Alfonso Mata

Veníamos viviendo, en medio de un caos político y social. De un caos al que la pandemia SARCoV-2 simplemente hecha precipitando a un colapso y saturación los servicios de salud y de otras instituciones como educación, trabajo y el sistema financiero. Ante tal panorama, a los distintos sistemas de salud mundiales, educativos, laborales y financieros se les vuelve muy difícil avanzar, pues son muchas las dimensiones de la vida política y social y las demandas de la pandemia, las que los arrinconaron. Pero además de insuficientes, asistimos a una forma de atender las demandas propias y ajenas a la pandemia,  clasista e inequitativa.

HS: ¿tiene impacto social positivo el sistema actual de salud?

Definitivamente sí, pero conocer la magnitud exacta de este, no es posible ni fácil, ni aun en tiempos de no pandemia, aunque si cabe afirmar su insuficiencia. Para empezar, no toma cabal cuenta de particularidades. Lo qué significa una vida buena para la gente y dentro de ello salud, no tiene un común denominador en una sociedad de clases como la que tenemos. Para el pobre, significa una cosa, para el rico otra y bajo esas circunstancias, no le es posible al sistema nacional de salud plantear un campo de actuación universal sobre lo físico mental emocional de las personas y comunidades viviendo estas bajo condiciones de vida diversas y oportunidades y potencias diferentes y riesgos y causales distintos. Y por consiguiente la definición y visión de la salud dentro de determinado grupo y sus necesidades de atención básica, no están en función de criterios para priorizar una capacidad cultural de dignidad humana bajo determinadas condiciones de vida que va más allá de los postulados universales que rigen el sistema actual.

Por otro lado, ni antes ni ahora; ni en política ni en vida social, hemos podido lograr un cumplimiento universal de los derechos humanos. Al contrario, la pandemia ha constatado que la globalización de los derechos a la salud y el bienestar, con la forma actual de estructurar y funcionar del sistema de gobierno y las instituciones que tenemos; con un accionar Estatal y de Gobierno, que atiende y suscita más privilegios e injusticias que respuestas, a situaciones sociales y ambientales de vulnerabilidad y riesgo que afecta a una mayoría; la situación de salud no puede controlarse ni mucho menos mejorarse. Es evidente que de no cambiar la política, capacidad de decisión y acción gubernamental y social, la mayoría seguirá viviendo en medio de años muy duros, de muerte y de soledad.

HS: Qué se debe entender de la situación

AM: Creo que es falso decir que las crisis son oportunidades. A lo largo de nuestra historia, ninguna de las que vivimos: ambientales, económicas salubristas, educativas, laborales, incluso las políticas, lo único que provocaron fue el reforzamiento de dinámicas a la defensiva y de reapropiación de privilegios, como las que a la par de la pandemia estamos viviendo en estos momentos en lo comercial, salud, educación, trabajo, justicia, etc. y que están conduciendo aún más, a la segregación de autoprotección de unos respecto a otros, que se realiza visible en lo político e invisible casi siempre en lo social.

De tal manera que en y a nivel mundial, lo que parece una divisa universal ante la problemática, política, social o ambiental que plantea la pandemia es un “Así no”, que más que afianzar valores, los hacen tambalear y ese “Así no” no se relaciona exclusivamente con elementos de pérdida o adquisición de derechos sino, en muchos es una respuesta ante un vacío existencial, motivado por emociones y deseos insatisfechos y en medio de eso, cada vez más lejos se vislumbran cambio.

En estos momentos, la dramática elevación de casos infectados, refleja muy bien la incapacidad del sistema global para atender la finalización de la pandemia con eficacia y prontitud. Más bien toma carácter político y social preocupante no la transmisión del virus, sino las protestas ciudadanas de todo tipo: las restricciones sociales, el enfrentamiento violento, el encarecimiento de la vida, la corrupción e ineficiencia política en todos los aspectos, la lucha indiscriminada por los recursos naturales, un clasismo en muchos aspectos. Todas esas situaciones, son claras manifestaciones de un colapso nacional para afrontar fenómenos producto de pandemia o no pandemia, sin lograr llegar al control de la misma.

Resulta pues evidente, que la solución a toda esa problemática planteada, está lejos de estar en camino, más en países como el nuestro, inundado de todo tipo de pobrezas, lleno de todo tipo de injusticias e inequidades. Esperamos que no se vayan a producir variantes o mutantes del virus que sean resistentes a la terapéutica con que contamos y con mayor letalidad y mayor grado de transmisión.

