HS: En que deriva eso de muchos impactos y pocas soluciones

AM: Con tantas limitaciones y problemas por resolver, nos topamos con un sistema político y social trastocado, que a pesar de contar con diversidad de percepciones correctas sobre que afecta actualmente y afectará los diversos estilos y calidad de vida, de todos los sectores sociales, lo que ha hecho es persistir en un actuar basado en privilegios y malversaciones, que están volviendo aún más frágil y vulnerable un orden nacional, que en buena parte, venía siendo presa de carestía en cuanto a equidad y justa gobernabilidad; habiéndose tornado la democracia no débil sino miserable. Pero eso no solo es nacional, mundialmente se está agudizando un orden cuajado de prebendas e injusticias, provocando diversidad de deterioro en condiciones de vida y oportunidades y soluciones marcadamente a favor de los países más ricos y sus clases más poderosas, que afecta aún más el escenario nacional. No es producto de la casualidad entonces un tipo de todo tipo de pobreza nacional, a los que vino a echar una upa, la pandemia covid-19.

HS: ¿Hay razonamiento en todo ello?

AM: La pandemia cursa llena  de contradicciones en cuanto a pensamiento y soluciones, producto de puntos de vista científicos, políticos, religiosos y culturales que no convergen. Desde lo más básico: la composición y origen del virus y su comportamiento; el que no afecte a todas por igual; el que no todos tengan igual acceso a los servicios y recursos médicos; hasta complicaciones de impacto social y económico divergente también. Todos esos conflictos, más bien han provocado discusiones bizantinas que soluciones positivas. Por consiguiente, ni decisiones ni soluciones de gobiernos y sociedades, han provocado los impactos correctivos deseables y esperados y dentro de esa deficiencia, la recabación adecuada de información o su ocultamiento y mal análisis, no ha permitido saber a ciencia cierta cómo estamos y a dónde vamos. Por ejemplo, parece inconcebible que a estas alturas, no exista un estudio sobre el impacto de las remesas en el manejo médico y social de la pandemia, siendo la divisa remesa, una fuente nada despreciable de ingresos para una gran proporción de la población. Tampoco hay información fidedigna y completa, sobre estadísticas epidemiológicas propias de la pandemia y su impacto en las condiciones de salud de las poblaciones y su calidad de vida. Por consiguiente, el proceso de toma de decisiones, se hace no solo empíricamente sino a conveniencias, alejadas de una realidad a resolver.

 

Bajo otra perspectiva, vulnerabilidad, riesgo y consecuencias de causas directas e indirectas relacionadas con el virus y su enfermedad, se han manejado separados en sus aspectos clínicos y salubristas y estos campos, de los financieros, laborales y culturales; lo que ha impedido llegar a una atención integral menos costosa y más eficiente de la pandemia. La gran tragedia es que aumentaron las desigualdades de todo tipo y ello seguirá así. Incremento en la desnutrición y la violencia, de incidencia de problemas de salud mental, deficiencias educativas, son situaciones que ya se han medido y cuyos resultados cuantitativos, apuntan a confirmar una realidad mayor de inequidades y entonces uno se pregunta y los fondos de ayuda ¿dónde fueron a parar?

Para la mayoría de personas, la epidemia es una experiencia desconocida que es difícil resumirla y encasillarla en solo el aspecto enfermedad y su morbimortalidad. Estamos asistiendo en tiempo real, a los impactos de un virus desconocido y muy contagioso, que al convivir con nosotros, lo hace de muchas maneras, alterando, intensificando y generando situaciones y mostrándonos muchas cosas de la sociedad en que vivimos, que trasciende el campo de la salud, pero que afecta profundamente en lo biológico, mental y emocional a las personas; en las relaciones sociales; en adquisición de servicios y gastos. Que nos enfrenta a retos que no estábamos preparados para enfrentar y rompe con deseos y cosas que nos gustan, hacíamos y estábamos habituados a realizar.  Y a todo eso, la respuesta que hemos dado estado y sociedad ha sido muy pobre.

HS ¿Y el futuro y sus impedimentos humanos?

AM: se vislumbran en el futuro próximo, relaciones sociales y políticas desconcertantes. Diversidad de visiones que engloban y hacen chocar ideologías que articulan posiciones explicaciones y relaciones políticas y sociales contradictorias sobre lo que sucede, debe hacerse y a dónde debe irse. Se nos presenta una realidad que pese a que pone en nuestras manos herramientas científicas y tecnológicas de gran utilidad, estas asientan en un campo social y político que no permea soluciones fáciles y objetivos e interés común y por consiguiente, su adecuado uso queda en vacío.

