Si hay una actividad que se apodera de los cerebros de los defensores de la «curación natural», la «medicina holística» “la medicina occidental” es la charlatanería. En unos la charlatanería, es un llamamiento a la naturaleza como lo mejor para mantenerse sano y curar. Ya sea dejando que actúe la naturaleza o usando solo lo natural y del otro lado nos encontramos con los defensores de la ciencia médica occidental basada en evidencia manipulada.
El odio y aversión hacia la medicina occidental: vacunas, medicamentos etc ha sido en buena parte cultivado por una mala publicidad y por la comercialización de la medicina por las farmacéuticas. El odio hacia lo natural tiene su contraparte en una ciencia médica tergiversada y mal empleada en favor más de un comercio e industria que en la salud y el bienestar
Básicamente, la idea que subyace a la apelación a la naturaleza es una adoración profana que se le hace, que data de hace siglos, como, en esencia, perfecta, y de esa cuenta, cualquier cosa que los humanos hagamos, (aunque sea correcta) se percibe de alguna manera como «antinatural» y en el otro escenario, el discurso se invierte. En ambos casos, nos topamos en Internet con miles de páginas que hablan de lo natural o de la medicina occidental, como la panacea para la salud, cuando mucho de ello peca de una comercialización sin moral y ética en búsqueda de una ganancia mayor a expensas de un falso ofrecimiento de salud.
Así que en cualquier tipo de medicina: natural, occidental, autóctona, espiritual, corporal, vemos que la verdad se tergiversa con juicios pseudocientíficos cargados de intereses comerciales, cuyas apelaciones épicas a las bondades de algo para atiborrarse de ello, son legendarias en su estupidez, ya sea de cualquier químico sacado de hojas, raíces, plantas, metales, aire, etc o de sintéticos de laboratorio y en esa lucha, de todos contra todos se trata de desvalorizar el tipo de medicina contrincante sin argumentos válidos. Así, los naturistas suelen decir “Simplemente no hay un nivel aceptable de ningún químico para ingerir” Un claro ejemplo de arrogancia con mezcla de ignorancia y de postre engaño.
Algo de admirar en toda esa forma de divulgación para el consumo de algo, es la asombrosa sencillez, para ilustrar puntos y convencer y conmover conciencias, aunque se usen las mismas y viejas justificaciones pseudocientíficas de hace siglos.
La medicina tradicional y natural se ampara, usando de verdad la experiencia de siglos envuelta en tradiciones cuajadas de mitos y leyendas que amamos, en cuanto a curas imposibles, y sacando a relucir a la par y sin saber cuán correcto se es, de que el Creador en esencia «¡No nos pudo engañar a través de la madre naturaleza!», el componente religioso del mensaje que a todos nos agrada. Las farmacéuticas por otro lado, hacen gala del método científico como una herramienta irrefutable en cuanto a verdades y resultados, acomodando muchas veces hallazgos a sus esfuerzos industriales y comerciales y desvirtuando el valor científico de verdad de los estudios u ocultándolos.
Por consiguiente intentar descubrir el flujo de verdad inherente a un producto terapéutico encubierto dentro de una actividad comercial, es cosa difícil sin una adecuada orientación y educación que dentro de la sociedad los gobiernos no asumen. Mensajes contraproducentes como el “que le den XXX” o que la planta XX cura docena de males, no se suprimen. Inevitablemente, los sistemas de salud de todo el mundo, a diario se les encuentra trabajando febrilmente reparando el daño que hace esa publicidad sin control, que propicia un mal uso de medicamentos y substancia naturales y cuanto más severa y sin control es esa publicidad, más irreparables y severas se han vuelto las consecuencias.
