Introducción
En los sistemas ecológicos, las interacciones heterogéneas entre patógenos ocurren simultáneamente, por ejemplo, cuando dos patógenos cooperan, mientras que, al mismo tiempo, múltiples cepas de estos patógenos co-circulan y compiten. Un ejemplo notable actual incluye la cooperación del virus de la inmunodeficiencia humana con cepas de tuberculosis sensibles y resistentes a los antibióticos o algunas infecciones respiratorias con Streptococcus pneumoniae. Los modelos que se centran en la competencia o la cooperación por separado no logran describir cómo estas interacciones concurrentes dan forma a la epidemiología de tales enfermedades. Este problema, considerando las sociedades occidentales actuales, se plantea en el plano humano también, en que la competencia se ha vuelto una forma incluso de cultura, perdiéndose cada vez más la cooperación y sin estudios serios al respecto de cuanto esto afecta la salud.
Hablando de la competencia humana
Aunque existen varios componentes en la competencia, a cinco se les suele poner énfasis para enfrentarla: recompensas tangibles, recompensas no tangibles, reconocimiento, estatus y poder en el lugar de trabajo, en el hogar, en las asociaciones. A pesar de todo ello, nuestra comprensión de la competencia humana y social en la salud, incluidos sus impactos y oportunidades, no se han estudiado bien ni en psicología ni en medicina. Incluso en la actualidad, la competencia y/o la ventaja competitiva, se han considerado el método de supervivencia más importante para los individuos, las organizaciones y la sociedad y no cabe duda que incluso la competitividad es vista como un componente de la naturaleza humana y cualquier ser humano se desarrolla a través de la competencia con el medio ambiente y dentro del especie. Entonces hay y se puede hablar de una “actitud competitiva» y «comportamiento competitivo»
Con qué tropezamos
Sin embargo, la formación y el cultivo de la competencia en los seres humanos, es más complicada de lo que pensamos. Es posible que las personas con una competencia de rasgos alta, no tengan que demostrar un comportamiento competitivo, mientras que las que tienen una competencia de rasgos baja, pueden tener que mostrar comportamientos competitivos y resaltarlos vanidosamente ante los demás. Todavía faltan estudios que examinen el comportamiento competitivo y sus mecanismos y condiciones marginales en funcionamiento corporal y mental.
Se cree que la competencia es muy esencial para la asignación eficiente de recursos escasos y muy importante para promover la creatividad y la innovación. Acá el primer problema: cuánto la conducción y la dirección de la sociedad no facilita un desarrollo ecuánime de competencia entre sujetos, ello puede implicar el agotamiento del mismo recurso en diferentes momentos para diferentes grupos y con diferentes intenciones y medios: en la pobre en todo sentido, la sobrevivencia; en el rico, acaparamiento de más riqueza y poder, sin interacciones directas entre los agentes (competencia scramble). Se cae entonces, al haber tanta diferencia de intereses entre los grupos, en una confrontación agresiva directa entre los agentes que compiten. Esto crea una respuesta orgánica diferente y por tanto patologías individuales y sociales diferentes, entre actores.
Otra perspectiva sobre la competencia se basa en la comparación social. En nuestro sistema actual de cultura, las personas tienen un impulso innato para ser los mejores y hacen todo lo posible para trascender a los demás, en función de que es la única forma de resaltar y eso demanda de mejores ingresos y adquisición de poder. Los investigadores afirman que las personas disfrutan prevaleciendo sobre los demás: es esto ¿por cultura o por naturaleza? aún no se define con exactitud sobre ello, pero que existe un culto a la admiración por el que posee más eso no se discute. Pero que ello puede acarrear costos biológicos y psicológicos no cabe duda y de distinta naturaleza.