Creo que ante eventos como son las pandemias, las guerras, los desastres climatológicos, el tipo de sociedad que hemos formado, no permite ni ser eficientes ni atenderlo con suficiente celeridad y dimensión. Nuestra misma forma ideológica de pensar la sociedad, el gobierno y gobernanza, lleva en la lodera política y social, todo tipo de clasismo; pero a la larga, estamos viviendo dentro de una civilización que ha creado sociedades individualistas, con grandes baches de libertad y fraternidad; una división entre vida y vivir individual, que prioriza el de dónde vienes y a dónde vas pasando sobre el de dónde venimos y a dónde queremos ir; que produce choques más que debates y soluciones razonables, choque emocionales y afectivos entre clases, apartando de la responsabilidad y la coparticipación y volviendo una prioridad el deseo de control en todo lo externo y en los otros, que hace saltar límites sea de forma legal o ilegal y cambia marcos mentales y afectivos hacia un “sálvese quien pueda” y esto conduce a mentira, engaño pérdida de confianza, apartando y dejando en segundo plano las herramientas científicas y tecnológicas sacrificadas a conducta humana y evitando un verdadero control de las crisis y por el contrario, aviva la confianza de la desconfianza.

Claro, siempre hay que echarle la culpa de lo que somos y hacemos a alguien, y en nuestro caso las hacemos caer, con y sin razón, sobre las instituciones políticas y aunque pareciera existir una docilidad ciudadana aparente social y política, esta no se da con honestidad y se recubre de desconfianza que con la pandemia se ha incrementado. En parte todo ello obedece, a que el sistema social, ya sea entre clases sociales o a nivel de gobierno, se rige por una serie de procesos que son más mandatorios que compartidos y hay un sentir implicado en eso, que viene desde la educación primaria y se consolida en la universitaria; que afianza un concepto y un entender en el individuo de poder=arbitrariedad permisible. Vivimos una cotidianidad predominantemente mandatoria y prescriptiva y no compartida de responsabilidades, daños y beneficios. El lidiar con ese tipo de situación, que conlleva a trasgresión, esta no la hacemos por maldad o deseo de perjudicar, sino porque se califica de arbitrariedad lo externo que limita a mis deseos, que debo romper. No hemos formado una estructura racional ante la problemática política o social de complimiento de derechos y obligaciones y por tanto responsabilidades para apoyarlos y acatarlos. Y entonces, eso no da lugar a otro tipo de decisiones, que eran precisamente las que se necesitaba tomar para el control de la pandemia de forma más rápida, más justa y con menos daño.

En tal sentido, estimo que la gestión de la relación pueblo-gobierno se ha dañado aún más y se ha incrementado la negación de unos hacia los otros en esos niveles y dentro de los niveles, producto del aumento de la desconfianza, que en el tema directo de la pandemia se ve por un empobrecimiento de comportamientos, cuidados, corresponsabilidad y un aumento de transgresiones de normas, que conduce y favorece un aumento en el costo y la inversión material y humana para el control de la pandemia.

De tal manera que debemos estar conscientes, que la pandemia no solo tiene que ver con el virus y la enfermedad que produce; tiene que ver en cómo  vivimos ante ella y ella nos hace vivir; tiene que ver con el bloqueo de la formación del niño que impone; con la soledad en los mayores de 65 años; con la ruina laboral de los adultos y económica de los hogares; con el miedo que queda en los hospitalizados y en los dañados; con las convivencias imposibles.

La realidad es que cuando hagamos memoria  de lo sucedido, los hechos estarán ahí, pero en este momento, no debemos caer dentro de una retórica que señale como definitivo un antes y un después determinante en lo que es y fue nuestra vida. Muchas cosas se afectaron más porque la vida es una constante no un acontecer de hechos que determinan lo que somos en un momento dado. No es válido configurarse bajo “nada volverá a ser igual, ha venido para quedarse”, y todas esas aseveraciones enmarcadas en un corte histórico de un evento. Convencerse y actuar bajo eso, es peligroso porque oculta lo que ya existía de oneroso. Pobre presidente, le tocó la pandemia. Eximir y borrar lo que ya había, social y estatal, es reforzar que continúe lo que se hace mal. La pandemia lo que vino hacer fue a reforzar cosas que ya existían; la pandemia no nos ha puesto ante una realidad nueva, el colapso de los sistemas sociales y estatales no es algo que se improvisó en enfermos y sanos, ya estaba produciéndose; no fue que entráramos mente y espíritu en un futuro nuevo, como lo hizo nuestro sistema inmunológico y este en la mayoría de nosotros nos ha hecho aguantar, porque estaba preparado para hacerlo. Lo que necesitamos leer para cambiar, es cómo llegamos a un estilo de vida hasta acá y el hecho que reúne un virus, una enfermedad y la atención médica, debe servirnos para leer con nuevas mentes y sentires claros, ese pasado presente con miras a un futuro más justo y mejor.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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