Alfonso Mata
Los titulares de los principales periódicos son alarmantes: Guatemala registra de nuevo más de dos mil contagios de coronavirus. Un repunte de casos de covid-19 se ha registrado desde la penúltima semana de junio; Salud lo atribuye al “descuido de la población” y a las nuevas variantes que llegaron al país que son más contagiosas. Se habla de un tercio de pruebas salen positivos se presenta una acumulación de alrededor de 300,000 contagiados vamos a 10,000 muertos y menos del 1% de la población vacunada. Alarmante también: los hospitales están “socados” de casos complicados y los médicos hablan (aunque no publican) que ha habido también un repunte de casos en los niños y adolescentes. ¿Y la ciudadanía?: bien gracias como se dice en buen chapín.
La pandemia de COVID-19 se ha extendido por todo el territorio nacional desde principios del 2021. Las vacunas podrían ayudar. Pero, ¿se está moviendo Guatemala lo suficientemente rápido para vacunar a la población? NO
Por consiguiente: El número de nuevas infecciones registradas en Guatemala diariamente, ha aumentado rápidamente desde Enero. Sin embargo, los valores no pueden simplemente compararse con los del comienzo de la pandemia, ya que el número de pruebas que se realiza es malo en cuanto a cobertura y eficacia de aplicación. Dado que las cifras no se pueden comparar con los valores antiguos, pero los actuales nos dan su voz de alarma: nuevas infecciones, nuevas recombinaciones, nueva (mayor) trasmisión. Es evidente que estamos peor.
Se ha estimado que hasta el 1 de julio, las dosis aplicadas de vacuna (por el MSPAS) era de alrededor de 958,000 centralizándose la misma en el departamento de Guatemala con por encima del 33% y un 15% de la población con primera dosis; el resto de departamentos con excepción de Quetzaltenango por debajo del 10% y la mayoría cercano al 5%. La población a mayor riesgo de enfermar gravemente (por encima de 60 años) apenas vacunados con primera dosis hay un 33% y menos del 50% de ella con dos dosis. En general, los esfuerzos para inmunizar a la mayor cantidad de personas posible son lentos y desorganizados. Al principio de la campaña, solo se inoculó con la vacuna AstraZeneca y actualmente se suma la SputnikV.
Pero la pandemia no lo es todo: La desnutrición en aumento, las infecciones y coberturas de inmunización a menores de cinco años se ignora su estado general, al igual que la atención sobre enfermedades crónicas. ¿Y el programa materno infantil?.
La ocupación hospitalaria es un factor importante en la lucha contra la pandemia. El número de pacientes de cuidados intensivos que son atendidos debido a Covid-19 es particularmente importante, pero no existe un sistema de vigilancia adecuadamente montado y fiable sobre ello, a nivel nacional. Se sospecha que en estos momentos, el número de camas de cuidados intensivos es limitado al igual que el acceso a los servicios por la población; actualmente hay un total de alrededor de 3,000 camas disponibles en Guatemala. Normalmente, sin embargo, alrededor de la mitad de esto se necesita para pacientes con otras enfermedades. Y muchas personas (no sabemos cuántos) no llegan ni acuden a los hospitales y para atención de pacientes sumamente graves no llegan a más de unos centenares. La situación de los pacientes que deben ser ventilados es particularmente crítica y se ignora cuántos dejaron de ser asistidos de los fallecidos por esta terapia, necesitándola.
Después de que la tasa de mortalidad al comienzo de la pandemia pudo haber sido baja, posteriormente muchas personas han muerto con Covid-19 algunas por falta de asistencia adecuada y otras por falta de un tratamiento específico para todas las complicaciones que tuvieron. Un año después del brote presentamos alrededor de un 3.5% de letalidad nacional según registros del MSPAS, pero es muy probable que sea mayor.
Es fácil ver que al igual que lo que sucede en el resto del mundo, las desigualdades e inequidades de la atención de la pandemia y de los casos es y resulta evidente en nuestro país, siendo casi imposible –por el mal sistema de vigilancia epidemiológica que tenemos- conocer cuáles son los territorios más gravemente afectados. El departamento de Guatemala donde se concentra buena parte de la población nacional pero también de los servicios de salud, puede ser el más afectado pero es el que facilita mejor acceso a los servicios. Además, hay que tener en cuenta que los números de los respectivos departamentos solo son comparables en una medida muy limitada, porque la cantidad de pruebas por habitante en cada municipio y departamento varía significativamente. Entonces, los departamentos con más facilidades de detección de casos, se encuentran entre los con tasas de infección más altas reportadas y de casos manejados hospitalarios y probablemente de muerte. Sin embargo, en todos los parámetros epidemiológicos cabe aplicar la objeción de que los municipios y departamentos sólo pueden compararse de forma limitada.
En cuanto a medidas preventivas lo cierto es que el país vive sin su debido cumplimiento, aunque casos y muertes aumenten, Las autoridades ven la propagación y culpan a la población. La población a las autoridades por falta de vacunas y en medio de esas inculpaciones cada quien trata de cumplir menos con las obligaciones que les corresponde ante la pandemia.
Pero algo triste y vergonzoso es la Red de incumplimientos en ambos bandos, a lo que se suma una red de delincuentes que negocian ilícitamente unos con los recursos para combatir la pandemia y otros como el transporte y espectáculos y lugares de diversión que ofrecen servicios y diversión sin cumplir con las normas. El número de nuevas infecciones todos los días es un indicador claro de que la anarquía cubre nuestra epidemia: las restricciones gubernamentales locales y nacionales para contener la pandemia, incluida la prohibición del alcohol, el cierre de establecimientos educativos y la prohibición de multitudes no se vigila y hace cumplir. La campaña de vacunación contra la COVID-19 avanza lentamente. La gente se relaja. Todos nos indignamos pero no nos unimos para solución alguna. Las autoridades no investigan a fondo los casos de violación a la ley y de responsables de incumplimiento y escándalos contra las medidas que se dictan y de la corrupción detrás de las compras y adquisiciones de parte del gobierno.
Al final el panorama es que: la población se siente insegura ante no solo lo que es y cómo evoluciona la enfermedad y de lo que debe hacerse y lo que se oferta como solución. Esto plantea enormes desafíos logísticos para los médicos y los equipos de práctica de un día para otro, también a todo el sistema de salud y organismos de justicia porque la forma en que se atiende la pandemia está llena de ineptitudes, incapacidades, componendas y corrupción de todo tipo y de desigualdades e inequidades. En conclusión: nadie se siente seguro con las medidas de precaución y atención ni tan convencidos de la actuación ante la pandemia. Bien vale aplicar al SARSCoV-2 el “ave caesar morituri te salutant”.