Aun en otros campos de actividad humana, inocentemente vemos contribuciones dañinas a esa publicidad. Recordamos las décadas de los cincuenta a los ochenta de la cinematografía: gran campaña a favor del consumo del cigarrillo como una fuente que daba personalidad. Por otro lado el tema de muchas películas de ciencia ficción y terror de esas décadas, mostraba a los científicos manipulando la naturaleza de una manera que los seres humanos no deberían manipular, y manipulando sociedades de igual forma hasta enfermarlas y volverlas incompetentes a través de sus perversos inventos y tratamientos con resultados desastrosos. Por otro lado nos topamos con mensajes de innumerables sectas religiosas que proliferaron décadas atrás, metiendo en los cerebros ingenuos, que hay algunas cosas que los humanos simplemente no deben saber y algunos aspectos de la naturaleza, que los seres humanos simplemente no deben controlar (no vacunarse oír ejemplo). Todo ello basado ya sea en lograr entretenimiento, adeptos, pero con algo horrible y negativo para la salud.
Por otro lado, condiciones evidentes de daño a la salud como es el uso indebido de substancias, dietas, alimentos procesados, procesos de producción, que atentan contra la salud, carecen de ejemplos y métodos adecuados de divulgación de información, que apunten a conductas encaminadas a detener riesgos como: cambios climáticos globales antropogénicos, adicción innecesarias, uso indebido de contaminantes, pues esas formas de control, muchas veces atentan contra la comercialización y el consumismo. Acaso eso no se puede llamar «jugar con la salud a través de la naturaleza». También lo es transformar y trastocar hábitats naturales y especies, cuyo equilibrio asegura salud y bienestar de grandes grupos de población que no puedan competir con la avaricia y poder de esos “explotadores de la naturaleza” y, en esencia, se apoderan del bienestar.
Por supuesto, no estoy seguro de que muchos de los ejemplos de manipulación inadecuada de lo natural con fines terapéuticos, se haga por humanos descuidados e ignorantes; mas bien es un actuar consiente, que coonoce de los costos en salud y bienestar que representa lo que hacen. Por ejemplo políticos, financistas e industrias monocultivistas, conocen desde hace décadas y siglos el impacto de su actuar sobre: «el crecimiento de supermalezas, el agotamiento de los suelos, la contaminación del agua dulce, el uso indiscriminado de químicos, los efectos nocivos desenfrenados sobre la salud humana y más». De igual manera en el campo de la medicina se conoce, que suprimir las respuestas naturales del cuerpo a las enfermedades o matar virus, bacterias, cáncer, etc., mediante la introducción de agentes supresores o letales, por ejemplo, antibióticos, fármacos antiinflamatorios y venenos de quimioterapia tiene sus consecuencias. Los naturistas evocan otro tipo de medicina (mucha de ella por supuesto, sin comprobación científica) que propicia el uso derrochador de productos naturales completos o aislados que pueden, en última instancia, ser contraproducente o incluso peor que la enfermedad original. No lo olvides: la madre naturaleza sabe cómo defenderse -es un dicho que lo refuerza.
Y en medio de ese maremágnum entre tipos de medicina, se establece una tormenta de fuego que en el fondo es lucha comercial que deja en segundo plano el pro salud y que en todo los tipos de medicina parece apuntar al uso a través del abuso. Vemos ese comportamiento en la medicina natural y en la química también: un uso excesivo de antibióticos y analgésicos como si se tratara de uso de jabones y otros productos domésticos, y un sinnúmero de ellos sin razón administrados profilácticamente por si acaso.
Piénsalo de esta manera: ¡Partamos de la vida natural! no hay nada más natural que morir a causa de una enfermedad, debemos evitar las enfermedades y a un gran número de ellas que ocasionan mucho sufrimiento, pero eso lo podemos lograr a través de alternativas sanitarias más que médico terapeúticas «mucho más seguras», como un estilo de vida saludable y otros sistemas que pueden ayudar a un mantenimiento de cuerpo y espíritu. No es sorprendente que ninguna de las medicinas a su alcance, no proporcione evidencia para apoyar esta afirmación; que es la menos costosa y más provechosa.