Competencia y premio
La relación entre competencia y desempeño, se basa en la lógica de los concursos: el enfrentamiento. En eso, uno gana a expensas del otro y acá lo trágico: en ello importa el modo del que consiguió triunfar. Si constantemente el triunfo es conseguido o es permisible social y políticamente eso devalúa ante la opinión los valores y lo justo y eso tiene costos mentales, emocionales y por consiguiente corporales diferentes para el ganador y el perdedor. Para investigar esta relación, ni la medicina ni la psicología han empleado y diseñado estudios adecuados, que puedan vincular la competencia, el desempeño y la salud.
La formación del rasgo de competitividad, es entendido actualmente como un tipo de personalidad que se refiere al “disfrute de la competencia interpersonal y el deseo de ganar y ser mejor que los demás” Este concepto pone en juego dos cosas diferentes: un deseo interno de ser el mejor, de disfrute, que tiene y moviliza un mecanismo cerebral y emocional y el deseo de ganar, que describe a alguien que disfruta compitiendo y superando a los demás. Los costos biológicos y psicológicos pueden ser diferentes ante actitudes diferentes de movilización de competencia diferente.
Pero no todo queda en un disfrute. Existen otros factores que pueden desempeñar un papel importante en la competitividad que tiene que ver con localización social del individuo y que pueden afectar la relación entre los rasgos de la competitividad y el rendimiento. Los rasgos de la competitividad, es solo un factor intraindividual; puedo ser un alto competidor, pero mi desempeño puede ser bajo, dado que este depende de otros factores externos y uno de ellos es la dinámica del medio social y político en que estoy poniendo mi competencia. Acá una cosa sería el costo en salud de la competencia interna y otro el del externo y la forma en que estas se relacionan sería una tercera modalidad de efecto en la salud.
Finalmente, debemos agregar otro elemento doble en el análisis sobre competitividad: la actitud competitiva como una creencia sobre si a un individuo le gusta la competencia y el otro el comportamiento competitivo, como las acciones reales que las personas toman o están dispuestas a tomar ante una situación específica o entorno de vida, para competir por los recursos o tener éxito sobre los demás. Dos cosas diferentes de organización y funcionamiento humano, dos formas diferentes de poder afectar la salud.
Es posible que a una persona no le guste la competencia y, por lo tanto, tenga una actitud negativa hacia la competencia. Sin embargo, esa persona aún puede demostrar un comportamiento competitivo en algunas situaciones, particularmente en un clima altamente competitivo. Impulsada por el entorno de competencia en el hogar, en el trabajo, en una actividad específica, la persona tiene que competir con otras para sobrevivir y emplea técnicas diferentes. De esta manera, el comportamiento competitivo es muy dinámico y depende en gran medida de la situación que se vive y se desarrolla el individuo.
No cabe duda que producto de una cultura, la competitividad se torna en un clima psicológico y cerebral; se torna en ello, en la medida en que un individuo siente que su recompensa se determina de acuerdo con la comparación de su desempeño con los demás. Pero eso es solo una cara de la moneda. El llamado clima competitivo, es un tipo de clima organizacional social, político y ambiental, bajo el cual los individuos tienen que comparar su desempeño con los demás, lo que conduce a un sentimiento y presión competitivos y ello es producto de una respuesta biológica y mental. Un clima de permisibilidad social sin ajustes legales y normas claras, determina un clima de violencia competitiva. Y acá viene otro elemento: la interdependencia. Es posible argumentar que puede darse un clima competitivo, que interactúe con la actitud cooperativa, para influir en la elaboración de un resultado mejor, afectando así el desempeño y las variables de resultado final. Esto en términos de salud, significarían otra cosa. Las maras pueden ser un ejemplo de ello.
Finalmente, ante un proceso de cooperación de ganancia justa específicamente, cuando el clima competitivo es débil entre el grupo, el individuo con alta actitud y comportamiento competitivo, que muestra que quiere ser el mejor en el lugar, probablemente será aislado por los demás. Y el aislamiento tiene un efecto negativo en la producción, como en la elaboración y el desempeño.