los requisitos políticos, sociales y económicos para hacer frente a la pandemia varían ampliamente. Foto la hora: Ap

Alfonso Mata

Hace 18 meses, el objetivo de no permitir que el COVID-19 se expandiera y el número de infecciones y muertes se diera, unió al mundo y los pueblos. Sin embargo y desde entonces, los requisitos políticos, sociales y económicos para hacer frente a la pandemia varían ampliamente y no dentro de un marco de equidad e igualdad sino precisamente fuera de él y en muchos países (como el nuestro) la crisis se está utilizando para agudizar aún más los procesos y procedimientos democráticos y para concentrar el poder económico y la corrupción.

Ahora ante la pandemia, parece invadir un sentimiento opuesto: «Me siento bien, feliz» –afirman muchos. «En realidad me alegro porque después de más de un año de aislamiento, puedo volver a mi vida normal, ver a mis hijos y nietos y relajarme«. «Esto ha estado sucediendo durante demasiado tiempo y ya terminé mis restricciones«.  «Ya no hay de qué preocuparse, la vacuna lo solucionó«. La historia enseña que las medidas adoptadas durante una crisis, a menudo y por largo tiempo ya no se repiten y eso es lo que está sucediendo. Por lo tanto, es importante monitorear críticamente las medidas y las políticas de información de los gobiernos y abordar que hacen estos, pero también apoyar donde se encuentren soluciones sensatas.

¿Dónde están aumentando actualmente las nuevas infecciones por coronavirus? ¿Dónde están la mayoría de las muertes? Una descripción general nos muestra que es especialmente en los países tercermundistas como el nuestro.

La pandemia se desarrolla y trata de manera diferente en los distintos territorios del mundo. El número de infecciones confirmadas y nuevas infecciones con el coronavirus, así como el número de cursos graves con muertes, varía de un lugar a otro, pero entre los como el nuestro, la cosa no varía: no podemos detener la pandemia, y en buena parte, dada la corrupción e ineficiencia gubernamental y falta de solidaridad social.

Todo en nuestra sociedad se vuelve más pequeño. En cuanto a la vigilancia: los médicos y las unidades de salud están legalmente obligados a informar sobre una infección por corona tan pronto como se detecte. Las autoridades sanitarias de los municipios y departamentos son responsables. ¿Cómo funciona exactamente la cadena de informes? el médico y personal de salud determina una infección por coronavirus, basándose en síntomas claros de la enfermedad o determina la probabilidad epidemiológicamente, por ejemplo, porque un familiar cercano dio positivo. Un laboratorio identifica el virus en la muestra. Ya sea un médico o un laboratorio, ambos informan al departamento de salud por cada paciente infectado identificado. El departamento de salud en cuya zona está domiciliado el paciente es siempre responsable de informe y tratamiento. El departamento de salud recibe el informe y verifica la información. Luego, cada caso individual se registra  Eso en nuestro medio se muere en el papel de la norma; por lo tanto el subregistro ha de ser grandísimo y entre más alejados estemos de la capital ha de ser mayor. Por ejemplo, si el paciente ha tenido contacto con otras personas, dónde ha estado o cómo ha progresado la enfermedad hasta el momento, eso se ignora. Publicación veraz del MSPAS y análisis permanente del mismo e información pública: eso no existe tampoco.

Algo aún más preocupante: las autoridades sanitarias están trabajando en el ataque a demanda, no en forma planificada y por ejemplo, los médicos y el personal de salud deben establecer prioridades y, a menudo, cuidar de los pacientes específicos y ante ello, el registro de información se torna de importancia secundaria. Finalmente los recursos tanto diagnósticos como de tratamiento, son sumamente escasos y entonces es posible que muchos enfermos quedan “a la mano de Dios” y pueden ser infinidad.

Lo que tenemos a nivel nacional es que el virus se propaga rápidamente, más allá de lo que se puede registrar, luego la situación es peor de lo que se publica en medios y lo que publica el MSPAS y de eso el público no está consciente.

A primera vista y viendo los noticieros y la televisión nacional e internacional, las playas han vuelto a la normalidad, al igual que las zonas al aire libre y el trajín en los bares y restaurantes de las ciudades. Aquí y allá incluso hay colas de personas de todo tipo, esperando una habitación en un hotel o una mesa libre de un restaurante. Puede ya observarse el ajetreo y el bullicio. «Toda  la vida anterior está de vuelta” se dice y en medio de ello hay una realidad: ya se han producido los primeros excesos de casos mientras grupos de jóvenes empiezan, fin de semana tras fin de semana, a celebrar con mucho alcohol y hacinamiento cualquier cosa, menos compatible con Coronavirus y ante eso, la incidencia de casos ha aumentado significativamente. Las autoridades ahora están tratando de limitar los daños ¿será posible?. La sociedad de nueva ha caído atrapada en su antiguo régimen especialmente la juventud «a nosotros no  nos hace nada, queremos salir» es el grito juvenil universal  «Estamos aburridos, no podemos hacer nada, estamos aquí sentados haciendo algo que no nos merecemos» –reclaman.

Por supuesto, a nadie le gusta lo que sucede y lo cierto es que la población, ya no tiene claro que antes que nada, va la protección de la salud propia y ajena. La incidencia de casos con COVID-19 ha aumentado significativamente en los últimos meses. Pero ¿realmente, eso importa? Lo que sí es una incógnita importante de resolver en estos momentos es: sí todo lo que ahora vivimos, podría ser el preludio de una nueva forma de comportarse favorable o desfavorablemente ante el prójimo y ante eventos de naturaleza similar. Ya se sabe que día a día crece la incidencia de peligrosas variantes de SARSCoV-2 y sin embargo lo que se ve claro es que la situación y el comportamiento mundial va a resultar un caldo de cultivo perfecto para un nuevo virus: ¿más benigno, más letal? nadie lo sabe, pero lo que se es un hecho es que la humanidad prefiere apostarle al azar y vemos a diario gente de zonas con alta incidencia, totalmente relajada y en eventos sin controles sensibles. Algunos que son muchos se consuelan con un: «Es posible que algunos mueran», añadiendo «Pero muy pocos«. La apuesta al azar, es una cualidad de la humanidad actual. Lo que se supone que son buenas noticias suena bastante macabro.  En el mundo actual es como si no hubiera COVID-19 ya.  Así que, en los próximos meses, veremos y viviremos dentro de «lugares sin control, zonas con alta incidencia, eventos propicios a contaminación y en medio de ello, danzas constantes de recombinación viral«. Pronto todo el mundo será área de variantes del virus SARCoV-2.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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