Por Alfonso Mata

Sí, así es, tanto en su onomástico como en sus principios. Hace un poco más de dos meses, el mundo celebraba los treinta años de la Carta de Ottawa. La Carta de Ottawa, adoptada en la primera Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud (1986), es el documento que define la promoción de la salud, que marca los límites, objetivos y herramientas de la salud.

La Carta de Ottawa, implica una nueva forma de entender la salud, nos da todo un nuevo panorama político, social y cultural, que sustituye a los conceptos de prevención y educación con énfasis en el valor inestimable de la salud individual y comunitaria.

El doctor Macioca en su intervención del año pasado hablando de la carta de Ottawa señalaba que «Nuestras sociedades son complejas y están relacionados entre sí, y no es posible separar la salud de otros objetivos.”

Los vínculos complicados entre las personas y su entorno, constituyen la base para un enfoque socio-ambiental para la salud. El principio rector general para el mundo, y lo mismo para las naciones, regiones y comunidades, es la necesidad de apoyar y fomentar el mantenimiento recíproco de cuidar el uno del otro, nuestras comunidades y nuestro medio ambiente natural, la conservación de los recursos naturales en todo el mundo. Todo eso hay que destacar como una responsabilidad global».

La doctora Monica Bontà conmemorando la carta, nos hacía ver que: “Para comprender mejor su valor, se debe pensar en el significado etimológico de las palabras de la salud y de comunidad. El término «salud», que se deriva del sánscrito, significa integridad, la salvación y el término «comunidad», del latín «communitas, cum-munu», significa llevar a cabo la tarea con otros.

Si se tiene en cuenta los significados individuales sustantivos, se vuelve más fácil de entender la estrecha correlación entre estos términos que en conjunto significan: promoción de la salud, la cual solo puede lograrse gracias a la acción conjunta de la comunidad que define los métodos y las estrategias y el compromiso del individuo, que luego debe poner en juego sus habilidades para la vida y en lograr un mejor nivel de salud para todos.

La carta es clara en señalar que para un correcto enfoque de promoción de la salud, es esencial no desatender salud-comunidad y eso necesita poner en marcha intervenciones que apoyan el crecimiento individual y social, a través del desarrollo y la mejora de habilidades para la vida de cada uno.

En este escenario, el documento señala que la actividad educativa, está orientada al desarrollo y entrenamiento de habilidades para la vida, una condición necesaria para el crecimiento del potencial personal y colectivo. Además, un valor añadido de la Carta, pone junto a la persona y la comunidad en su concepción integral al hombre, como algo más que la suma de sus partes y la comunidad está representada por la organización social unificada.

En términos operativos, la carta recomienda que la persona con su dignidad, su bien, sus habilidades, debe representar siempre la primera y la última referencia a tomar en cualquier acción directa, para garantizar la protección y la asistencia sanitaria, legitimando el respeto de los valores éticos, para que la salud puede ser para cada hombre un recurso indispensable de su vida cotidiana. Ambos, el individuo, la comunidad, deben estar habilitados para poder desarrollar mejor su potencial para la salud y la equidad de esta, lo que sólo se puede lograr con un trabajo sinérgico y efectivo, de todos los actores involucrados: familia, instituciones educativas, organizaciones, políticas, profesionales, culturales, asociaciones y medios de comunicación.

Para ello, se tiene que dar más poder a las comunidades, cuyo desarrollo se basa en los recursos humanos que tienen para mejorar su participación en los temas universales de la salud. Esto significa: una información continua y actualizada, un enfoque educativo para conocer las oportunidades de salud y un apoyo político y económico en función de riesgos y necesidades.

Para la doctora Bontà, proporcionar información precisa y el desarrollo de promoción de la salud, aumenta las posibilidades de que la persona tenga un mejor control sobre su salud, mediante el aumento de la posibilidad de tomar decisiones de salud. El individuo y la comunidad, pueden convertirse en participantes activos en la consecución de un buen estado de salud. Para ello, cada uno debe, en todo el curso de su vida, aumentar sus conocimientos y perfeccionar sus habilidades, para que su vida misma se convierta en una parte activa de su salud y cuando sea necesario para hacer frente a su enfermedad.
En la carta es claro, que sólo cuando la persona es capaz de reconocer y satisfacer sus propias necesidades, hacer realidad las aspiraciones, modificar o adaptar al entorno en el que vive, aplicar sus habilidades, sólo entonces se puede decir que ha alcanzado un buen estado de salud.

Por otro lado y siguiendo el espíritu de Alma Ata, reconoce que la promoción de la salud, es una herramienta que está diseñada para la participación activa del individuo y de la comunidad a la adquisición de conocimientos, habilidades y motivación en el logro de la salud. Para poder lograr eso, primero debe centrarse en la persona como una dimensión global, pues claro que para preparar al individuo para cuidar de sí mismo, debe estar sano. Él tiene que encontrar su propio equilibrio entre sus dimensiones: físicas, psicológicas, sociales y espirituales y es este equilibrio, el que le permitirá tomar un papel principal en la determinación de su bienestar.

Por último la carta nos recuerda que el individuo, en este importante papel de protagonista de su propia salud, no se puede dejar solo, debe ir acompañado y apoyado por la comunidad, que lo convierte en una combinación inseparable. Sólo juntos, pueden promover la salud.

Finalmente y es lo que más se olvidan los gobiernos, los participantes en ese foro establecieron que existen prerrequisitos para la salud y es en los que más incumplen los gobiernos: Paz, la educación, la vivienda, la alimentación, la renta, ecosistema estable, la justicia social y la equidad. El cumplimiento de esos prerrequisitos solo se pueden lograr a través de acciones coordinadas que incluyen: gobierno, sector sanitario y de protección ambiental, sectores sociales, sectores económicos, comunidades y familias y eso dista mucho de haberse logrado. Un compromiso adquirido que se hunde en la historia, con poca realidad para nuestra nación.

…es esencial no desatender salud-comunidad y eso necesita poner en marcha intervenciones que apoyan el crecimiento individual y social, a través del desarrollo y la mejora de habilidades para la vida de cada uno.

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