomas y signos nuevos como fiebre, náusea, vómitos, mareos, palidez, diarrea, inactividad etc. La razón es que eventualmente podría aparecer un cuadro propio o secundario o un abdomen agudo que necesita atención inmediata.

En relación al cuadro orgánico, se puede mencionar como causas frecuentes y comunes: el parasitismo intestinal, estreñimiento, infecciones intestinales de todo tipo, alimentos, exceso de ingestas o déficits. Las infecciones para causar dolores, se acompañan por lo regular de sintomatología que le es propia y típica de cada una de ellas (diarrea, presencia de microorganismo o sus formas en las heces, moco, sangre, y otros) lo cual facilita al clínico hacer diagnóstico y asignar tratamiento.

Un poco menos frecuente en nuestro medio es causas de dolor en niños y jovencitos, por gastritis, úlcera, hernias, esofagitis, divertículos, megacolon, pólipos. Todas ellas necesitan exámenes de laboratorio e imagen y de otros exámenes específicos, cuando se sospechan, orientados a buscarlas y las, de acuerdo a los interrogatorios y examen físico que lleve a su sospecha.

Antes de describir los problemas emocionales, hay que insistir que como complemento de la rutina del interrogatorio, se debe hacer un examen físico general, con énfasis en el área abdominal, para además de indagar sobre lo orgánico, demostrar el interés del médico hacia el origen del dolor del pequeño paciente. Tratar de localizar un sitio específico del dolor a la palpación, detectar alguna masa anormal, tamaño de los órganos abdominales, búsqueda de hernias, para luego continuar con el resto de exámenes en todo el cuerpo (principalmente buscar piel pálida, ictericia, adenopatías, ganglios, problemas de columna, de micción y defecación).

Con respecto a los exámenes de laboratorio, se deben pedir los que orienten y ayuden al diagnóstico y a saber la magnitud del daño según el interrogatorio y la exploración médica hecha y que se relacionen con posibles causas del dolor.

Cuando a pesar de todas las pruebas, no se encuentra explicación alguna al dolor del niño o jovencito, entonces se debe pensar seriamente en motivos o causas secundarias y en trastornos emocionales, de por si difíciles para el pediatra, investigarlos y comprobarlos. Claro está que ese pensamiento debe estar apoyado con evidencias de problema emocional, con proyección sicosomática, ya sea observada o sospechada por el pediatra o expresadas por los padres o los mismos pacientes.

Los factores emocionales

Los niños con dolor abdominal emocional, muchas veces son niños con características de ser tímidos, retraídos, ansiosos, tensos, con pocos amigos, con tendencia a andar solos y otras tendencias y signos y comportamientos, que al irlos asociando con las respuestas que han dado y los comportamientos habituales que tienen, apoyan la impresión clínica de emocionalidad, que explica el dolor abdominal tan real que sienten ellos. De ese modo se justifica la pregunta a la madre si cree que el niño es nervioso y por qué lo es. Si se tiene la certeza del problema, corresponde identificar sí se debe a causas o motivos ambientales, en donde él reacciona a ellos o sí se generan dentro de él mismo, secundarios a trastornos de personalidad, como psiconeurosis o psicosis. Acá el problema se vuelve más complejo, ya que puede alargar las respuestas psicofisiológicas (dolor abdominal y otras manifestaciones en diferentes órganos y sistemas) por mucho tiempo, además de ser muy elaborado y difícil el tratamiento.

Al hablar de problemas ambientales relacionadas con el dolor, la referencia se hace a la familia, la escuela y la sociedad. Algunos aspectos psicoambientales que pueden manifestar problemas somáticos se deben estudiar: la angustia de separación (pérdida, distanciamiento, separación de algún ser querido). Identificación y emulación con un familiar que se queja todo el tiempo de algún dolor. Problemas psicológicos psiquiátricos de padre y madre. Malas relaciones dentro del seno intrafamiliar. Problemas hipocondríacos en algún familiar o en todos los miembros. Sufrimiento escolar. Sentimientos de inferioridad, no quererse a sí mismo, mala autoimagen. Utilización del dolor para “chantajear” a los padres y muchas razones más.

Bien vale recordar que el cerebro abdominal, es muy posible que incluso está equipado con una memoria para fijar los recuerdos. El estrés del pasado es como un molde que se estampa en el cerebro y el abdomen, volviendo el eje entre estos dos centros hipersensible para la vida y eso puede explicar en parte por qué los niños que sufren de cólicos en la infancia, por lo general tienen un mayor riesgo de convertirse en adultos que sufren de síndrome de intestino irritable.

En resumen: se puede afirmar que lo que parece ser un simple dolor abdominal en el niño y el joven, puede ser un problema complejo que no es cuestión de darle cualquier medicamento como antiparasitarios, antiamebianos u calmantes y analgésicos en una consulta. Hay un montón de enfermedades que causan trastornos gastrointestinales, pero no siempre detrás de un abdomen dolorido hay una enfermedad.

Por supuesto, el dolor estomacal emocional no suele ser orgánicamente grave, no son patológicos, pero… pueden llegar a serlo si no nos ocupamos de las causas psicológicas en que se basa.

La familia debe ser flexible y compresible cuando en un momento dado, el pediatra recomiende una consulta de tipo psicológico o psiquiátrico en beneficio del afectado debe tomarse en serio.


Estado emocional del infante

90% de consultas
Por dolor abdominal son de tipo emocional y el 10% restante, de tipo orgánico.

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