La oxitocina un pequeño péptido que produce nuestro organismo que ha creado tal furor por su participación en: amor, placer, reproducción, alimentación, entre otras ¡oh maravilla, la felicidad! ¿Oxitocina, la hormona de la felicidad? No se las crea, no es para tanto.
No podemos negar que esta pequeña molécula está involucrada en una amplia variedad de funciones fisiológicas y patológicas, como: la actividad sexual, la erección del pene, la eyaculación, el embarazo, la contracción del útero, la expulsión de la leche, el comportamiento materno, la osteoporosis, la diabetes, el cáncer, la unión social y El estrés, el metabolismo; lo que la hace, por la fuerte atracción que tienen muchas células por ella, atractiva para la farmacología, para objetivos de terapia en muchas disfunciones y problemas de enfermedad. Pero vamos por partes.
En 1906 Sir Henry Dale puso el grito en la ciencia, cuando descubrió que los extractos de la glándula pituitaria posterior humana, contraían el útero de una gata preñada y entonces se le ocurrió usar la palabra oxitocina derivada de las palabras griegas ωκνξ, τoκoxξ, que significa “nacimiento rápido”. Pasaron casi cincuenta años de ese hallazgo, para que Vincent du Vigneaud la secuenciara y sintetizara y por eso fue galardonado con el Premio Nobel en 1955.
Esta substancia se produce en estructuras cerebrales del hipotálamo y se libera principalmente desde las células de la neurohipófisis y las terminaciones nerviosas, en respuesta a múltiples estímulos fisiológicos. Dentro del cerebro son múltiples los órganos que la capturan a través de sus receptores para darle uso. La acción de la hormona fuera del sistema nervioso central, incluye órganos como el miometro uterino, el corazón y el sistema nervioso periférico entre otros. Además, su síntesis, almacenamiento y liberación, pueden regularse de forma endógena y exógena para contrarrestar estados fisiopatológicos.
Sus múltiples caras
En 1998, Nancy L. Ostrowski, curiosa por saber por dónde anda esa recepción intracerebral de esta hormona, catalogó la acción potencial de la oxitocina según áreas cerebrales donde se usa y sus funciones y así determinó que podría estar actuando en 1º regiones involucradas en comportamientos reproductivos sensibles a los esteroides 2º regiones involucradas en comportamientos maternos, 3º región involucrada en el aprendizaje y la memoria (hipocampo) y 4º regiones involucradas en el refuerzo. Entonces ES EVIDENTE esperar que esté involucrada en múltiples manifestaciones de regulación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA).
Ya varios estudios, han demostrado que, en condiciones de estrés, la secreción de otra hormona, la adrenocorticotrópica (ACTH) que tiene un papel importante en su control, es controlada por hormonas hipotalámicas como la oxitocina. De tal manera que se puede decir que, además de su papel en la reproducción y durante el embarazo y la lactancia, la oxitocina tiene acciones centrales en la moderación de las respuestas conductuales a diversos factores estresantes y cada vez hay más evidencia, de su posible impacto en algunos aspectos de la regulación del comportamiento y la psicopatología, atenuando actividad de la hipófisis, inducida por el estrés y los comportamientos de ansiedad. Entonces, cabe por ejemplo pensar que las madres, en el momento de iniciar la lactancia, la oxitocina actúa no sólo sobre la condición fisiológica de la producción de leche, sino también sobre la condición psíquica de la madre.
Extraño pero cabe esperar un papel de la oxitocina en el comportamiento social y la afectividad
Veamos cómo puede suceder esto. La vinculación social es esencial para la supervivencia de las especies, ya que favorece la reproducción, la protección contra los depredadores y los cambios ambientales, y el desarrollo del cerebro. La exclusión del individuo del grupo, da como resultado trastornos físicos y mentales individuales y, en última instancia, conduce a la muerte, lo cual ha sido visto tanto en modelos animales como en tribus humanas primitivas. Además, las patologías conductuales caracterizadas por defectos en las vías neuroquímicas, como el autismo y la depresión, conducen al aislamiento social.
Aunque una amplia gama de neurotransmisores específicos (dopamina, endorfinas) está involucrada en los procesos de formación y regulación de la actividad sináptica que ocurren especialmente durante los fenómenos cognitivos y la aparición de otros patrones de comportamiento, la oxitocina y sus receptores, parecen ocupar la posición de liderazgo entre los candidatos. No podemos con lo que se sabe, pero también por lo complejo que es el actuar molecular en la actividad del cerebro, decir que le cabe el título a esta molécula de sustancia de la «felicidad», pero al menos, parece ser un compuesto cerebral importante para generar confianza, que es necesaria para desarrollar relaciones emocionales, un proceso también conocido como vinculación social.