HS: Háblenos entonces de enseñanzas

AM: Creo que la pandemia nos ha dejado enseñanzas dignas de tomar en cuenta para el futuro. Pandemia viene de pan=todos y demos=pueblo. El vocablo nos guía a que no solo se debe incluir al hablar de sus causas y consecuencias, el cómo se desarrolla y evoluciona la enfermedad y debe ser su control, sino a hablar de todo lo que ocurre en nuestra vida individual y social producto de su origen, comportamiento, persistencia y de cómo se le trata y combate.

Se debe  hablar entonces, de un virus, una enfermedad, medicinas y vacunas, a la par de un orden social y político y lo que se ha trastocado de estos. De lo que estamos viviendo. Solo viéndola multicausal e impactante, la pandemia se entiende y se le descubre llena de crisis y caos en aspectos biológicos, mentales, emocionales, políticos, económicos, financieros y sociales. La vida cotidiana de personas y poblaciones, social y política, mercantil y espiritual, ha sido trastocada y de forma severa, que va más allá de una enfermedad y su comportamiento y consecuencias.

De tal manera que la misma evolución y trato médico, político y social que se le ha dado a la pandemia y al nuevo orden que implica, no solo en lo político, sino  en la cotidianidad de las personas, grupos y población mundial, ha ido creando opiniones diferentes sobre lo que está sucediendo; todas ellas caracterizadas por ser parciales e incompletas, que enfrentan dimensiones desconocidas y por consiguiente a toma de decisiones y a un actuar, que sale de lo que era nuestra vida cotidiana anterior y a la vez pone en primer plano de conciencia, muchas cosas personales y conductas: negación, depresión, cambios de relación consigo mismo y con los otros, hábitos, entre otras.

HS: Se puede hablar entonces de existencia de aspectos no salubristas favorecedores de la evolución de la pandemia en estos momentos

AM: ¡Sí! Un hecho político nacional y mundial importante de la pandemia, es que ha resaltado las desigualdades sociales, clasismo, segregación. En general, un actuar político lleno de intereses incluso mezquinos como desfalcos, malversaciones y malos usos de recursos, otorgamiento de privilegios y mala conducción de la problemática propia de la enfermedad y sus consecuencias. Pero ojo todos esos males políticos y sociales ya existían, lo que vino a aportar la pandemia fue a fortalecerlos y a formar sinergismos con ellos para propiciar su crecimiento y daños. A lo anterior se suma (también ya presente antes de la pandemia) una intolerancia cargada de egoísmo y ambición del sector privado, que actuando inconsecuente ante la situación, eleva costo de vida incluso de los medicamentos y productos de primera necesidad, con el fin de lucrar más. Todo ello, conduciendo a lo mismo: empobrecimiento en todo sentido de naciones y dentro de ellas, de sus poblaciones, de forma desigual. Ese es el legado actual de la pandemia: Empobrecimiento en todo sentido, en todos los sectores sociales; nuevas visiones y actuaciones, que generan temor y desconcierto respecto al futuro. De tal manera que  la pandemia, viene hacer para todos y cada uno, encrucijada de pensamiento, decisiones y accionar y nuevo acúmulo de necesidades.

HS ¿Cuál es la encrucijada que se da entonces?

AM: El gran problema que se tiene es que esa multi relación de hechos, situaciones y condiciones, insisto, algunos consecuencia de la pandemia pero la mayoría agudizados por esta, ha provocado una situación que por su novedad y forma de interactuar –nueva y, ajena a la política y organización social habitual, organizada y no preparada para enfrentarla- ha impedido e imposibilitado resolver rápida y exitosamente el conflicto directo e indirecto desencadenado por la pandemia, en los principales aspectos de la vida de las personas y las comunidades. A eso cabe sumar que lo poco que ha realizado bien el gobierno, lo ha hecho olvidándose de colocar la equidad y justicia al centro de sus decisiones y ejecución y eso a pesar de las recomendaciones de grupos de expertos. A lo que cabe añadir que las instituciones de Estado y la organización social, carecían y siguen careciendo, al menos en magnitud, de adecuadas y suficientes herramientas para enfrentar el evento y sus consecuencias directas en la salud y en lo social y financiero. Pero a la par, asistimos a un mal uso de las herramientas viejas, que han demostrado su utilidad en epidemias anteriores, y de las nuevas ya probadas, como el uso correcto del distanciamiento social, la resiliencia social y política, el manejo de brotes, atención en función de riesgo de la población, redistribución de recursos y económica etc. Todo ello no ha funcionado como debía, prácticamente en ningún país; razón por la cual ninguno de ellos, ha podido resolver el desarrollo e impacto de la pandemia con éxito y sin daños colaterales de gran magnitud. Daños que en la actualidad causan más estragos entre las poblaciones que de hecho ya eran más vulnerables y en riesgo. Estragos tanto en su salud como en su organización social, condición económica y el futuro de sus individuos; daños que van más allá del causado a la salud por el virus y sus travesuras biológicas.

Continuará

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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