Tratamiento del estreñimiento. Foto La Hora: Cortesía.

 

En una revisión anterior explicamos qué era el estreñimiento y hablamos de los tipos de estreñimiento que se pueden dar. Acá trataremos de su tratamiento. Existen al menos dos formas de tratar el estreñimiento y la diarrea que no necesariamente son excluyentes: alimentaria y farmacológica.

Antes de usar cualquier tratamiento, es importante que su médico haga un diagnóstico del origen de este mal y ello implica estudios de sangre, de funcionamiento del tubo digestivo y sus órganos, y exploraciones médicas de los órganos, antes de saber cuál debe ser el tratamiento más adecuado, pues existe una gama completa de opciones de tratamiento para tener en cuenta.

El trabajo del tratamientos para las personas con estreñimiento crónico incluye asesoramiento en cuanto a cambios en nutrición y en el estilo de vida, medicamentos, cirugía y capacitación en biorretroalimentación (técnica que mide las funciones corporales y le brinda información acerca de ellas con el fin de ayudarlo a entrenarse para controlarlas).

La fibra en los alimentos y el estreñimiento

Cereales

Son una excelente fuente de fibra insoluble, especialmente si se consumen integrales (el pan integral tiene un contenido en fibra 4 veces superior al blanco). Una dieta equilibrada es la que incluye 3-5 raciones diarias de cereales (una ración equivale a 50-80 g de arroz o pasta).

El salvado de avena y las semillas de lino también tienen contenidos importantes de fibra, en especial fibra soluble. Acompañados de agua abundante fuera de las comidas tienen un buen efecto regulador intestinal y reductor de la concentración de colesterol en el organismo. Por otro lado, el salvado de trigo es una de las fuentes más ricas de fibra insoluble, muy efectiva para combatir el estreñimiento, aunque es recomendable no sobrepasar la cantidad de 30 g al día. De hecho, unos 30 g de fibra diarios sería la cantidad recomendable a consumir en una dieta equilibrada, combinando los distintos tipos de fibra, soluble e insoluble y siempre dando preferencia a la fibra incluida en los alimentos.

Legumbres

Son ricas en fibra de tipo soluble, por lo que, además de combatir el estreñimiento, están indicadas en caso de diabetes, por permitir una absorción progresiva de los azúcares en la sangre. Se aconsejan consumir entre 50 y 80 g de legumbres (equivalentes a su peso en crudo) unas 2 veces por semana.

Verduras

También son ricas en fibra soluble, por lo que es muy recomendable consumir diariamente una ensalada o un plato de verduras.

Frutas

Por lo menos 2 piezas de fruta al día (ciruelas, kiwis) son imprescindibles en cualquier dieta pensada para combatir el estreñimiento. Las ciruelas secas, frutos e higos secos y orejones son especialmente ricos en fibra, tienen un efecto laxante y ayudan a reeducar el intestino, por lo que son muy recomendables en caso de estreñimiento.
Productos para el tratamiento del estreñimiento

Cuando las normas higienicodietéticas no consiguen los resultados deseados, puede recurrirse al empleo de laxantes. Los laxantes son todas las sustancias que favorecen la evacuación de las heces aumentando su frecuencia. Hay que tener en cuenta que el empleo de laxantes de forma prolongada está desaconsejado, por lo que su uso debe ser hecho bajo vigilancia médica dados los riesgos y las limitaciones del empleo de estos fármacos.

Según su mecanismo de acción, podemos clasificar los laxantes: formadores de masa, emolientes, osmóticos, salinos, estimulantes y los usados por vía rectal.

