Alfonso Mata
A pesar de meses de debate, datos de investigación, posturas científicas, estas no se logran alinear con las políticas de los estados ni los interese comerciales. Consecuencia de esas divergencias es que la pandemia en lugar de controlarse se expandió; en lugar de finalizarse continúa causando muertes y estragos. Lo triste en todo ello es que casi siempre lo que detiene la acción correcta son argumentos engañosos, falsos, incompletos. Todos con poca o ninguna base, llenos de intereses personales de dudoso origen y finalidad, provocando riesgos y daños desastrosos a la salud y al estilo de vida de países y regiones. Por tanto, vale la pena examinar el tipo de retórica y los clichés clásicos destinados a fortalecer y simplificar las medidas de contención de la epidemia.
El problema central en relación al control y evolución de la pandemia en estos momentos es la aceptación de la vacuna y un argumento central en la negación para aceptarla es que detrás de esta hay y existen «poderosos intereses corporativos y de gobiernos«. Palabras que son buenas para todo uso; útiles para desentrañar sospechas sobre las fantasmagóricas tramas de las farmacéuticas y los gobiernos, que a su vez obedecen a poderosos poderes económicos pero también a «destructores del mundo y del ser humano«. Y en ello se ve la mano no solo de políticos sino de científicos y religiosos liderando. Lo importante en estos mensajes que circulan a diario por diversos medios, es dar a entender que los individuos turbios y «bancos, farmacéuticas, políticos, mafias» están tramando la destrucción del ser humano, la transformación y esclavitud de éste; afectar la salud, la mente y la democracia, a través de un plan maléfico muy específico y orquestado y en medio de ello, la sustitución del trabajo, la producción, el cambio en estilo de vida tradicional por «peligrosos sistemas de montaje biológicos, financieros e industriales, con alto impacto social y ambiental” en nombre del lucro y en desprecio del bien común y del ser humano.
¿Dónde estaría la evidencia de este plan para lograr tal resultado? ¿Y cuáles serían los hechos, no los chismes, para respaldar tales afirmaciones? ¿Cuáles serían los «elementos de la vacuna de alto impacto en humanos» listos para ser utilizados?, y ¿quiénes exactamente esta en esto? Como ya ha ocurrido en el pasado, en todas las grandes epidemias que han asolado a la humanidad, esa o esas manos malignas obviamente no se conocen ni se identificaron. Y sin pruebas claras, el debate es imposible. Por otro lado, la capitalización de los miedos suscitados con esos mensajes, pesa más que su desvanecimiento y se refleja en un alto rechazo de la vacunación.
Lo claro en estos momentos es que la vacunación, aún para muchos que la han aceptado, viene a ser motivo de esclavitud de los intereses de la ciudadanía a los de los grandes poderes políticos, religiosos y corporativos (incluso el de las medidas no farmacéuticas como el distanciamiento social y uso de la mascarilla) llevando a muchos a quitarle atención al reconocimiento correcto de los hechos que llevan a situaciones peligrosas a la pandemia y que al final termina haciendo predominar sobre la razón a la mentira, provocando a diario casos y muertes.
Pero en medio de todo esto se detecta otro peligro: la gestión política de la pandemia, que al no fundamentarse en verdad, propicia una gestión basada en intereses ajenos a la solución de esta, provocando debilitamiento y polarización de la democracia. Situación ya conocida por la historia de nuestro país, que no solo significó caída de gobiernos (Gálvez, Cabrera) sino mantenimiento de gestiones antidemocráticas y que en estos momentos, en algunos lugares del globo, provoca polarización de posturas ciudadanas que incluso recaen sobre las vacunas: los demócratas se ponen la vacuna, los republicanos no, tal religión la acepta, tal otra no.
La gestión de algo meramente de salud como es una pandemia, que necesita de pensamiento salubrista, se traslada a lo político, religioso, filosófico, sin que nadie entre a considerar que esa forma de pensamiento y de actuar, puede desencadenar peligrosos riesgos sanitarios y democráticos, como de hecho lo están causando en todo el mundo y en nuestra patria. También se ha notado que esos razonamientos tan poco sólidos, han llevado explícitamente a imponer «excepciones a leyes y a manosear las existentes» muchas veces a favor de una causa política o bien de enriquecimiento ilícito, dejando a un lado la salvaguardada de la salud de las personas y las libertades personales, desprotegiendo a las personas y enriqueciendo a sinvergüenzas al formular tratos ilícitos industriales y comerciales, argumentado en esa actitud, la indiferencia y falta de apoyo de las naciones poderosas hacia las necesitadas.
De esa cuenta, se sigue proponiendo en nombre de un principio incomprendido de democracia, que las medidas de distanciamiento social, que las medidas que no se han implementado hasta la fecha, lo es porque constituyen «ataques a la democracia», con el resultado de que el gobierno asevera que mientras «nuestra democracia está viva y coleando» no se puede cumplir las medidas del todo y bajo esa forma de pensar, los muertos aumentan a diario en nombre de los temidos riesgos para la economía y el bienestar de la nación; temores irracionales esparcidos entre la población, todos persiguiendo beneficios personales, en términos electoreros, y económicos de dudoso origen.
Finalmente, el otro gran peligro es el oportunismo: un gran préstamo bancario para afrontar la pandemia; un pretexto para hacer negocios de todo tipo a los que detectan el poder. Hablar de «millones de lo que sea» siempre impresiona a la opinión pública, que lamentablemente no sabe cómo los usos y precios se establecen y eso facilita proporcionar una percepción distorsionada favorecida por la falta de auditoría social y nacional que facilita el oportunismo y la malversación. El pagano de esa fiesta es el Sistema de Salud que sufre un desgaste que será difícil de recuperar en los próximos años. Por no hablar del grave daño a la salud de los ciudadanos, perpetuamente presumido, pero nunca comprobado mediante pruebas estadísticas adecuadas y fiables de tipo epidemiológico, de que una falta de servicios en estos momentos, está empeorando el estado de salud de muchos individuos.
Entonces, ¿cuál sería la forma correcta, la solución eficaz probada para hacer frente a la pandemia? Un abordaje sistémico y multidisciplinario en el que se toman en consideración los distintos puntos de vista, superando el abordaje actual que tiende a restringir estos problemas a meras cuestiones de poder político, comercial industrial de competencia exclusiva del Estado. Es necesario implementar esas medidas de contención previstas mundialmente, señalando también la necesidad de profundizar la investigación (la real), para la formación de criterios y soluciones para actuar con rapidez. Todas las fuerzas políticas, las asociaciones civiles, comerciales del mundo agrícola, la comunidad científica, deben expresarse con criterios sólidos y unificar lo que debe ser la política en estos momentos de combate a la pandemia. De lo contrario el azar continuará actuando pérfidamente contra nosotros.