Además, como dijimos arriba, se ha visto su actividad en ciertas áreas del cerebro implicadas en las emociones, el condicionamiento del miedo y la cognición social, por un lado, y el aprendizaje, la memoria y el procesamiento de retroalimentación por otro lado. Sin embargo, el papel de la oxitocina en las relaciones ordinarias y en las circunstancias de la vida real aún no está claro. Pero los hallazgos con que ya se cuenta, podrían traer alguna esperanza en el tratamiento de trastornos sociales como la fobia y el autismo. El día que esto se vuelva realidad, deberá tomarse en cuenta que su actividad se correlaciona con funcionamiento genético, por lo que eso destaca que cualquier tipo de terapia con oxitocina, debe abordarse individualmente, lo que podría hacer que el diseño de medicamentos sea mucho más complejo.
Cabe destacar el vínculo establecido entre la administración de oxitocina y la curación de lesiones. Los científicos ya tienen evidencia de que las inyecciones de la hormona oxitocina, sus efectos, cabe sospechar que van más allá de su interacción con sus receptores en el SNC y también pueden controlar indirectamente fenómenos que ocurren en la periferia.
Guarda relación con nuestra capacidad sensitiva
¿Hay señalización de oxitocina en el sistema sensorial? Primero que nada, desde la segunda década del 80’s los informes de los estudios en el sistema nervioso demostraron que: 1º la oxitocina, está presente en el sistema nervioso periférico y que por lo tanto alguna función tiene ahí. 2º Si bien estos estudios describen claramente funciones químicas que ejecuta, la acción de la oxitocina aún es difícil relacionarla con una función definitiva, sea excitadora o inhibidora en los órganos sensoriales, probablemente dependa de vías de señalización complejas, involucradas en la respuesta a varios estímulos. Por ejemplo, dado su efecto antinociceptivo, se ha probado inyectarla por vía intratecal en humanos y se ha demostrado que puede aliviar el dolor lumbar.
Su potencial uso
Si la oxitocina puede funcionar como una molécula que afronta el estrés, un antiinflamatorio y un antioxidante, con efectos protectores, especialmente ante la adversidad o el trauma y que influye en el sistema nervioso autónomo y el sistema inmunitario, entonces se le puede encontrar a esta molécula múltiples usos. En efecto no nos olvidemos que uno de sus usos más frecuentes y viejos es como un estimulante ampliamente utilizado para inducir o aumentar el trabajo de parto materno. Pero eso también nos ha mostrado otra cara de la moneda de esta hormona, los estudios emergentes destacan los efectos secundarios causados por el mal uso del tratamiento con oxitocina: hiperestimulación del paciente y aumento de la tasa de cesáreas. Hay controversia por consiguiente sobre su uso, sobre cómo los médicos deben administrar oxitocina a los pacientes en términos de dosis, momento y control de sus efectos.
Aparte de su papel en el parto y la lactancia, parece actuar como un «sensor de estado de nutrientes» en ambos sexos y alterar la ingesta de alimentos a través de efectos netos en múltiples vías homeostáticas y neuroconductuales diferentes. Por ejemplo se ha encontrado que mejora el control cognitivo de los antojos de alimentos en las mujeres. Que mejora la capacidad de respuesta de las células beta y la tolerancia a la glucosa en hombres sanos. Pero sobre este tema, queda mucho aún por aprender antes de un adecuado uso terapéutico.
En general podemos decir que en la actualidad su uso terapéutico, es muy discutido y necesita más estudios, pues la oxitocina es multifacética y todos sus objetivos son difíciles de controlar. Pero se sabe que puede haber efectos asociados con ella en órganos sexuales masculinos, corazón hueso y en células cancerosas, nutrición y comportamientos; todos esos efectos potenciales aún se estudian. Y tampoco olvidemos que, en la climatización de nuestra afectividad, a la par de otros sistemas como el dopaminérgico, serotoninergico, está implicada la oxitocina en la regulación del humor.
La oxitocina, por lo tanto, se ha convertido en una herramienta interesante, de estudio terapéutico y en un candidato potencial para control de muchos males y regulación de anomalías en humanos. Se ha probado en el tratamiento como los trastornos del espectro autista, la esquizofrenia, la depresión posparto, la ansiedad, los trastornos de estrés postraumático, la personalidad límite, la adicción, el dolor, los trastornos metabólicos y digestivos, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y enfermedades infecciosas. Sin embargo, las propiedades químicas únicas de la oxitocina, y su capacidad para cambiar formas químicas y unirse a otras moléculas, hacen que sea difícil trabajar con esta molécula y medirla.
Podemos decir entonces resumiendo: En un individuo, la historia de la oxitocina comienza justo antes del embarazo, continúa durante el nacimiento y luego, viaja desde el cerebro hasta el corazón y por todo el cuerpo, desencadenando o modulando una amplia gama de funciones fisiológicas en distintos órganos y emociones: humor, alimentación, atracción, amor, afecto y odio. Es mucha y distinta la actividad de esta molécula y sus funciones directa o indirectamente sobre nuestro funcionamiento humano.