Laxantes formadores de masa

Son compuestos que aumentan el volumen y la consistencia de las heces. Actúan debido a sus propiedades hidrófilas y formadoras de masa, aumentando el volumen, el peso y la fluidez de las heces y disminuyendo el tiempo de tránsito por el intestino. Es el caso de la fibra de la dieta (la fibra del salvado de trigo, de las ciruelas, el kiwi y las legumbres). Para prevenir efectos indeseables, como meteorismo, diarreas o distensión abdominal, es aconsejable que el aumento de la cantidad de fibra en la dieta diaria se haga de forma gradual y no bruscamente. Las algas del género Gelidium son muy ricas en mucílagos, que se hinchan con el agua y tienen un efecto laxante suave y fisiológico. Su consumo tiene que ir acompañado con una ingestión abundante de líquido. Las llamadas gomas y los fármacos como la carboximetilcelulosa y metilcelulosa son también agentes formadores de volumen.

Laxantes emolientes

Actúan reblandeciendo el contenido intestinal y dificultando la absorción del agua, de esta forma las heces se hacen más blandas y se eliminan con mayor facilidad. Se trata de aceites minerales que penetran en el interior de las heces. Un ejemplo característico de este grupo es el aceite de parafina y el de oliva. También se encuentra el docusato sódico que actúa como surfactante y facilita la humectación de los componentes grasos de las heces con el agua intestinal.

Laxantes osmóticos

Son laxantes azucarados como lactulosa, manitol, sorbitol y lactitol, compuestos por azúcares no absorbibles. La lactulosa es un disacárdo formado por galactosa y fructosa que, al no ser absorbido como tal, llega al colon, donde es utilizado como sustrato para estimular la flora intestinal. El lactitol está formado por galactosa y sorbitol, que se metaboliza al llegar al colon por la flora bacteriana (bacterias bífidas y lactobacilus), aumentando el volumen fecal y estimulando el peristaltismo intestinal.

Por su buena tolerancia, los laxantes osmóticos son los de elección para el estreñimiento resistente a la dieta o cuando el tratamiento con fibra resulta insuficiente. También son los de primera elección en casos de tránsito lento o megacolon.

Laxantes salinos

También actúan por efecto osmótico y aumentan la hidratación y el volumen de las heces. Los más utilizados son las sales de magnesio (sulfato, fosfato).

Laxantes estimulantes

Son los de elección cuando se desea un efecto inmediato y para casos puntuales, ya que son irritantes. Su empleo continuado puede causar dependencia y colitis iatrogénica, que se caracteriza por la aparición de diarreas, gases y dolor abdominal. Por tanto, son poco recomendables en el tratamiento del estreñimiento crónico. Actúan en las terminaciones nerviosas intestinales, estimulando la motilidad y aumentando la acumulación de líquidos en el intestino. Los laxantes estimulantes utilizados tradicionalmente son los derivados antraquinónicos, como el sen y cáscara sagrada, que actúan aproximadamente a las 6 horas de su ingestión. El aceite de ricino contiene ácido ricinoleico, cuya acción se manifiesta a las 2-6 horas. Otros derivados antraquinónicos naturales son el riubarbo y el áloe. Dentro del grupo de los laxantes estimulantes también se encuentran los derivados polifenólicos como la fenoftaleína, el picosulfato sódico y el bisacodilo.

Hay que tener en cuenta que la administración de este tipo de laxantes puede interferir en la acción de numerosos fármacos cardiovasculares.

Laxantes utilizados por vía rectal

Su empleo es habitual en forma de supositorio, el más utilizado es el de glicerina, que en pocos minutos (de 15 a 30) provoca la evacuación de la región rectosigmoidea, debido principalmente a que ejerce una acción lubrificadora de las heces. Puede usarse en todas las edades, aunque siempre será desaconsejable su uso prolongado. Además de la glicerina, también se utilizan compuestos como la lactulosa o el lactitol.

También se utilizan, por vía rectal, microenemas para el alivio sintomático y ocasional del estreñimiento, así como para facilitar el vaciado intestinal en casos de que esto sea necesario. Estos enemas en monodosis están compuestos de laurilsulfoacetato de sodio y citrato trisódico dihidratado.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorUna persona en Washington gana el Powerball: $754,6 millones
Artículo siguienteAmor propio: ¿Qué es y cómo cultivarlo?